Hay pueblos de Aragón que logran atraer visitantes no solo por su belleza, localización o patrimonio sino también porque se convierten en un refugio climático durante las olas de calor. Algunas localidades de Huesca o Teruel se convierten en un auténtico oasis donde los termómetros raramente alcanzan los 30 grados mientras la Ribera del Ebro se cuece durante las horas centrales del día.
El calor parece haberse adelantado más que nunca este 2025 con varias localidades de la comunidad, incluida Zaragoza, rozando los 40 grados durante los últimos tres días de mayo. El truco más usado por los aragoneses para aguantar el calor es huir de él. Los que tienen apartamentos en la Costa Dourada se escapan el fin de semana a Salou, Cambrils o Calafell. Misma estrategia siguen todos los que tienen casa en el Pirineo creando un gran ambiente en Jaca, Biescas o Benasque donde las temperaturas son más agradables.
Los menos afortunados en lo inmobiliario tienen como única alternativa hacer una escapada a algún lugar donde siempre haga fresco, aunque en el resto de Aragón estén sufriendo una dura ola de calor. La provincia de Teruel y la de Guadalajara suelen registrar todos los inviernos las temperaturas más bajas de España, sobre todo, en el triángulo del hielo formado entre la propia capital turolense, Calamocha, Molina de Aragón.
Nacimiento del río más largo de la Península Ibérica
En la propia provincia turolense también hay una zona que resiste al calor durante todo el invierno. Estamos hablando de la Sierra de Albarracín, una preciosa región que hace frontera con la provincia de Cuenca donde están situados algunos de los pueblos más bonitos de España. Famoso a nivel europeo es Albarracín con su precioso casco urbano que debes conocer al menos una vez en la vida. A pocos kilómetros de la capital de comarca se encuentra Frías de Albarracín, un bonito pueblo entre preciosos bosques con una sima, pinturas rupestres, una preciosa cascada y donde nace el río Tajo.
El municipio de Frías de Albarracín se encuentra en los Montes Universales y fue proclamado un pueblo independiente desde 1685. El cuero de alta calidad ha sido uno de los emblemas de la localidad turolense durante muchos años y los pastores lo usaban debido a su gran resistencia. El casco urbano de Frías de Albarracín está asentado sobre la ladera del cerro del Castillo, donde se han encontrado yacimientos históricos. El pueblo cuenta con casas de piedra, arcilla y sus edificios más emblemáticos son la Iglesia de la Asunción, de estilo neoclásico, y la ermita de San Roque, una de las más antiguas de la sierra.
Si decides escaparte hasta este rincón de Teruel tienes que visitar la Peña Rubia, el cañón de la Hoz y la cueva del Diablo. Tal como recuerda la Guía Repsol, en esta zona se encuentran ‘las pisadas del Diablo’, unas huellas grabadas en la piedra. Estas huellas, que parecen ser de un pie humano, han dado origen a la leyenda popular de que fueron dejadas por el diablo.
Monumento del Río Tajo / GUÍA REPSOL
En el término municipal de Frías de Albarracín, aunque ya haciendo frontera con Cuenca se encuentra el nacimiento del río Tajo, el más largo de la Península Ibérica, que desemboca en Lisboa después de más de 1.000 kilómetros. Se trata de un refugio natural único en toda España. Donde nace el río hay un monumento que es un homenaje a las tres provincias. Un toro que representa a Teruel, una estrella y un cáliz a Cuenca y el caballero a Guadalajara. Cerca de la zona hay varias fuentes que son ideales para una pequeña excursión como la del Berro o la del Buey.