La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Polonia, celebrada el domingo, dejó un resultado incierto, ya que una encuesta a boca de urna de Ipsos mostró al alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, con una ventaja de apenas 0,6% sobre su rival, Karol Nawrocki.
El sondeo situó a Trzaskowski, de 53 años y respaldado por la Coalición Cívica, en 50,3%, mientras que Nawrocki, de 42 años, obtuvo 49,7%. Con un margen de error de ±2%, la contienda permanece demasiado cerrada para declarar un ganador.
“Por un margen estrecho, vencimos”, afirmó Trzaskowski ante sus seguidores tras conocerse los resultados preliminares. Nawrocki, apoyado por el presidente saliente Andrzej Duda y el presidente estadounidense Donald Trump, se mostró igualmente confiado: “Esta noche ganaremos. Venceremos y salvaremos a Polonia”, declaró en su mitin electoral. La comisión electoral estatal anunciará el recuento oficial el lunes, aunque los resultados podrían conocerse antes.

En la primera vuelta del 18 de mayo, Trzaskowski obtuvo 31% y Nawrocki cerca de 30%, superando a otros 11 candidatos. Los terceros y cuartos lugares, Sławomir Mentzen y Grzegorz Braun, proporcionaron a Nawrocki una base de votantes más amplia para la segunda ronda. Nawrocki, historiador y boxeador aficionado, aseguró el apoyo de Mentzen al firmar compromisos como rechazar la entrada de Ucrania en la OTAN o el envío de tropas polacas.
También cortejó a Braun, cuya campaña incluyó discursos antisemitas. Braun, conocido por apagar velas de Janucá en el parlamento en 2023 y por interrumpir un minuto de silencio por el Holocausto, recibió de Nawrocki promesas de combatir “ataques” de estudiosos del Holocausto y de eliminar tradiciones como el encendido de velas de Janucá en el palacio presidencial.


Una victoria de Nawrocki fortalecería al partido Ley y Justicia, que gobernó Polonia de 2015 a 2023, y podría desencadenar nuevas elecciones parlamentarias. Su campaña, sin embargo, enfrenta críticas por supuestos vínculos pasados con figuras criminales y por su participación en peleas callejeras, aunque él niega las acusaciones y describe las peleas como “nobles”.
Estas revelaciones no han mermado su apoyo entre votantes que buscan restricciones migratorias, valores conservadores y mayor soberanía frente a la Unión Europea. “Polonia debe trazar su propio rumbo”, expresó Agnieszka Prokopiuk, ama de casa de 40 años, en Biala Podlaska.
Por otro lado, un triunfo de Trzaskowski impulsaría la agenda progresista del gobierno de Donald Tusk, con posibles reformas como uniones civiles para parejas del mismo sexo y la flexibilización de la prohibición del aborto. Tusk, tras votar en Sopot, destacó la relevancia de estas elecciones. Katarzyna Malek, votante de 29 años en Varsovia, apoyó a Trzaskowski por considerarlo más competente y capaz de fomentar el diálogo y reducir tensiones sociales. “Quiero menos división y más cooperación”, afirmó.


La Coalición Cívica, que respalda a Trzaskowski, atrae a votantes liberales de áreas urbanas, mientras que Ley y Justicia, detrás de Nawrocki, tiene fuerte apoyo en zonas rurales y conservadoras del sur y este de Polonia. Estas regiones, más pobres, sienten marginación, un sentimiento que Ley y Justicia ha capitalizado.
El presidente polaco, en una nación de 38 millones con una economía en crecimiento, tiene poder para vetar leyes, lidera las fuerzas armadas y puede influir en la investigación histórica al aprobar cátedras académicas. En 2019, Duda, alineado con Ley y Justicia, rechazó nombrar a Michal Bilewicz, investigador judío, como profesor titular.
Nawrocki, director del Instituto de la Memoria Nacional, promueve narrativas que exaltan el victimismo polaco y deslegitiman estudios sobre el antisemitismo. En 2018, Polonia aprobó una ley que prohíbe culpar al país por crímenes nazis, lo que, según críticos, ha restringido la investigación histórica.