Al menos siete personas murieron y otras 69 resultaron heridas este sábado por la noche en la región rusa de Bryansk, fronteriza con Ucrania, después de que un puente se derrumbara sobre un tren de pasajeros que circulaba en dirección a Moscú. Cuatro horas más tarde, otro puente colapsó en la vecina región de Kursk al paso de un tren de mercancías, aunque en este segundo incidente no se registraron víctimas mortales.
El suceso ocurre en vísperas de una nueva ronda de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania promovida por Estados Unidos, que busca sentar a ambas partes en Estambul esta semana. Moscú ha confirmado su disposición a participar, pero Kiev no ha asegurado aún su presencia, alegando que no ha recibido por parte del Kremlin las condiciones previas para discutir un alto el fuego.
Mientras los canales diplomáticos siguen bloqueados, el frente bélico continúa activo. En los últimos días se han intensificado los ataques con drones y los avances de tropas rusas en el este de Ucrania. Desde Washington, un senador demócrata ha advertido que Rusia podría enfrentarse a nuevas sanciones si bloquea el proceso negociador.
El Comité de Instrucción de Rusia (CIR), el principal órgano investigador del país, ha calificado ambos incidentes como “actos terroristas”. Las autoridades rusas han abierto una investigación por terrorismo y apuntan directamente a Ucrania como responsable. El gobernador de Bryansk, Aleksandr Bogomaz, explicó que la primera explosión ocurrió a las 22.50 hora local del sábado, justo cuando un tren con 388 pasajeros cruzaba bajo un puente en la línea entre Klimovo y Moscú. El desplome de la infraestructura provocó el descarrilamiento de varios vagones.
En Kursk, la segunda explosión tuvo lugar de madrugada, cuando un tren de carga pasaba por un puente ferroviario. Solo uno de los maquinistas resultó herido. El gobernador local, Roman Starovoit, confirmó el incidente, y la empresa estatal Ferrocarriles Rusos informó de que ha desplegado trenes de recuperación y equipos de emergencia en ambas zonas afectadas.
Desde el Kremlin, Vladímir Putin fue informado de inmediato por el Servicio Federal de Seguridad (FSB) y el Ministerio de Emergencias. Varios políticos rusos acusaron a Ucrania de intentar boicotear las negociaciones de paz. “Esto es claramente obra de los servicios especiales ucranianos”, afirmó Andrei Kartapolov, presidente del Comité de Defensa de la Duma, quien aseguró que el objetivo era “provocar una respuesta más dura de Moscú y sembrar el miedo antes de las conversaciones”.
En un mensaje en su canal de Telegram, el senador Andréi Klishas sostuvo que “la voladura del puente y el accidente del tren de pasajeros en Bryansk hablan de que Ucrania está dirigida por una organización terrorista”. A su juicio, “Ucrania ha dejado de ser un Estado y se ha convertido en un enclave terrorista”. También pidió crear una «franja de seguridad» en la frontera que impida futuras incursiones.
Desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, las regiones fronterizas de Rusia han sido objeto de repetidos ataques, en su mayoría con drones. Moscú acusa con frecuencia a Kiev, aunque no siempre presenta pruebas. En marzo de 2024, el Gobierno ruso ya culpó a Ucrania, sin respaldo documental, del atentado yihadista contra la sala de conciertos Crocus City Hall, que dejó 144 muertos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha exigido a las partes que hagan las paces y ha amenazado con retirarse si no lo hacen. Esto podría hacer recaer la responsabilidad de apoyar a Ucrania sobre los hombros de las potencias europeas.