Novak Djokovic se marchó cojeando un día de Roland Garros y al siguiente ya estaba en una mesa de operaciones. Sucedió en 2024, cuando no se presentó a su cita de cuartos de final porque se había lesionado la rodilla derecha en su encuentro de octavos.
Otras circunstancias, porque tenía en su mente el oro olímpico que semanas más tardes se colgó en el mismo escenario. Pero, a sus 38 años, cualquier parón que solicita el serbio por asistencia médica paraliza este Grand Slam.
Acaba de ganar su título 100 en Ginebra, sigue aspirando a lograr el 25º de Grand Slam antes de poner fecha a su retirada. «Todavía no la hay», asegura en Paris. Está en la misión de lograr por cuarta vez la Copa de los Mosqueteros. Y continuará el sábado, contra el canadiense Denis Shapovalov o el austríaco Filip Misolic.
Porque la alarma se rebajó en cuanto la nueva cojera se debía a una ampolla en la planta del pie izquierdo, no a una torcedura de tobillo. La solucionó en los inicios del tercer set. Tras ser atendido recuperó el ‘break’ en contra y solucionó su compromiso con el zurdo francés Corentin Moutet, 26 años y nº 73, por 6-3, 6-2 y 7-6 (1) en 3h.05′, remontando punto de set con 5-6 en el tercer set.
Novak Djokovic, atendido de una ampolla en el pie izquierdo
Domó la Pista Suzanne Lenglen, la misma donde Jaume Munar había sido víctima de una encerrona en el quinto set con el francés Arthur Fils.
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Corentin Moutet se contuvo respecto a otras actuaciones. Rehuyó polémicas ante una leyenda, que no se metió en líos con la grada. No le convenía. Era un partido de alto riesgo a domicilio. Lo notó cuando tuvo que sacar con bola de set en contra con 5-6 en el tercero. Hubo miradas de mata a quien pretendía molestarle desde la grada. No fue a mayores porque lo salvó.
Su victoria número 98 en Roland Garros, a dos de su mejor balance en Grand Slam, los 99 del Open de Australia, a los que sacó más rendimiento ya que son diez títulos en Melbourne. En Wimbledon, 97 victorias, 90 en el US Open.
