Día dos tras la ruptura entre Elon Musk y Donald Trump. Una nueva era abre su paso Washington tan solo seis meses de que la segunda toma de poder del republicano pusiera patas arriba la política estadounidense y las relaciones internacionales.
La primera prueba de fidelidad entre las filas republicanas en este enrevesado escenario ocurrirá en el Senado, que debe aprobar o rechazar la controvertida reforma fiscal que ha enfadado al magnate de Tesla y que el presidente quiere firmar en su escritorio el 4 de julio, Día de la Independencia. Ya hay escépticos que se han atrevido a cuestionar más públicamente el sentido de su voto.
Pero como suele pasar con todos los divorcios, incluso los políticos, la pelea pública entre Musk y Trump no solo deja problemas dentro del hogar, sino que salpica a los aliados, donantes y empresas que antes orbitaban cómodamente en torno a ambos.
Los pesos pesados de Silicon Valley, por ejemplo, siguieron los pasos de Musk y se acercaron al «trumpismo» esperando un trato de favor que no termina de fraguar y podrían ahora arrimarse al fundador de Tesla si es más conveniente para sus intereses. Y otros congresistas o aspirantes a ocupar puestos de poder en el futuro pueden tomar nota.
«A Trump le quedan tres años y medio como presidente, pero yo voy a estar presente más de cuarenta…», ha indicado Musk en uno de sus últimos mensajes, consciente de la influencia que ejerce en la opinión pública y en las campañas políticas gracias a su fortuna de más de 350.000 millones de dólares.
En otras palabras: cuidado con lo que dices que tendrás tiempo para arrepentirte.
Equidistancia
No es de extrañar que algunos republicanos hayan preferido mantener una cierta equidistancia, como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson: «No voy a participar en estos dimes y diretes. No creo que al pueblo estadounidense le importen mucho las guerras de Twitter», ha esquivado.
En sus mensajes posteriores a la pelea, Johnson, de 53 años y con altas aspiraciones en su carrera política, ha reiterado la unión de su partido en torno a su líder, Trump, pero ha evitado criticar abiertamente a Musk, a quien se ha referido como «un amigo» con el que hablará «en privado».
Ningún congresista puede olvidar el papel que Musk jugó para lograr que los republicanos se hicieran con la mayoría en la Cámara y el Senado gracias a los casi 300 millones de dólares en donaciones políticas, 20 de los cuales fueron a las contiendas más ajustadas de la Cámara Baja.
Tampoco debe menospreciar el peso que el magnate tendrá en las elecciones de medio mandato que volverán a reconfigurar el Congreso estadounidense en noviembre de 2026.
«Lo que Elon tiene es dinero, y si no va a poner 100 millones de dólares en las ‘midterms’, ese es un agujero que hay que llenar», reconocía esta mañana un consultor republicano al diario Político.
Entre quienes han optado por no criticar en exceso a Musk figura también Richard Hudson, encargado de los esfuerzos de campaña en la Cámara y quien ha optado por decir que ha sido «un amigo y simplemente está equivocado sobre este proyecto de ley».
Otros, especialmente los más favorables a recortar el gasto público, han valorado positivamente el pronunciamiento de Musk: «Agradezco a personas como Elon Musk que nos exigen rendir cuentas«, ha reconocido Eric Burlison, prominente en el grupo de republicanos que votó a favor de la reforma fiscal a pesar del aumento en el déficit, estimado en 2,4 billones de dólares a lo largo de la próxima década según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO).
«No estoy en desacuerdo con él sobre nuestra necesidad de encontrar más recortes de gastos», indicó por su parte Chip Roy, quien por momentos apostó por votar en contra y finalmente aceptó la disciplina de voto.
Incluso Marjorie Taylor Greene, una de las mayores agitadoras del Partido Republicano, ha optado por un tono intermedio al reconocer que “no le gusta el precio” de la norma. “Puedo estar de acuerdo con Elon en eso y puedo estar de acuerdo con el presidente Trump en las cosas buenas del proyecto de ley”, ha añadido.
Esta reforma genera rechazo entre los «halcones del déficit»” (deficit hawks), senadores fiscalmente conservadores partidarios de la disciplina fiscal que han aplaudido los esfuerzos de Musk por recortar el gasto a través del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE en inglés) y que son reticentes a votar la normal tal y como Trump la quiere.
Cierre de filas en torno a Trump
No obstante, una mayoría de voces republicanas ha optado por alinearse con Trump, como el legislador Troy Nehls, quien ha indicado que “Musk ha perdido la cabeza” o Kevin Hern, quien cree que con “cada mensaje que sale, la gente está más detrás del presidente Trump y Musk está perdiendo el respaldo”.
«Creo que un republicano que está en una primaria que está respaldado por Trump y opuesto por Musk puede sentirse muy cómodo», afirmaba la representante Nick LaLota del estado de New York, bastión demócrata en el que los republicanos ganaron apoyos en noviembre.
También el vicepresidente JD Vance publicó en la noche del jueves un mensaje de apoyo a Trump sin mencionar a Musk: “Ha hecho más que cualquier persona en mi vida para ganarse la confianza del movimiento que lidera. Estoy orgulloso de estar a su lado”.
President Trump has done more than any person in my lifetime to earn the trust of the movement he leads. I’m proud to stand beside him.
— JD Vance (@JDVance) June 6, 2025
Horas antes, sin embargo, ironizó con el enfrentamiento al indicar que era un «día de pocas noticias» antes de ser entrevistado por Theo Von en un podcast que aún no se ha emitido.
Vance tiene un papel complicado porque siempre se ha entendido que fue clave en el acercamiento entre Musk y Trump. Su principal contribuyente a lo largo de su carrera política es el empresario Peter Thiel, a quien conoció en 2011, cuando ambos coincidieron en la Universidad de Yale y se ha mantenido como uno de sus principales donantes.
Silicon Valley
Thiel, por otra parte, está vinculado a Musk desde los años 2000. Juntos cofundaron PayPal y han compartido inversiones y apoyos en causas comunes, como el respaldo a candidatos afines a su visión tecnolibertaria. Su papel ha definido el giro que Silicon Valley ha dado hacia al abandonar el progresismo demócrata por el “trumpismo” en los últimos años.
La primera fila en la toma de posesión de Trump lo ilustró claramente: Tim Cook de Apple, Mark Zuckerberg de Meta, Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google y Musk de Tesla y SpaceX.
“Mucho mejor estar alineado con los principios que con las personalidades. Una lección que los titanes de la tecnología podrían querer aprender”, analizaba en el New York Times, Venky Ganesan, de la empresa de capital de riesgo Menlo Ventures, tras el descalabro de la alianza Musk-Trump. ¿Y el dinero… a qué principios viajará ahora?