La vejez que no llegó

Leía el pasado miércoles en este mismo periódico una entrevista al escritor Juan José Millás acerca de su último libro, ‘Ese imbécil va a escribir una novela’, y a la pregunta de ¿cómo llevas la vejez?, Millás respondía: «La vejez es un territorio ignoto, es un país sin cartografiar al que llegas un día sin saber nada. Es un proceso paulatino, no es que sea de repente, pero sí hay un momento en el que dices: ya he entrado y este es mi país (…) Sé que me moriré, lo tengo asumido y aceptado, no me importa, sin embargo sí tengo miedo a la decrepitud, la soportaré mal; no sé si la soportaré». Cuando leí esas palabras pensé que, sin haber llegado todavía a la vejez, pero avanzando sin miedo hacia ella, no podía estar más de acuerdo, porque la vejez no da miedo, la muerte en la vejez no da miedo, lo que más miedo da es la decrepitud, la soledad, la confusión de no saber quiénes somos, el olvido y la forma deformada con la que recordamos lo que fuimos y olvidamos lo que somos.

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