El levantinismo que corre por las venas de Pablo Sánchez alcanzó su máximo esplendor cuando Carlos Álvarez la clavó en la mismísima escuadra para conseguir el ascenso a Primera División en El Plantío. Décadas de sentimiento granota afloran en el haber del presidente, pero lo que vivió en Burgos forma parte, junto al día que alcanzó el cargo que ostenta en la actualidad, del mejor momento que ha experimentado como levantinista. Por mucho que, sobre todo en las dos primeras temporadas, el pesimismo haya abundado en la travesía del Levante en Segunda, Pablo Sánchez confió siempre en el potencial de su equipo tanto en las buenas como en las malas. Sin embargo, y sin ser un ritual, ya que considera que no es necesario molestar a las divinidades por cuestiones futbolísticas, sintió que a su Levante le hacía falta una ayuda desde arriba. En el ya inolvidable 25 de mayo de 2025 amaneció en la Basílica de la Virgen de los Desamparados. Y en el 80’, confesó en SUPER que rezó un Ave María y una Salve desde el palco de El Plantío. El resto, forma parte de historia para el Levante. Convencido de que diseñarán un equipo aguerrido, Pablo Sánchez se prepara para recibir a los mejores equipos de España, pero, en su nuevo viaje por la élite, esta vez en calidad de presidente, su mayor ilusión es ganar muchos partidos y, sobre todo, ver lleno el Ciutat cada domingo.
Ha pasado una semana desde el ascenso en Burgos, pero sigue mostrando un rostro de absoluta felicidad.
Y tanto. Es una película con un final muy feliz. De tensión, emoción, cambios de humor… pero, claro, empieza el partido y te marcan enseguida. Después de fallar un penalti, empatas y te marcan otra vez. Y, de repente, cambia todo. Brugué marca un gol espectacular y el equipo dice: «Esta es la mía». Y fue hacia arriba hasta conseguir ese gol de Carlos, que fue increíble.
Esa reacción del equipo no es muy común. Otros hubieran decidido protegerse y conservar el punto. Bendita locura.
Lo hemos hecho en muchas ocasiones: ir a por todas en los últimos minutos y conseguirlo. ¿Por qué no lo íbamos a hacer otra vez? Era la oportunidad de no esperar más y de decidirlo todo en Burgos. Viéndolo con perspectiva, yo también habría ido a tumba abierta. Era el todo por el todo. Era tan bonito todo que no podíamos esperar una semana más. Había que culminarlo en Burgos.
Como presidente, en medio de la crisis económica actual, ha recibido su primera alegría.
Sí. Llevo casi dos años como presidente y, en esta etapa, lo único bueno había sido ser presidente del Levante. Por lo demás, ha habido muchas cosas malas, fundamentalmente el incendio de Campanar y la dana. Después, el equipo no estuvo bien la temporada pasada, pero este 2025 parecía que todo era un poco distinto. Una vez pasada la dana, y con el comienzo del año el equipo se ve arriba, siente una vibración buena, existe una gran sintonía con los aficionados… el Ciutat registra un mejor ambiente y una ilusión por volver a Primera tremenda. Ha terminado de la mejor manera posible. El final ha sido idílico. Es verdad que, desde que llegamos a la presidencia, se ha hecho un muy buen trabajo y un gran esfuerzo, pero en un camino lleno de dificultades. La situación era complicada. Salvable, pero complicada. A base de trabajo y una apuesta económica muy importante por parte de José Danvila estamos donde estamos.
¿Es verdad que fue a la Basílica de Los Desamparados a rezar antes de partir hacia Burgos?
Rezo por mí, por mi familia, por la gente que quiero y por muchas cosas. Creo que el fútbol no es lo suficientemente importante. Es algo muy bonito, pero molestar a la Virgen por temas de fútbol no me parece de recibo. Sin embargo, el día del partido, con 2-1, dije: «Madre, échanos una mano, por favor». Y recé un Ave María y una Salve en el palco. Junto al empuje de todos lo conseguimos.
¿Fue a la Basílica por superstición o por necesidad?
Un poco de todo. Fui el día del Elche, pero no le pedí nada. No obstante, funcionó. El pasado domingo sí fui a conciencia antes de ir al tren. A las 7:30 ya estaba ahí. Sentí que iba a merecer la pena.
¿Cómo vivió los minutos finales en El Plantío?
Sentí muchísima presión. Tanta que, cuando marcó Carlos el gol, me quedé en shock. Reaccioné de manera efusiva al tanto de Brugué, pero, con el de Carlos, me dejó en blanco por lo que significaba. Era el ascenso, además del minuto en el que lo hizo. No quedaba tiempo para nada más. Encima, tampoco me esperaba que Carlos le pegase ese ‘viaje’ a la escuadra, que fue espectacular. Reaccioné tarde, pero cuando fui consciente me puse a llorar como una magdalena.
¿Cuántas felicitaciones recibió?
Llamadas tuve uchas, pero, sobre todo, recibí mensajes. El número fue tan alto que me llegó a agobiar. Respondía con mensajes cortos, simplemente, porque tenía una barbaridad. Tenía 300, los respondía y seguía teniendo la misma cantidad. Fue una locura. Lo cual me alegra porque me demuestra, más allá de que la gente me tiene cariño, que hay mucha gente que quiere al Levante. Que se ha alegrado de que haya subido a Primera División. Creo que, en València, prácticamente todo el mundo se ha alegrado del ascenso del Levante. Es algo que nos merecíamos, que no conseguimos hace dos años y que todo el mundo vio cómo fue. Han visto que ese dolor y ese sufrimiento, de alguna manera, se han visto paliados con este ascenso. Somos un club simpático, humilde y que sabe estar en todas las situaciones. Probablemente ahí esté la clave.
¿Cuál le llamó más la atención?
Me llamó la atención que el primero en escribirme fue el presidente del Alavés. Me hizo mucha ilusión, ese mensaje me sanó. Recibí muchísimos más de otros equipos, pero me llamó la atención que el primero procediera del Alavés. Me demostró que el fútbol es un deporte muy bonito. Estoy convencido de que aquel fatídico 17 de junio de 2023 fue impresionante para ellos. Nuestra cruz ha sido su bendición.
Sin embargo, no solo se celebró, sino que se vio cómo el levantinismo se está expandiendo.
Lo que más me llamó la atención fue la entrada a la Basílica. Las calles estaban llenas de levantinistas, con una emoción incalculable. Daban las gracias a los jugadores y al entrenador. Además, con muchísimos niños. Y todo el mérito está en el trabajo que se ha hecho durante los últimos 15 años. Ahí hay que darle todo el reconocimiento a las anteriores directivas. Todo lo que tenemos hoy es el fruto del trabajo hecho. Ver no solo tantos niños, sino también chavales de 20 años es porque se hicieron socios en su momento. Es de agradecer, pero, si eres un buen aficionado, es algo lógico. Si eres de un equipo, lo serás en Primera División, en Segunda o en Tercera RFEF. Y los aficionados del Levante somos del Levante, esté donde esté.
¿La herida sufrida contra el Alavés ha cicatrizado?
Sí. Además, me gustaría que cicatrizasen todas las heridas. También, que los propios levantinistas cambiásemos la imagen del yunque de la adversidad. Somos sufridores, de un club pequeño, pero, a su vez, muy grande. Sin embargo, tenemos que pensar que somos capaces de hacer cosas bonitas. No hay que ir de chulo por la vida, pero no somos menos que nadie. Somos humildes, respetamos a todo el mundo, pero no le tenemos miedo a nadie. Hay muchos equipos de grandes ciudades de España que no han logrado lo mismo que nosotros. No somos ningún ‘pupas’, sino un club humilde que trabaja como el que más con tal de disfrutar del fútbol.
¿Cuánto ayuda la vuelta a Primera División en la recuperación económica del club?
Muchísimo. El espaldarazo económico es muy bueno, pero no nos podemos alejar de nuestra política de austeridad, de restricción económica y de máximo compromiso. Antes estábamos en Segunda con una estructura de Primera y ahora vamos a estar en Primera con una estructura de Segunda.
¿Por dónde se moverá la confección del equipo?
Hay que reforzar el equipo. Ya no estaremos en Segunda, sino en Primera. Nos tenemos que acercar a los mejores. La Primera División es muy difícil. De hecho, el otro día lo hablé con Calero y tiene toda la razón: si lo piensas, tienes dos partidos contra el Madrid, dos contra el Barça, dos contra el Atlético de Madrid, dos contra el Athletic Club… y dices… ¿cuántos vas a sumar? Que, al fin y al cabo, terminas sumando de un lado y de otro, pero es muy difícil. Hay que hacer un equipo competitivo porque en España están los mejores del mundo. Sin embargo, estoy convencido de que seremos un Levante competitivo y aguerrido, pero le tenemos que dar a Calero todas las armas para mantenernos.
¿Y qué espera de la nueva aventura del Levante en Primera?
Disfrutarla y que el estadio esté lleno todos los domingos. Estoy convencido de que será así porque noto que hay mucha euforia y mucho levantinismo en València. Y, partir de la fiesta que será cada fin de semana, ganar muchos partidos.