La consecución del ascenso a Primera División del Levante reflejó cómo la ciudad de València va aumentando su porcentaje de levantinistas con el paso de los años. El regreso a la élite del equipo dirigido por Julián Calero pobló las calles de la capital del Turia de granotes que sueñan con vivir momentos inolvidables en la máxima categoría, desde la esperanza de que su viaje en Primera sea duradero y permita que el club siga creciendo y desarrollando sus proyectos. Sin embargo, uno de los distritos más arraigados al Levante desde sus primeros coletazos de existencia es el de Nazaret. Los Poblados Marítimos gozan de un levantinismo indestructible, partiendo desde la Malvarrosa y acabando en Nazaret tras pasar por el Cabanyal. Pero pocas veces, en sus casi 116 años de historia, sintieron una identificación hacia uno de sus futbolistas que alcanza niveles intangibles. Sergio Lozano se ha convertido en el emblema de un barrio que no solo le ha visto crecer, sino que siente hacia el ‘21’ del Levante un orgullo tan grande que no cabe en ninguna de sus calles.
Sergio Lozano, festejando el éxito con los suyos / Redacción SD
No obstante, este también es el ascenso de la familia Lozano Lluch. Sergio, teniendo ofertas superiores, firmó en 2023 por el conjunto de Orriols medio año después de que su abuelo José Vicente Lluch, utillero y masajista del club granota durante los años ochenta, partiese hacia el cielo. Tomó la decisión desde el corazón y la ilusión de cumplir el sueño de su familia, pero supuso el inicio de una temporada complicada: en la que una lesión de tobillo lastró su rendimiento y le llevó a forzar hasta que el equipo se quedó sin opciones de entrar en promoción de ascenso a Primera División, sumándole la desgracia de que, poco después del partido contra el Eldense en la segunda vuelta de la temporada 2023/24, también falleció su abuela. Empezó la 2024/25 sin hacer pretemporada, fruto de la operación que tuvo en el tobillo derecho que tantos dolores de cabeza le provocó, pero su trabajo, esfuerzo y empeño en ser uno de los integrantes de la plantilla que devolvió al Levante a Primera División no solo le permitió cumplir su sueño desde niño, sino también compartirlo con sus raíces.

Sergio Lozano, festejando el éxito con los suyos / Redacción SD
Durante el pasado viernes, Sergio Lozano llevó la copa de campeón de Segunda División a la Falla Mayor-Moraira de Nazaret para celebrar su éxito deportivo con su gente. El canterano granota hizo de anfitrión para recibir a familiares, amigos y vecinos, que abrazaron a su referente y se fotografiaron con él acompañados de un trofeo que fue la atracción de todos los presentes. De hecho, fue un motivo de encuentro para los vecinos de un barrio tradicional, en el que la conexión entre sus generaciones es tan firme como eterna, pero donde tienen un denominador común más allá de su sentimiento hacia el Levante: todos, desde el más pequeño hasta el más veterano de Nazaret, admiran a Sergio Lozano, nieto del ‘Chato’ y campeón de Segunda.

Sergio Lozano, festejando el éxito con los suyos / Redacción SD
Por ello, el ‘21’ no quiso olvidarse de nadie. Antes de pasear la copa por las calles de Nazaret, de acudir a la falla y de llevarla al polideportivo del distrito, centro donde le dio sus primeras patadas a un balón, subió el trofeo al domicilio de Juan Ferrandis, vecino de 77 años que no pudo acudir a Mayor-Moraira por cuestiones de salud, para enseñarle el título. «Yo sabía que eras grande, pero hoy me has tocado el corazón. Ir a casa de mi padre y llevarle la copa… Eso no sé cómo te lo voy a agradecer. Gracias y mil gracias, siempre. Desde arriba estarán muy contentos», escribió en Facebook la hija de Juan, Gema Ferrandis, agradeciéndole el gesto a Sergio y acordándose de todos los vecinos y levantinistas que ya no están. Y es que, tal y como recordó Sergio desde la fuente de las Cuatro Estaciones, «va por mi abuelo y por mi abuela». Sin duda, este ascenso es, también, de la familia Lozano Lluch y de todo Nazaret.