Las acereras estadounidenses se han disparado en Wall Street espoleadas por la decisión del presidente Donald Trump de duplicar los aranceles al acero y el aluminio, hasta el 50%, desde este miércoles, 4 de junio.
Así, compañías como Cleveland-Cliffs (+23,16%), Nucor (+10,10%) o Steel Dynamics (+10,27%) han celebrado en bolsa el nuevo giro comercial del mandatario republicano.
«No queremos que el futuro de Estados Unidos se construya con acero de mala calidad de Shanghái; queremos que se construya con la fuerza y el orgullo de Pittsburgh», señalaba Trump en un mitin celebrado el pasado viernes, precisamente, desde una fábrica de acero en Pittsburh, en el estado de Pensilvania.
En este sentido, los analistas creen que, detrás de esta medida, se encuentra el fallo del Tribunal de Comercio Internacional contra los aranceles recíprocos, algo que no ha sentado nada bien al presidente de EEUU.
«Considerando la alta dependencia de las importaciones de EEUU, los aranceles tendrán un impacto significativo: inflacionario en EEUU y deflacionario en el extranjero. Además, Creemos que el aumento de los aranceles al aluminio y al acero también aumenta el riesgo de que se impongan aranceles de importación al cobre. En general, en lo que respecta a los metales industriales, mantenemos nuestra postura establecida», valora Carsten Menke, investigador Next Generation de Julius Baer.
De hecho, el experto remarca que la «ambición» de Trump de revitalizar las industrias del aluminio y el acero se remonta a su primera presidencia, con un éxito muy limitado. «La producción estadounidense de aluminio ha descendido a los niveles de la década de 1950, en gran medida debido a la desventaja de los mayores costos energéticos, especialmente en comparación con Canadá. La industria estadounidense del aluminio está estrechamente vinculada a Canadá, ya que el procesamiento inicial se ha trasladado al norte de la frontera durante las últimas décadas, mientras que el procesamiento final se ha mantenido en Estados Unidos».
«Dudamos que los aranceles de Trump generen cambios significativos, ya que no tenemos noticias de ningún compromiso por parte de los productores estadounidenses de aluminio para invertir en capacidad nacional de fundición y refinación. El impacto de los aranceles se sentirá principalmente a través del aumento de las primas físicas estadounidenses, que los usuarios nacionales pagan además de los precios de referencia internacionales. De esta manera, los aranceles serán aún más inflacionarios en EEUU, haciendo subir los precios de los coches y las latas, y deflacionarios en el exterior, ya que los exportadores tendrán que encontrar nuevos compradores fuera de EEUU», añade.
Respecto a la situación en la industria siderúrgica, Menke considera que es algo similar, aunque no tan grave. Si bien la producción aumentó tras la primera presidencia de Trump, ahora ha disminuido significativamente con respecto a los niveles alcanzados en 2018 o 2019.
«En términos generales, ni el mercado del aluminio ni el del acero tienen limitaciones de oferta. Por el contrario, el exceso de capacidad que se prolongó durante un año en China resultó en un aumento de las exportaciones, una competencia extrema en los mercados internacionales y, en última instancia, en los aranceles de la Sección 232. En este contexto, prevemos que los precios del aluminio y el acero mantendrán una tendencia estable o ligeramente a la baja durante los próximos meses. Por último, creemos que el aumento de los aranceles para el aluminio y el acero también aumenta el riesgo de que se impongan aranceles de importación de la Sección 232 al cobre, cuya investigación aún está en curso», comenta.
Por su parte, Ipek Ozkardeskaya, analista sénior de Swissquote, estima que la renovación de los aranceles sobre el acero y el aluminio probablemente enfríe las negociaciones entre la UE y EEUU.
«Las exportaciones de metales de la UE a EEUU representan alrededor del 1% de sus exportaciones totales, pero la medida aún podría tener graves consecuencias para el ya de por sí atribulado sector industrial europeo. Un asunto pendiente…», concluye.