El Valencia CF afronta un nuevo verano de reconstrucción con las típicas urgencias de cada año, pero también con una peligrosa tentación: la de empezar la casa por el tejado. Con la salida de Mamardashvili rumbo al Liverpool y la no renovación de Jaume Doménech, el club parece decidido a remodelar por completo la portería. Dimitrievski parece que no termina de convencer a Corberán y el macedonio tiene dudas de su rol en el conjunto de Mestalla pero… ¿de verdad es necesario cambiarlo todo? ¿La portería es ahora mismo el problema?
Para mí, la respuesta es clara: no. Y es importante decirlo claro, antes de que se vuelvan a cometer los errores de siempre. El Valencia tiene un presupuesto limitado y muchas carencias evidentes. Destinar parte de ese dinero y esfuerzo en reestructurar completamente una posición que ya tiene un titular solvente como Dimitrievski sería, sencillamente, un error estratégico. Vale que Corberán se ha ganado el derecho a exigir porque ahora mismo es el emisario de Dios en tierra valencianista, pero pongámosle sentido común, por favor, que el año pasado ya pagamos caras las exigencias de Baraja en el mercado.
Volviendo al tema de la portería, el ex del Rayo es un portero con experiencia, carácter, reflejos, internacional y que venía de competir con regularidad en Primera. El año pasado aceptó firmar con vistas a ser titular con la salida de Mamardashvili y, cuando le ha tocado, ha cumplido como el que más. Nunca ha protestado y ha trabajado en silencio esperando su oportunidad ¿Qué más se le puede pedir? No hace falta traer a otro cancerbero contrastado si eso conlleva tener que cambiar toda la portería o despilfarrar tiempo y dinero en ello. Hace falta sentido común. Lo que el club necesita es acompañar a Dimitrievski con un segundo portero que llegue a coste cero, con ilusión, acepte su rol y aporte equilibrio al vestuario. Sin más. Todo lo que se salga de ahí es gastar por gastar. O perder el tiempo en negociaciones que puede que no lleguen a ningún sitio y no son prioritarias. Sobre todo teniendo en cuenta que vienen grandes metas como Raúl Jiménez y Vicent Abril de camino.
Y mientras el foco está en la portería, las carencias reales del equipo siguen abiertas en canal: una defensa que hace aguas cada vez que llega el mercado veraniego tras la posible salida de algún futbolista -como este año Mosquera-; la depresión post Barrenechea en el centro del campo; o la escasez en una delantera en la que ahora mismo solo tienes a Hugo Duro. ¿Cómo se puede construir un proyecto competitivo sin un central de jerarquía ni un delantero más que haga goles? ¿Quién se disfrazará de Enzo la temporada que viene? ¿De qué sirve tener dos porteros nuevos si nadie manda en el área propia ni define en la contraria?
El gran problema del Valencia CF en los últimos años ha sido precisamente ese: no saber priorizar. Se han hecho fichajes para posiciones que no eran urgentes mientras se parcheaban zonas clave con cesiones de última hora, reconversiones de los que ya tenías o futbolistas fuera del nivel que necesitaba este equipo.
No se trata de menospreciar la importancia de la portería -y menos yo que tengo un hijo portero-. Se trata de priorizar. Y ahora mismo, reforzar el eje de la zaga, traer un centrocampista perfil Barrenechea y firmar hombres capaces de hacer gol deberían ser obsesiones absolutas. El Valencia no puede permitirse despilfarrar recursos en lo que no es urgente.
Cambiar toda la portería es una mala lectura del momento y una pésima gestión de recursos. No sé si lo aprueba Lim porque lo ratifica Ron y lo exige Corberán, pero pongámosle sentido común. Con Dimitrievski bajo palos y una incorporación inteligente para el banquillo, basta. El resto, a invertirlo donde de verdad se deciden los partidos. Porque la portería, ahora mismo, no es el problema.
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