¿Cómo fue su primer encuentro con el personaje de Cio-Cio-San?
No es fácil hablar de la primera vez que interpreté este papel. Fue en versión concierto y en ese momento mi país se vio envuelto en conflictos con Azerbaiyán. Musicalmente era bellísimo estar presente y tenía unos compañeros maravillosos, pero mi mente estaba en Armenia. Fue una situación complicada y es duro hablar emocionalmente de esa primera vez. A pesar de ser una ópera preciosa, mi mente estaba en casa. La segunda vez que la interpreté sí estuve completamente metida en el rol y con mis emociones en su sitio. Pero en esa ocasión anterior sí fue muy duro. Todos los armenios estaban involucrados en ese momento en ayudar a los soldados.
Interpretar a Madama Butterfly exige un gran arco emocional. ¿Cuál es el momento más desafiante —emocional o vocalmente— en esta producción?
Todo. Es un rol muy demandante a nivel emocional y vocal. He hecho papeles de este estilo como, por ejemplo, Norma o Traviata; y tengo experiencia técnica, por eso puedo controlar esas emociones. Pero es una pieza muy emotiva, lo que intensifica su dificultad. Un gran reto llega después de mi área, cuando empiezo el dueto con Suzuki y Pinkerton está por llegar. Es una escena que requiere una alta demanda vocal, por lo que debo concentrarme en mantener la exigente técnica. No puedo permitirme llorar, algo complicado porque conectas mucho con lo que está sucediendo.
La soprano armenia, Hrachuhí Bassénz / LP / DLP
El montaje de ACO apuesta por una puesta en escena muy simbólica. ¿Cómo influye este enfoque estético en su manera de construir el personaje?
Realmente es muy cómodo trabajar en esta producción porque reúne la genialidad y la simplicidad. Vestimos kimonos clásicos, las wagasas… Tal vez habría sido más complicado si hubiese tenido que interpretar el papel con un vestuario actual.
Cio-Cio-San es un personaje que encarna la inocencia, la esperanza y la tragedia. ¿Cómo logra conectar personalmente con estas dimensiones tan intensas?
Ese es mi trabajo, ser capaz de en dos horas contar una historia y hacerla creíble. Es la experiencia la que me da la posibilidad de hacer eso en tan poco tiempo y tener unas líneas emocionales muy marcadas y ser capaz de cambiar de una a otra sobre la marcha. Lo más importante es amar el papel que estás interpretando para poder llegar al público. En mi caso, cuando comencé a estudiar este papel, falleció mi padre. Ello me llevó a tener la habilidad de volcar mi dolor en el rol y hacerlo de la mejor manera. Uso mis propias experiencias en la vida y las situaciones que se me presentan para interpretar. En la historia, la vida de los compositores ha sido muy trágica, seguramente su éxito se debe a ello, a esas vivencias que plasman en sus trabajos. Yo como armenia lo he vivido: genocidio, guerra, oscuridad, hambruna… En todo trabajo, intento conectar con esos recuerdos.
¿Cómo hace para continuar «amando» ese personaje después de tantas prácticas e interpretaciones?
Hay papeles que he hecho tantas veces que reconecto con ellos cuando se les da un aire fresco con distintos directores de escena. Son roles que conozco muy bien, pero siempre pienso que aún queda un gran espacio para poder hacer versiones nuevas. Ahora estoy empezando mi camino con Butterfly y espero cantarlo durante muchos años. Realmente, con cada director encuentras cosas nuevas, siempre añaden cosas diferentes que hacen que te enamores nuevamente del papel. Ahora estoy debutando con Tosca, en Francia, también estoy empezando con ese papel, también precioso que deseo cantar muchas veces más.
¿Cómo vive la juventud la ópera en su lugar de residencia actual, Alemania?
Siempre hay mucha actividad cultural para los jóvenes. Veo futuro en Alemania, son muchos los que escuchan este estilo y que acuden a los teatros para vivirlo en vivo. Hay óperas que se acortan para llevarlas a los colegios. De hecho, tienen convenios con algunos centros escolares para acercar la ópera a los niños. Se les educa desde muy pequeñitos para que vayan al teatro y estar en contacto con la cultura. Es algo del día a día. Mi hijo empezó a estudiar música profesionalmente con seis años y el gobierno te envía una carta en la que te preguntas si quieres que tu hijo comience a recibir clases de música, dibujo, pintura, teatro… Muchos tipos de arte. De este modo puedes ver el potencial de tus hijos y ver por lo que se decantan libremente.

La soprano armenia, Hrachuhí Bassénz / LP / DLP