Félix Mojón llegó al Balonmano Zamora el pasado 27 de mayo de 2024 para tomar las riendas del club de los «Guerreros de Viriato» en un momento difícil. El gallego, que ha cerrado la temporada sin poder devolver al BM Caja Rural Zamora a División de Honor Plata, analiza la campaña y hace un repaso de su día a día en una nueva ciudad y un nuevo club.
Ha pasado algo más de un año desde su presentación como técnico. ¿Qué valoración hace?
La verdad, mi valoración es muy positiva en todos los aspectos. Especialmente, a nivel del primer equipo. Venía para dirigir al primer equipo en Primera Nacional y creo que hemos tenido un año bueno. No hemos puesto la guinda al pastel con el ascenso, pero estoy satisfecho.
¿Y a nivel de club?
También estoy contento. He tenido una muy buena experiencia con la base, desde el conjunto infantil que dirijo a la relación con el resto de entrenadores y con la ciudad. Zamora me ha sorprendido para bien. Es una ciudad pequeña, muy cercana y creo que me ha adaptado muy bien. Juntado todas las experiencias, mi valoración global es muy positiva.
Félix Mojón, ante el símbolo del Balonmano Zamora, Viriato. / José Luis Fernández
Echando la vista atrás, cuando llegó a Zamora. ¿Qué esperaba?
Sinceramente, algo más pequeño de lo que realmente me encontré. El club, por ejemplo, es mucho más grande de lo que aparenta desde fuera. Tiene la imagen de club serio, de entidad que hace las cosas bien, de nobleza y educación, que están ahí; pero, por dentro, la magnitud del club es muy grande. Y después, lo que representa dentro de la ciudad. Cuando nos íbamos a jugar la fase, paseaba por la calle y la cantidad de personas que no conocía y me deseaba suerte y ánimo… el apoyo de toda la ciudad es muy grande. Me ha sorprendido muchísimo y, ahora, entiendo que el club representa a esa gran masa social de esta ciudad.
En aquellos primeros instantes también pensaría en qué podría aportar. ¿Tenía claro que quería sumar al club?
Sí, sabía a lo que venía. Era una tarea difícil y creo que, aún está en marcha, porque como digo siempre, es un proceso. Y ese proceso siempre lleva su tiempo.
Aun así, ha tenido un buen primer paso.
Los resultados han venido bastante pronto. Los jugadores del primer equipo han entendido bien lo que se buscaba, lo han reflejado en pista y, solo faltó la guinda. Sin embargo, se ha avanzado mucho en el camino y, a nivel de modelo de juego dentro del club, todo ha ido muy bien. Es más lento, pero se ha crecido también en ese sentido.
Pero, también es más satisfactorio.
Sí. Ahora mismo, los entrenadores preguntan y usan el modelo del primero equipo, ya quieren jugar de forma parecida. Por ejemplo, el equipo de David Gallego, jugador del Primera Nacional, cada vez su estilo se parece más al sénior. Para mí, ese es el gran éxito, más que lo logrado por los más mayores.
En ese proceso del que habla, también hay parte de adaptación. Al club, a la ciudad… ¿A qué le costó más acostumbrarse?
No sé, quizá el carácter zamorano -ríe-. Lo noto y me lo habían avisado. Esa forma de ser con un toque triste, un poco pesimista… Yo soy más alegre, más positivo. Me gusta ver el lado bueno y cuando tenía conversaciones me encontraba con respuestas pensando en futuros pesimistas. Eso me sorprendió un poquito.
Quizá el descenso también acentuara esa visión. Le costaría cambiar esa dinámica, ¿no?
Fue lo que más me costó, darle la vuelta a esa sensación de pesadumbre. Es fruto del peso que han dejado los últimos años, que han sido negativos, pero era necesario eliminar ese «sambenito» que era el «va a salir mal, va a salir mal».

Félix Mojón, junto al carnero de la estatua de Viriato. / José Luis Fernández
¿Lo ha conseguido?
Creo que hemos dado un pequeño giro a eso, que hay un pensamiento más positivo. El ejemplo está en la fase de Córdoba a la que fueron un centenar de zamoranos con ilusión y alegría pensando que íbamos a conseguir ascender.
Ese cambio era necesario y se logra, como los resultados, con trabajo. ¿Cómo ha sido el día a día, tanto con el primer equipo como en el resto de áreas?
Ha sido duro, pero satisfactorio. Ha requerido una cantidad de horas de trabajo brutal y, a veces las cosas salen, a veces no salen tan bien. Lo positivo es que siempre he notado crecimiento y que, en especial dentro del primer equipo, la línea ha sido ascendente; hubo progresión.
¿Dónde notó esa mejora más?
Especialmente, cuando el equipo ha vivido los momentos más duros. Por ejemplo, antes de Navidad cuando encajamos tres derrotas fuera de casa consecutivas y el entorno dejó un poco de creer. Ahí, el equipo se rehizo y se repuso con más fuerza para vivir su mejor momento con once victorias consecutivas. Eso fue lo más positivo.
Ese habitual «espíritu Viriato» parecía haberse perdido, pero de su mano y con sus ideas parece haberse reencontrado ¿Ha sido fácil fusionar su estilo con la identidad del Balonmano Zamora?
Sí. Yo soy hombre de club y me adapto a la entidad en la que estoy. Aunque, también es justo decir que me lo han puesto fácil. Tenemos una cultura similar y eso ha ayudado. El club y yo compartimos la cultura del trabajo, el esfuerzo y el sacrificio.
Pero habrá algún secreto más.
He podido trabajar con el modelo de juego que quería. En ningún momento se me ha puesto ninguna traba o se ha puesto en duda. Siempre me sentí apoyado, tanto a nivel de estilo, como de esa filosofía que Iñaki, como presidente recalca siempre. «No vale ganar a cualquier precio», suele decir y estoy de acuerdo, también es mi idea. Y, aunque la interpretamos de diferente forma o en diferentes campos, hace que todo encaje a la perfección.
A nivel de juego, el equipo arrancó bien para, después de titubeos, terminar como una apisonadora. ¿Fue difícil llegar a ese nivel?
Es cierto que al principio ganábamos con holgura y eso hizo que, sin querer, se levantara el pie del acelerador. Es normal, el día a día es duro, cuesta y, cuando a nivel cuantitativo, tienes los resultados, te relajas. Trabajamos mucho en ello, a nivel anímico, para cambiar eso. Para pensar más en lo cualitativo, insistiendo e insistiendo en cada acción. Más en cómo hacer gol que si la pelota entra o no. Y esa labor hizo que el final de temporada fuera tan bueno, a un nivel altísimo.

Equipo y afición del Balonmano Zamora, juntos en Córdoba. / Balonmano Zamora
Desde fuera parece que hay un punto de inflexión en la temporada, la derrota en Avilés. ¿También percibió un cambio tras ese partido en el equipo?
Sí, es probable. Veníamos de perder en Soria y Oviedo, pero la derrota en Avilés fue un golpe duro. Creo que ahí los jugadores se dieron cuenta de que hacía falta algo más, que no podíamos dejarnos ir. Había falta combatir la inercia y, ellos, se unieron, aprovecharon ese momento y salieron reforzados.
Ese podría ser un mal momento de su temporada, pero ¿cuál ha sido el peor momento para Félix este curso?
Sinceramente, el peor momento en el que más he sufrido, y creo que todos, fue la lesión de Felipe. Fue el golpe más duro. Ocurrió en un partido importante y jugando muy bien a un jugador que es un «crack». Un chico estupendo, muy querido y que trabaja un montón. Al verlo sufrir en pista, todos sabíamos que iba a ser una lesión grave, y nos dejó a todos helados.
Por contra, durante una temporada con tan buenos resultados habrá disfrutado de otros instantes muy buenos. ¿Es la victoria ante BM Galdar, con la ilusión por las nubes, el mejor de ellos?
Podría ser uno, pero no es el mío. Para mí, el mejor momento de la temporada es el triunfo en casa contra Vetusta y la victoria de la segunda vuelta ante Torrelavega. Esos partidos, porque le prometí a los jugadores que si ganábamos, ya estábamos en la fase y ellos cumplieron con creces. Fueron nuestro mejor momento, ante rivales muy duros, logrando dos victorias de mucha dificultad con trabajo duro, sacrificio y mucho entrenamiento. Dos partidos que nos dieron aplomo y confianza para después.
Una vez finalizada la temporada, ya se proyecta una nueva. Una campaña en la que vendrán nuevos retos. ¿Tiene claro donde quiere llegar? ¿Visualiza lo que hay que hacer para ello?
A la espera de lo que ocurra próximamente, yo creo que la línea debe ser continuista. Hemos avanzado y, como digo siempre, estamos en un proceso que lleva su tiempo es una evolución. La idea debería seguir dando pasos en ese camino. Las bases están sentadas, el equipo sabe a lo que tiene que jugar. El objetivo, por tanto, debería ser dar un pasito más. Nos quedamos cerca del gran objetivo, ahora tendríamos que lograr el reto que nos propongamos, sí o sí.
Con el bagaje ya de toda una temporada en el club puede ya valorar qué necesita el Balonmano Zamora este verano, más allá de jugadores o cambios en la plantilla. ¿Que sería necesario para llevar el equipo y el club al siguiente nivel?
Equipo y club tienen necesidades diferentes. Por lo que respecta al equipo, está claro que todavía carecemos de cosas. Pero, a día de hoy, somos un equipo de Primera Nacional, eso no hay que olvidarlo.
¿Y qué haría que el equipo diera un salto?
Aunque el club trabaja muy bien y, a nivel administrativo, los jugadores están muy bien en Zamora y gozan de mucha seguridad y tranquilidad en todos los aspectos, creo que se puede evolucionar en el campo del trabajo. A nivel físico tenemos que poner más de nuestra parte, por ejemplo. Yo hago de preparador físico además de técnico y, por tanto, es un área en la que podemos crecer y es importante que mejoremos. También, quizá, en el trabajo individual sobre puestos específicos como es la portería, donde este último curso nos hemos carecido de la forma para mejorar y evolucionar. Aun así, repito, la base es excelente y el equipo va por buena línea.
¿Y a nivel de club, qué mejoraría de cara al próximo curso?
Quizá que los entrenadores nos formemos un poquito más, todos, para que sigamos creciendo. No me refiero a sacar más títulos, quizá tengamos que unirnos más, sentarnos más veces juntos a la mesa para que todos vayamos un poco más en la misma línea. Intentar que haya menos «lagunas», que cada equipo no juegue a su manera y que poco a poco haya unas señas de identidad reconocibles en todos los equipos.
¿Un «estilo Balonmano Zamora», por así decir?
Sí, más o menos -sonríe-. La idea es que, si el equipo infantil B del Balonmano Zamora va a Burgos, cualquiera pueda reconocer en pista el club al que pertenece; que el equipo de Zamora Infantil B vaya a Burgos y se le reconozca, pero lleve la camiseta que lleve. Que digan: «Este es el Zamora», sin género de duda. Yo creo que esa es la línea un poquito a seguir.
Sería lógico pensar que para representar a Zamora hay que conocerla. ¿Qué tal este año en la ciudad, más allá del mundo del balonmano y el deporte?
La verdad es que poco tiempo tengo para disfrutar de Zamora. No hace muchos días, Sergi y yo acabamos dando un paseo por las aceñas y esa zona del río. Es preciosa, es otra de esas «joyas» que tiene Zamora y nos sorprendió a ambos por ser otra de esas muchas cosas que no hemos podido ver a lo largo del año. Lo que si es cierto que, aunque poco, todo lo que conozco hasta ahora de la ciudad, me ha encantado.
«Zamora es pequeña, cercana y todo lo que conozco hasta ahora de ella me encanta.
Hay mundo más allá del balonmano.
Para mí, fuera del contexto deportivo, creo que todos deberíamos conocer la ciudad en la que vivimos. Sus historias y sus detalles. Entonces, de lo primero que hice, tanto por creencia personal como también por deseo de mi mujer, ha sido intentar conocer Zamora. Y ha sido una experiencia muy positiva tanto para mí como para ella. Creo que todos tenemos que conocer la ciudad en la que vivimos. Entonces yo lo primero que hice fue involucrarme con la ciudad para entenderla mejor.
¿Qué ha hecho para acercarse a Zamora fuera de las pistas?
He realizado diversas visitas guiadas para conocer un poquito la historia de la ciudad, un poquito los sitios más representativos y emblemáticos. Eso te ayuda un poquito más a conocer la historia de la ciudad y la cultura de la misma. Te da un contexto. De hecho, me pareció algo tan enriquecedor que, después, los jugadores también lo tuvieron que hacer porque creo que también es bueno para ellos. Para que el escudo pese, tenga más valor. Es bueno que ellos sepan bien qué representan, que conozcan la ciudad por la que juegan; su historia, su cultura y las personas de las que son imagen cuando están sobre la pista.

Félix Mojón, entrenador del BM Zamora, en la estatua de Viriato. / José Luis Fernández
¿Ha descubierto ya cada rincón de la ciudad?
No, como ya dije, el tiempo ha sido limitado. Pero, el año que viene, intentará buscar más huecos de ocio para conocer un poco más de las intrahistorias de Zamora. No solo conocer la historia detrás de Viriato, las características de la Catedral o el Castillo. Quiero conocer un poco más la vida de Zamora, porque eso seguro que me ayudará más en mi trabajo.
Y, en esas miras, ¿está también la provincia? Quizá eso llevaría al balonmano a extenderse un poco más y crecer alrededor de Zamora.
Sí, sin duda. Me encantará acércame a otros puntos de esta provincia; y, desde luego, sería importante para el club poder seguir creciendo y lograr hacerlo de forma sostenible fuera de la capital. De todos modos, Zamora es una provincia muy grande y resulta complicado.
Bueno, ya hay camino hecho, ¿verdad?
Tenemos presencia en Tábara y en Sanabria, donde hacemos actividades y desarrollamos parte de nuestra pretemporada. Sin embargo, creo que sería un reto importante y bonito de llevar a cabo acercarnos a otras localidades de importancia como Benavente o Toro. Dos núcleos más grandes a los que poder dar valor dentro del mundo del balonmano. Sin embargo, aunque sería importante, creo que hay que ir paso a paso. Lo primero que tenemos que hacer es terminar de estructurar el proyecto del primer equipo y la base de cara al próximo curso. Una temporada que será importante.
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