Roland Garros se ha vestido de siglo XXI. Comenzó rindiendo homenaje al tenista que marcó el inicio del siglo y lo acaba con la primera final que enfrenta a dos jugadores nacidos en la actual centuria, el italiano Jannik Sinner y el español Carlos Alcaraz.
Un duelo entre dos estilos, el vendaval italiano frente a la resiliencia española, dos formas de entender la máxima intensidad de un deporte que reinará en los próximos años y que, por vez primera, se medirán en una final de un Grand Slam.
La victoria del español en Roland Garros en 2024 puede considerarse un anuncio del cambio de ciclo que este año queda totalmente certificado. La nueva hornada se ha abierto paso a raquetazos, un relevo que simbolizó Sinner, de 23 años, en una semifinal en la que sacó de quicio al serbio Novak Djokovic, de 38.
Ahora ya no hay duda, son el exponente del futuro, si mantienen la regularidad que apuntan protagonizarán una rivalidad de esas que marcan época, que crean afición porque obligan al uno y al otro a explorar sus fronteras para superarse.