vértigo, nuevo amor y pan de masa madre

La escena tiene algo de comedia romántica crepuscular: alfombra roja en la entrega de los Premios de la Academia de la Música, flashes, un vestido rojo, y Paula Vázquez –50 años, presentadora en activo y figura querida de la televisión desde hace tres décadas– aparece del brazo de Ignacio Sagnier, un nombre hasta ahora desconocido para la prensa del corazón. Ya se habían dejado ver juntos en el Mutua Madrid Open de tenis hace un mes, pero ahora sí que sí, es oficial: Paula está enamorada.

El hallazgo no lo firma una revista, sino Las Mamarazzis, ese fenómeno mediático que mezcla confidencia y chascarrillo con instinto periodístico en formato pódcast. Fueron Laura Fa y Lorena Vázquez quienes lanzaron la noticia esta semana, aunque era un secreto a voces. La confirmación llegó sin aspavientos: una aparición pública, sonrisas compartidas y, ya frente a los micrófonos, la confesión. «Estoy ilusionada, sí. Que viva el amor también«, declaró Paula, consciente de que los titulares harían el resto.

El catalán que le ha devuelto la ilusión –palabra inevitable– se llama Ignacio Sagnier, tiene 51 años y dirige el área de relaciones públicas de Dorna Sports, la empresa que organiza el Mundial de MotoGP. La discreción ha sido su norma hasta ahora. No ha estado casado ni tiene hijos, aunque su apellido remite a una de las familias mejor situadas de Barcelona. Su padre, Antonio Sagnier, es entre otras cosas propietario de una conocida cadena de panaderías, Macxipa.

Una historia de amor sin espectáculo

«Soy una señora de 50, que soy feliz y punto», dijo Paula a la prensa. La frase, en su simpleza, resume un estado de ánimo sin artificios. No hay anuncio de boda («Nunca he pasado por el altar y ahora que no está mi padre nunca sería lo mismo», confesó), ni grandes gestos, pero sí la calma de quien encuentra compañía en un momento de la vida donde ya no se persigue el guion perfecto.

Apenas hace dos años que falleció su padre, figura clave en su vida. El luto reciente se cuela entre líneas, y hace más elocuente aún ese «me da vértigo» que acompaña al inicio de una relación cuando se ha amado mucho, y también se ha perdido.

En tiempos donde el amor se exhibe en carruseles de Instagram y bodas patrocinadas, la de Paula Vázquez y Sagnier es, al menos por ahora, una historia que no quiere ser espectáculo. Solo una mujer que ha vivido, un hombre con nombre de familia de panaderos, y un deseo compartido de no decir demasiado. A veces, eso basta.

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