La agencia que regula los medicamentos y productos sanitarios de Estados Unidos acaba de dar su visto bueno a un test revolucionario: detecta la enfermedad de Alzheimer con solo un análisis de sangre.
Se llama Lumipulse G pTau217/β-Amyloid 1-42 Plasma Ratio y está indicado para personas mayores de 55 años que muestren síntomas de deterioro cognitivo.
El nombre tan largo se debe a que esta prueba mide los niveles en sangre de dos proteínas: pTau217 y β-amyloid 1-42, que están relacionadas con la presencia de placas amiloides en el cerebro, características de esta enfermedad.
Hasta ahora, el diagnóstico del alzhéimer se basaba en criterios clínicos o en pruebas como la tomografía por emisión de positrones (conocida como PET por sus siglas en inglés) o la detección de las anteriores proteínas en el líquido cefalorraquídeo.
Estas dos pruebas consumen tiempo y recursos de forma notable. En el PET, se le inyecta al paciente un sustancia reactiva en la sangre y se le introduce en un escáner.
Por su parte, el líquido cefalorraquídeo se obtiene mediante punción lumbar, que consiste en la extracción de este líquido insertando una aguja entre dos de las vértebras lumbares, las de la parte baja de la espalda.
Lumipulse G, en cambio, solo necesitaría la extracción de una muestra de sangre, algo que se hace en segundos y sin necesidad de una preparación especial: cada día miles de españoles se realizan análisis de sangre en hospitales y centros de salud.
«Lo que se determina en este test plasmático es la relación pTau217/Ab42», explica Miguel Medina, director científico adjunto del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedad Neurodegenerativas (Ciberned).
«PTau217 es un epítopo fosforilado en el aminoácido 217 de la proteína tau (que forma los ovillos neurofibrilares característicos del alzhéimer). Ab42 es un péptido de 42 aminoácidos proveniente de la proteína precursora de amilode que, cuando se acumula, forma las placas de amiloide».
La acumulación en el cerebro de los ovillos (agregado de tau hiperfosforilado) y placas seniles (agregados de péptido amiloide) «son las características neuropatológicas del alzhéimer», continúa.
«Hace unos 3-4 años la FDA (el organismo regulador estadounidense) autorizó los primeros test diagnósticos para líquido cefalorraquídeo y ahora ha llegado este para sangre. El desarrollo de este (y otros equivalentes que seguramente le seguirán) ha sido un tema candente en investigación en los últimos años», sostiene.
Diagnóstico poco invasivo
En el ensayo clínico presentado por el fabricante a la FDA, se utilizaron muestras de 499 pacientes a los que se les hizo el test y se comparó los resultados con los que daban PET y punción lumbar.
El 91,7% de los individuos que dieron positivo con Lumipulse G lo hicieron también con estas pruebas, mientras que el 97,3% de los que dieron negativo tuvieron el mismo resultado con PET y punción lumbar.
La ventaja de este test, para Medina, es que es «mínimamente invasivo y más accesible». Su eficacia «es equivalente a la de los existentes para líquido cefalorraquídeo: alrededor del 8% de falsos positivos y 3% de falsos negativos».
En el 20% de casos no concluyentes «habría que hacer un seguimiento mediante PET o líquido cefalorraquídeo».
Con todo, el neurólogo insiste en que «no se trata de un test de diagnóstico por sí solo, es una herramienta de apoyo al diagnóstico «. Y recuerda que «ni este test ni los anteriores que usan líquido cefalorraquídeo proporcionan un diagnóstico por sí mismos».
Para Pascual Sánchez, secretario del grupo de estudio de conducta y demencias de la Sociedad Española de Neurología, la aprobación del test en EEUU «es una noticia excelente» y espera que llegue a Europa —y a España— pronto.
«Va a simplificar el diagnóstico y hacer que vaya más rápido. Incluso, en el futuro se puede plantear que los realicen los servicios hospitalarios o en atención primaria, en algunos momentos», sostiene.
Hay que tener en cuenta, con todo, que en el 80% de las ocasiones, el diagnóstico del alzhéimer se basa en criterios clínicos, «hablando con el paciente y familiares y descartando otras causas mediante otras pruebas».
La detección de biomarcadores mediante PET y punción lumbar se haría entre el 12% y el 15% de los casos, porcentajes que espera que aumenten significativamente con la llegada del nuevo test.
Entre otras cosas, porque no todos los centros pueden hacer estas pruebas en la actualidad pero sí extraer muestras de sangre para un análisis.
«En mi centro lo hemos usado en investigación. Lo recomendable es que, al principio, se utilice como ‘pre-prueba’ y se confirme con otras, pero en el futuro haremos únicamente tests».
Ante la posibilidad de falsos positivos y negativos, Sánchez recuerda que esto también sucede en las pruebas actuales y, por eso, deben ser siempre interpretadas en conjunto con el contexto clínico.
Además, la llegada de estos tests será fundamental para poder iniciar terapias con los nuevos medicamentos que ralentizan la progresión del alzhéimer, de los que en Europa hay solo uno aprobado, de momento: lecanemab.
El acortamiento de los tiempos diagnósticos es fundamental para Mariló Almagro, presidenta de la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (Ceafa), pues, «a día de hoy, se tarda casi dos años en tener un diagnóstico firme».
Esto implica que se retrasa también el tratamiento, que da más beneficios cuanto antes se utilice.
Almagro ve una ventaja también en que sea mucho menos invasivo que la punción lumbar y que pueda extender «a todos los servicios hospitalarios o hacer un cribado en primaria», donde hay un embudo de infradiagnósticos.
A esto contribuye, señala, la percepción del médico de que los síntomas del paciente —como los olvidos— pueden ser producto de la edad o, si es joven, directamente no asociarlos al alzhéimer.
Pero la presidenta de Ceafa también tiene miedo de que haya gente que acuda a estos tests fuera del circuito sanitario. «Están saliendo algunas publicidades que los anuncian», advierte.
«El tiempo transcurrido hasta el diagnóstico depende del código postal, el itinerario puede ser breve o durar entre dos y tres años. Y eso puede hacer que haya gente que quiera cerciorarse adquiriendo estos tests, pero siempre deben ser interpretados por uno expertos», sostiene.