En los últimos años, España ha visto crecer de forma significativa su población extranjera. No solo en las grandes ciudades, también en municipios pequeños, muchos de ellos rurales, donde la llegada de personas de otros países está ayudando a mantener vivos pueblos que, de otro modo, estarían al borde del abandono.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a principios de 2024 había 30 municipios en los que más del 50% de los habitantes habían nacido fuera de España. Una cifra que sorprende y que refleja una realidad que va más allá del turismo o de las grandes capitales.
Rumanía es la nacionalidad más presente en el pueblo
EL CURIOSO CASO DE FUENTE EL OLMO DE FUENTIDUEÑA: LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN ES RUMANA
El caso más llamativo es el de Fuente el Olmo de Fuentidueña, un pequeño pueblo de Segovia que encabeza esta curiosa lista. Según el INE, el 81% de sus vecinos son extranjeros, lo que lo convierte en el municipio con mayor proporción de residentes nacidos fuera del país. De sus 399 habitantes, 325 proceden de otros países, una cifra que rompe todos los esquemas.
Y lo más llamativo es que la mayoría de ellos vienen del mismo país, lo que ha dado lugar a una comunidad muy cohesionada que ha encontrado en este rincón de Castilla y León un nuevo hogar.

Fuente el Olmo de Fuentidueña esconde también mucha historia
Aunque las estadísticas oficiales no detallan el país exacto de origen de todos los extranjeros en este municipio, diversas fuentes locales apuntan a que la gran mayoría de los nuevos vecinos proceden de Rumanía. Llegaron hace años atraídos por el trabajo agrícola y, poco a poco, se han ido asentando con sus familias.
Algunos comenzaron trabajando en fincas de la zona, otros se han dedicado a la construcción o han puesto en marcha pequeños negocios. Lo cierto es que su presencia ha revitalizado la vida del pueblo: han reabierto casas que estaban vacías, han aumentado el número de niños en la escuela y han permitido que servicios básicos como la tienda o el bar sigan funcionando.
De sus 399 habitantes, 325 proceden de otros países, y la mayoría son de Rumanía
EL PARO, INEXISTENTE EN EL PUEBLO
Lo que sucede en Fuente el Olmo de Fuentidueña no es un caso aislado, pero sí es el más extremo. En muchos pueblos de España, especialmente en zonas despobladas como Castilla y León, la inmigración se ha convertido en una tabla de salvación. Gracias a estos nuevos vecinos, se recupera vida social, se organizan fiestas, se llenan aulas y se evita el cierre de servicios públicos.
En este pueblo segoviano, la convivencia entre la población local y los nuevos residentes es, en general, muy positiva. Aunque siempre puede haber retos, la integración ha sido clave para revitalizar la comunidad, que hoy presume de tener una mezcla cultural única y un ambiente activo difícil de encontrar en pueblos de su tamaño.
Fuente el Olmo de Fuentidueña no solo es famoso ahora por su singular demografía. También guarda un interesante patrimonio histórico y natural. Su origen se remonta al siglo XII, cuando ya era conocido como «Fonte de Olmo». En el siglo XIX añadió «de Fuentidueña» por su pertenencia a la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña.

El Puente del Arroyo de las Redondas, de Fuente el Omo de Fuentidueña
Entre sus atractivos destacan las ruinas de la Ermita del Humilladero, la iglesia de San Pedro en Cátedra, el antiguo puente medieval y la ermita de San Miguel. Un entorno con encanto que, sumado a su tranquilidad y bajo coste de vida, atrae a quienes buscan una vida más sencilla y cercana a la naturaleza.
El fenómeno de Fuente el Olmo de Fuentidueña invita a reflexionar sobre el papel que puede jugar la inmigración en la recuperación de la España vaciada. Lejos de ser un problema, la llegada de nuevos vecinos puede ser una oportunidad para repensar el futuro de nuestros pueblos.
Mientras algunos municipios luchan por mantener abiertos colegios o consultorios médicos, este pequeño pueblo segoviano muestra cómo la diversidad y la acogida pueden ir de la mano para construir comunidades más vivas y sostenibles.