Ucrania golpeó bases rusas con drones, dañando Tu-95 Bear irreemplazables, en una operación audaz el 1 de junio de 2025.
Ataque ucraniano impacta flota de bombarderos Tu-95 Bear
El 1 de junio de 2025, Ucrania ejecutó un ataque con drones contra múltiples bases aéreas rusas, destruyendo o dañando varios bombarderos estratégicos Tu-95 Bear. La operación, conocida como Operación Telaraña, alcanzó aeródromos como Belaya en la región de Irkutsk y Olenya cerca de Murmansk, a miles de kilómetros de Ucrania. Imágenes satelitales de Capella Space y videos verificados por Reuters confirmaron daños significativos en al menos cuatro Tu-95 y dos Tu-22M3 en Belaya, mientras que en Olenya se observaron dos Tu-95 en llamas y un tercero impactado por una explosión. La operación utilizó 117 drones de visión en primera persona, lanzados desde contenedores modificados transportados por camiones dentro de Rusia, lo que permitió ataques a corta distancia.
Los Tu-95 Bear, diseñados en la década de 1950 por Tupolev, son bombarderos estratégicos de largo alcance propulsados por cuatro motores turbohélice. Entraron en servicio en 1956 y, aunque antiguos, siguen siendo cruciales para las Fuerzas Aeroespaciales Rusas como plataformas de lanzamiento de misiles de crucero Kh-55, Kh-101 y Kh-102. Cada avión puede transportar hasta 16 misiles, lo que los convierte en un componente clave del arsenal nuclear y convencional de Rusia. Antes del ataque, Rusia operaba aproximadamente 55 Tu-95, según el informe Military Balance 2025 del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. Videos confirmaron la destrucción de al menos cinco, con estimaciones de hasta 13 aviones destruidos y más de 40 dañados, incluyendo Tu-22M3 y un A-50 de alerta temprana.
La producción de los Tu-95 y Tu-22M3 cesó tras el colapso de la URSS en 1991, lo que hace imposible reemplazar las pérdidas. Rusia depende de su flota existente, que enfrenta desgaste y mantenimiento intensivo debido a su antigüedad. Los Tu-95 han sido modernizados para extender su vida útil hasta al menos 2040, pero su número operativo es limitado, con muchos en mantenimiento o actualizaciones. La operación ucraniana redujo la capacidad de ataque de largo alcance de Rusia y también expuso vulnerabilidades en la protección de activos estratégicos.
El ataque también afectó otros aviones, como un An-12 de transporte en Olenya, y se reportaron daños en al menos un Il-76. Imágenes de la base aérea de Belaya mostraron neumáticos colocados sobre las alas de los Tu-95 como medida defensiva improvisada, lo que no evitó las pérdidas. Rusia trasladó previamente sus bombarderos a bases remotas como Olenya en el Ártico y Belaya en Siberia tras ataques ucranianos en aeródromos cercanos a la frontera, como Engels. Sin embargo, la operación del 1 de junio demostró la capacidad de Ucrania para infiltrar drones en territorio ruso profundo, utilizando tácticas innovadoras.
Impacto del ataque en la flota estratégica rusa
- Al menos cinco Tu-95 Bear confirmados destruidos en Olenya y Belaya, con estimaciones de hasta 13 aviones estratégicos perdidos.
- Daños confirmados en cuatro Tu-22M3 Backfire en Belaya, según imágenes satelitales de Capella Space.
- Un A-50 Mainstay de alerta temprana destruido, reduciendo la capacidad de detección rusa.
- 117 drones utilizados, lanzados desde contenedores en camiones a corta distancia de los objetivos.
- Pérdidas valoradas en aproximadamente 7 mil millones de dólares, según estimaciones ucranianas.
El rol del Tu-95 en la estrategia rusa
El Tu-95 Bear, conocido por la OTAN como Bear, fue diseñado para rivalizar con el B-52 estadounidense durante la Guerra Fría. Su capacidad para transportar armas nucleares y misiles de crucero lo convirtió en un pilar de la disuasión estratégica rusa. A lo largo de la guerra en Ucrania, los Tu-95 han lanzado misiles de crucero contra objetivos ucranianos desde bases como Olenya, ubicada en la península de Kola. Su diseño robusto permite operar en condiciones extremas, pero su antigüedad requiere mantenimiento constante. La pérdida de incluso un pequeño número de estos aviones representa un golpe significativo, ya que solo una fracción de la flota está operativa en un momento dado debido a ciclos de mantenimiento.
Rusia también opera el Tu-160 Blackjack, un bombardero supersónico más moderno que entró en servicio en 1987. Con capacidad para 12 misiles Kh-55 o 24 Kh-15, el Tu-160 es el bombardero más grande en servicio, pero solo cuenta con menos de 20 unidades operativas. La producción modernizada del Tu-160M, con nuevos motores y aviónica, avanza lentamente, con pocas unidades entregadas. La dependencia de Rusia en los Tu-95 y Tu-160 se ve agravada por los retrasos en el bombardero de próxima generación PAK DA, aún en fase de desarrollo y sin fecha clara de entrada en servicio.
El ataque ucraniano expuso la vulnerabilidad de las bases aéreas rusas, incluso aquellas consideradas seguras por su lejanía. Los drones, transportados en camiones y lanzados desde pocos kilómetros de los objetivos, evitaron las defensas antiaéreas rusas. Videos mostraron drones impactando directamente los tanques de combustible de los Tu-95, causando incendios devastadores. La operación marcó un hito en el uso de drones baratos, con costos estimados en 600 dólares por unidad, para destruir aviones valorados en más de 100 millones de dólares.
Las bases atacadas albergaban una concentración significativa de la flota estratégica rusa. Un informe de mayo de 2025 indicó que Olenya alojaba hasta 40 Tu-22M3, 11 Tu-95 y cinco An-12. La decisión de Rusia de dispersar sus bombarderos a estas bases buscaba protegerlos tras ataques previos en Engels, pero no anticipó la táctica ucraniana de infiltración terrestre. La operación también dañó la percepción de invulnerabilidad de los activos estratégicos rusos, afectando su postura de disuasión.
Consecuencias a largo plazo para Rusia
La destrucción de los Tu-95 reduce la capacidad de Rusia para realizar ataques de largo alcance con misiles de crucero, una táctica frecuente en la guerra contra Ucrania. Con la producción de los Tu-95 y Tu-22M3 cerrada desde 1991, las pérdidas son permanentes a corto y medio plazo. La flota de Tu-160, aunque más avanzada, es insuficiente para compensar la reducción de bombarderos operativos. La modernización del Tu-160M no alcanzará un ritmo significativo en el futuro cercano, y el PAK DA enfrenta retrasos que podrían extender su desarrollo más allá de 2030.
Imágenes satelitales de Planet Labs y Umbra confirmaron la magnitud del daño en Belaya, donde siete bombarderos estratégicos, probablemente cuatro Tu-22M3 y tres Tu-95, fueron destruidos. En Olenya, videos mostraron múltiples aviones en llamas, incluyendo un Tu-95 identificado como RF-94257. La operación ucraniana infligió pérdidas materiales y también demostró la capacidad de atacar activos estratégicos en cualquier parte de Rusia, desafiando la seguridad de las bases remotas.
El ataque del 1 de junio de 2025 marcó un punto de inflexión en la guerra. La pérdida de los Tu-95 Bear, un símbolo de la proyección de poder ruso, tendrá repercusiones en la capacidad de Rusia para mantener su ritmo de operaciones aéreas. Mientras tanto, Ucrania continúa perfeccionando sus tácticas, aprovechando la tecnología de drones para contrarrestar la superioridad numérica rusa.
Las Fuerzas Aeroespaciales Rusas enfrentan ahora el desafío de proteger sus activos restantes, posiblemente redistribuyendo bombarderos a bases aún más remotas o invirtiendo en defensas antidrones. Sin embargo, la operación ucraniana demostró que incluso las ubicaciones más alejadas no son inmunes, lo que obliga a Rusia a replantear su estrategia de protección de activos estratégicos. La guerra en Ucrania sigue redefiniendo el uso de drones en conflictos modernos, con implicaciones para la defensa antiaérea global.