Samu atraviesa por un momento decisivo de su carrera. A sus 21 años recién cumplidos es el referente del ataque de un equipo de la aristocracia futbolística como el Oporto, ha cerrado con una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París su etapa en las categorías inferiores de la selección, y se estrena como delantero de la absoluta en una fase final con esta Final Four de la Nations League en al que puede ganar su primer título. Y para un momento tan especial, el ariete ha tomado la decisión de usar el apellido materno, Aghehowa, para honrar a su madre.
Hijos agradecidos
“Me he cambiado el apellido porque mi madre nos ha dado la vida y ha puesto en juego la suya para sacarnos adelante. Lo ha dado todo para que mi hermana y yo tuviésemos la mejor vida posible. Creo que se merecía que se me conociese por su apellido. Ella se lo merece todo y espero hacer grandes cosas para que su apellido sea muy conocido”, apunta Samu con una timidez que contrasta con el 1,93 de su imponente planta. “Yo he sido un jugador muy humilde y mi madre me ha enseñado a tener siempre los pies en la tierra. A no creerme más que nadie por estar donde estoy, sobre todo ahora. Mi madre nos lo ha inculcado con su ejemplo”, añade el delantero nacido en Melilla.
El ariete del Oporto no es el único en esta selección que reivindica el papel materno en su vida y su carrera futbolística. Fabián Ruiz, Nico Williams y Lamine Yamal también han señalado a sus madres como las culpables de su éxito deportivo. “La figura de la madre es muy importante, pero no solo para nosotros, sino para cualquiera. Nico, Lamine y yo tenemos ascendencia de otros continentes. Y por venir de donde venimos, nuestras madres no la han tenido fácil para darnos una buena vida. En esta selección presumimos de madres porque hemos visto cómo han renunciado a muchas cosas para dárnoslas a nosotros. Les estamos muy agradecidos y queremos que se sepa”, afirma Samu categóricamente.
Nico, Lamine y Samu conformarán la delantera del futuro en esta selección multicultural en la que se siguen rompiendo tabús, por más que sigan produciéndose episodios racistas en nuestro fútbol. Samu, que también los ha sufrido, prefiere mirar adelante: “He tenido algún problema de racismo, pero creo que no merece la pena recordarlo. Aunque seamos de otra raza o nuestra ascendencia sea diferente, Nico, Lamine o yo nos sentimos españoles porque lo somos. Yo nací en Melilla y me crié en Sevilla, Nico entre Pamplona y Bilbao, Lamine es catalán… Por eso estamos aquí, representando a este país y vamos a darlo a todo siempre por dejar a España en lo más alto. Porque somos españoles”.
Una España multicultural
Esta joven selección ha naturalizado la aparición de jugadores de otra raza, origen o creencia, algo que Samu entiende que “es normal porque es algo que ya ha ocurrido en Francia. Aquí en los campos de fútbol, igual que en las calles, cada vez hay más gente de color. Vivimos en sociedades multiculturales y España no es diferente. Estoy convencido de que España no es un país racista, pero como en todos lados hay gente que sí lo es. Que Nico, Lamine y yo estemos en la selección no va a normalizar nada. Se normaliza porque en la sociedad española hoy en día tenemos gente de muchas ascendencias y culturas”.
Lamine, Nico y Samu, en el entrenamiento de la selección en Las Rozas / RFEF
Samu presume de “mantener con Lamine y Nico una relación especial. Parece que nos conocemos de toda la vida. Estoy muy cómodo con ellos y agradezco cómo se esfuerzan por ayudarme a integrarme en el grupo. Ellos tienen más experiencia aquí y es un lujo para alguien que ha vivido lo que yo en el fútbol, poder estar con ellos». De los dos destacaría «su humildad, son dos chavales normales. Como futbolistas son dos de los mejores de Europa y lo que tenemos que hacer es disfrutar de ellos. ¿Lamine, Balón de Oro? Creo que se lo merece y ojalá lo pueda ganar. Pero creo que tampoco tiene que tener prisa porque va a ganar todos los que quiera. Tiene un don”.
El delantero, al que la presidenta del Nervión, su primer club, le pagaba una prima de cinco euros por cada gol para que se pudiera pagar el autobús hasta casa, viene de marcar 25 tantos y dar tres asistencias en el Oporto en su primera temporada en O Dragao. “Es el primer año en un club muy exigente y creo que he cumplido los objetivos personales que me había marcado. Pero colectivamente no ha ido tan bien, por eso ahora esperamos quitarnos ese mal sabor de boca en el Mundial de Clubes”.
Granda, Vitoria, Madrid, Oporto… A sus 21 años no ha parado de hacer maletas, algo que confiesa “es complicado para un chaval como yo porque solo llevo dos años como profesional. Pero son cosas que pasan en el fútbol y que te hacen aprender de cara a lo que viene. Me toca ser una esponja porque todo lo que aprenda ahora me forjará como futbolista y persona para el futuro”. En su corta, pero exitosa carrera en el fútbol hay un jugador que le ha marcado mucho: “He tenido la suerte de compartir vestuario con gente veterana que me ha ayudado mucho. Pero si tengo que decir un nombre, diría Kike García porque me ayudó mucho en el Alavés. Ha sido un padre futbolístico para mí, sigo en contacto con él y siempre me da consejos porque nadie conoce mejor el oficio de delantero. Me he alegrado mucho la permanencia del Alavés y celebro todos los goles de Kike”. Es Samu Aghehowa, ‘el bien nacido’, porque ya lo dice el refrán “de bien nacidos es ser agradecidos”.