Hace un año pocos sabían en Polonia quién era Karol Nawrocki, un historiador nacido en Gdansk hace 42 años. Este 2 de junio se ha confirmado su victoria en las presidenciales polacas. «Ganaremos y salvaremos Polonia», dijo convencido durante el recuento, incluso cuando el primer sondeo le era desfavorable.
Desde 2021 era director del Instituto de Memoria Nacional, que abraza narrativas históricas nacionalistas. Lideró los esfuerzos para derribar monumentos al Ejército Rojo soviético en Polonia. Antes había estado al frente del Museo de la Segunda Guerra Mundial en Gdansk.
Sin trayectoria política Karol Nawrocki fue designado «candidato ciudadano» a la Presidencia, aunque en realidad es el elegido por Jarosław Kaczyński, quien mueve los hilos en el partido Ley y Justicia (PiS) para suceder a Andrzej Duda. Resulta llamativa la elección en un partido que ha estado ocho años en el poder. Pero unos pecaban de elitistas y otros podían esconder casos de corrupción en el armario.
¿Las cualidades de Nawrocki? De origen humilde, fuerte, encarna los valores más tradicionales frente al liberal Trzaskowski. Nawrocki ha insistido en retratar a Trzaskowski como si fuera de la izquierda woke cuando es un liberal desde el punto de vista social. En uno de los debates le colocó la bandera del arco iris para identificarle con los defensores de los gays frente a los patriotas como él.
Adoptó a Daniel, de 22 años, primer hijo de su esposa, Marta, y juntos tienen otros dos, Antoni, de 15, y Katarzyna, de 7. Fueron juntos a votar en la primera vuelta. Nawrocki dio la sorpresa y se quedó a menos de dos puntos del alcalde de Varsovia, gran favorito. Los chicos le acompañaron el último día de campaña. Finalmente ha ganado por 370.000 votos a Trzaskowski, que fue reelegido alcalde de Varsovia hace apenas un año.
El candidato del pueblo
Desde que salieron a la luz una serie de escándalos, ha reforzado su imagen de buen padre de familia. Primero se publicó cómo había abusado de un anciano en Gdansk que le cedió su vivienda y acabó en un asilo. Después se reveló en los medios polacos cómo de joven había trabajado como guardia de seguridad en el Grand Hotel de Gdansk y obtenía dinero extra facilitando prostitutas a los clientes. Ha denunciado al medio que lo publicó, pero no ha recurrido al procedimiento electoral que tendría que haber dictaminado en 24 horas.
También se le vio en el debate con Trzaskowski ingiriendo una bolsita de nicotina y acabó divulgando los resultados de un test de narcóticos. Como en el caso de Donald Trump, a quien vio a principios de mayo, no parece que nada de esto importe a sus votantes, que le ven como una víctima del establishment.
El primer ministro, Donald Tusk, se empleó a fondo contra él por todos estos turbios asuntos, lo que hace prever un choque constante con el Gobierno. Tampoco lo va a poner fácil en la relación de Polonia con Ucrania. Rechaza que se integre en la OTAN y exige la exhumación de las víctimas polacas de Volinia. En su último mitin de campaña prometió que daría mucha guerra al Gobierno de Tusk.