Unos 270.000 estudiantes se presentarán en los próximos días a la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). En la mayoría de comunidades, incluidas Madrid y Euskadi, los exámenes tendrán lugar los días 3, 4 y 5 de junio. Una semana más tarde llegará el turno de los estudiantes catalanes (11, 12 y 13 de junio). Ellas y ellos se enfrentarán a la selectividad más incierta, la primera que rompe los moldes de los exámenes covid y poscovid y la primera en tener criterios de corrección más o menos unificados en todo el territorio. El modelo competencial (en el que Cataluña lleva la delantera) impregnará las pruebas, que tendrán una estructura parecida aunque las preguntas y el contenido serán diferentes en cada autonomía.
Una PAU idéntica en toda España, una vieja batalla del PP, no es posible dado que cada autonomía tiene sus propios currículos académicos. Pero la selectividad camina hacia una homogeneización, que será palpable este año y más lo será todavía en 2026 después del acuerdo alcanzado entre todas las universidades para armonizar la selectividad. La homogenización pasa por celebrar los exámenes en unas fechas similares (antes las fechas eran dispares) y por tener una estructura parecida, igual que sucede con los criterios de corrección.
Este año se rompe con el modelo de la pandemia y la pospandemia, donde los aspirantes podían elegir, en cada asignatura, entre hacer el examen A o el B. Ahora no. Ahora solo habrá un examen por asignatura. Es decir, se reduce la opcionalidad que se instauró para ‘facilitar’ las cosas a los estudiantes tras el covid. Que haya un solo examen por asignatura es una manera de ‘obligar’ al alumnado a estudiar todo el temario y no dejar nada en el cajón. Todos los ejercicios de un examen serán obligatorios aunque algunos pueden presentar opcionalidad interna. Los exámenes tendrán preguntas de respuesta abierta (que exige redacción), semiconstruida (respuestas más breves o, simplemente, relacionar conceptos) y cerradas (tipo test). Estas últimas no podrán suponer más del 30% de la prueba.
El tribunal no solo juzgará si la respuesta a cada pregunta es correcta. También se tendrá en cuenta la presentación y la coherencia del texto redactado, así como la corrección gramatical, léxica y ortográfica. Hasta ahora, cada comunidad penalizaba las faltas con criterios propios. Por ejemplo, cinco faltas penalizaban medio punto en Cataluña y dos en Madrid. A partir de este año, la penalización será homogénea y podrá llegar al 10% de la nota. En Cataluña, la sanción alcanzará el 20% para las materias de lengua.
Habrá cuatro exámenes: lengua y literatura, inglés, historia de España o de la filosofía (a elegir) y la materia específica de la modalidad de bachillerato cursado. En Cataluña, como en el resto de las comunidades con lengua oficial, habrá además un quinto examen del idioma (lengua y literatura catalana).
No todas las preguntas de cada examen puntúan lo mismo. Hay algunas que suman más puntos que otros (todo viene especificado en la prueba). Los estudiantes pueden alcanzar una nota máxima de 10. La nota global de la PAU también tiene un 10 como máximo, pero se pueden sumar hasta cuatro puntos más y llegar a 14 realizando lo que se llama la ‘fase específica’. Es decir, los exámenes voluntarios. Se puede hacer uno, dos o tres (o ninguno) y los alumnos tienen permiso para elegir entre varias asignaturas, incluidas las no cursadas durante el bachillerato.
Las ponderaciones sirven para dar más valor a la calificación obtenida en la PAU en algunas materias de bachillerato si están relacionadas con el grado que el aspirante quiere estudiar. Por ejemplo, para acceder a una ingeniería, asignaturas como matemáticas pueden tener una ponderación de 0,2, mientras que otras materias menos relacionadas tendrán un 0,1 o no se considerarán. Para Derecho, puntúa más economía o historia de España que otras materias. Todo esto está perfectamente estipulado en las webs oficiales de cada autonomía. Las notas de corte que cada facultad tiene para poder entrar no se calculan en función de la complejidad de la carrera sino que es una cuestión de oferta y demanda. Si hay mucha demanda y poca oferta de plazas, la nota de corte será mayor.
Tanto para la fase general como la específica, la duración de los exámenes de cada materia no cambia: 90 minutos con media hora de descanso entre uno y otro. En el caso de que al alumno le coincidan dos materias en la misma franja -lo que puede pasar con las materias de la fase para subir nota-, las pruebas se realizarán de forma continuada, sin salir el aula entre examen y examen.
En la PAU 2025 se mantienen todos los elementos compentenciales de los exámenes realizados hasta ahora, recuerda el canal Universitats de la Generalitat. En sus respuestas, el alumnado debe mostrar saberes concretos, capacidad de gestionar la información mediante el análisis, interpretar los diversos tipos de fuentes, razonar críticamente y ser capaz de resolver problemas. Es decir, no es lo mismo que el estudiante tenga que repetir un capítulo entero del libro de historia sobre el posfranquismo a que conteste este otro tipo de pregunta: «Soy un defensor de la democracia en Cataluña después de la muerte de Franco y quiero convencer a un amigo para que se sume a mi lucha. Haz una relación, con criterios históricos, de los argumentos y utiliza temas como la clandestinidad, asociaciones de vecinos, amnistía y autonomía».
Más allá de la forma, entrando en el contenido, una de las novedades de este año en la PAU de Cataluña, muy polémico cuando se anunció, a final del curso pasado, es la eliminación de las lecturas obligatorias tanto en catalán como en castellano. No habrá preguntas concretas sobre los libros obligatorios, como ocurría hasta ahora, sino que se contestará a cuestiones literarias más amplias.
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