La lectura un acto de soberanía que no está mediatizado por ninguna empresa tecnológica

Hay obras que nos acompañan durante toda la vida y en cada etapa nos dicen cosas tan significativas como distintas entre sí. Para Antonio Muñoz Molina, esos libros han sido ‘En busca del tiempo perdido’, de Proust; los ‘Ensayos’, de Montaigne, y, naturalmente, El Quijote, que llegó a sus manos de niño rebuscando en un polvoriento baúl de su casa en Úbeda. Como el chico era de aquellos que leían “hasta los papeles rotos de las calles”, aquel deslumbramiento lejos de apagarse sigue intacto seis décadas más tarde. Las notas y fragmentos acumulados en los últimos diez años ahora se ordenan y toman cuerpo en ‘El verano de Cervantes’ (Seix Barral). Además de trazar unas tímidas memorias en las que revela una reciente depresión, también es capaz de comparar las andanzas del de la Triste Figura con Mortadelo y Filemón o las viejas películas del Oeste. Muñoz Molina publica este libro a los 69 años, exactamente la edad a la que falleció Cervantes. 

Fuente