Kazim la ha destruido durante años y, aunque siguen bajo el mismo techo, Esme ha empezado a derrumbarse. Le ha dicho a su hija que necesita ayuda, pero esconde su verdad más oscura: una noche estuvo a punto de matarlo.
Durante años ha callado. Ha fingido normalidad por sus hijas. Ha sonreído cuando en realidad solo quería huir. Pero ahora su mente le está pasando factura. Los pensamientos oscuros han empezado a ganar terreno. Y Esme siente que ya no puede más.
Inquieta por lo que está sintiendo, se ha acercado a su hija Suna. Le ha confesado que quizás debería ver a un psiquiatra, aunque no ha entrado en detalles. Pero en su mente aún retumba aquella noche en la que estuvo a punto de matar a su marido con un cuchillo mientras dormía.