Leire Díez.
Quiso el destino, rebájenlo a casualidad, que quien les escribe estuviera un día de octubre de 2014 en el Palacio de La Moncloa para una cita con un relevante miembro del Gobierno cuando estalló el caso del Pequeño Nicolás. Ya saben, aquel muchacho veinteañero que se iba presentando en sociedad como miembro del CNI, colaborador directo de la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y persona de confianza de varios ministros, instituciones y del propio presidente Rajoy. Allí se produjeron algunas conversaciones de urgencia sobre cómo afrontar el asunto ante la opinión pública. Existían distintos puntos de vista, pero un extremo en el que todos los interlocutores coincidían: había que salir inmediatamente a desmarcarse del personaje -sin excluir ningún nivel gubernamental- y sugerir que no se descartaba la vía judicial para intentar dejar claro que esto era una “fantasía”, un invento . Que el chaval actuaba por cuenta propia.
Los populares, que como evidencia la historia reciente tropezaron en muchos otros aspectos estratégicos y de comunicación a la hora de enfrentar escándalos, acertaron con el de Nicolás. “Se tiene que notar sin matices que ese no es uno de los nuestros, ni de broma”, repetían aquel día en La Moncloa. Hoy, nueve años después, en el palacio presidencial no hay un presidente del PP, sino uno del PSOE a quien no paran de explotarle petardos políticos en las manos que empiezan a adquirir forma de bomba, poniendo en riesgo su estabilidad en el Gobierno. El último de esos petardos venido a mayores se llama Leire Díez y, según apuntan desde el entorno de Pedro Sánchez sin demasiada energía, se ha metido en un gran lío aparentando trabajar para el PSOE cuando actuaba por cuenta propia…. Vamos, que nos la presentan como una ‘pequeña Nicolasa’ pero más crecidita.
Los hechos: La reciente grabación y difusión de una conversación entre Díez (que tuvo un cargo en el PSOE de Cantabria), el abogado Jacobo Teijelo y los empresarios investigados en dos casos diferentes en la Audiencia Nacional Javier Pérez Dolset y Alejandro Hamlyn ha destapado un intento de conseguir información comprometedora por parte de ella sobre el teniente coronel de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, Antonio Balas, responsable de las principales investigaciones que afectan actualmente al PSOE (caso Ábalos y los que salpican a la mujer y al hermano de Pedro Sánchez), y también del fiscal de Anticorrupción José Grinda, que acusa al mencionado Pérez Dolset.
Díez, además de teniente alcalde socialista en el municipio cántabro de Vega del Pas, ejerció entre 2018 y 2021 de jefa de Comunicación de Enusa, una empresa pública ligada al combustible nuclear. Después pasó a Relaciones Institucionales de Correos y más recientemente, según hemos descubierto con perplejidad, se encargaba de ofrecer arreglos con fiscalía a implicados en casos de corrupción a cambio de información sucia de aquellos que llevan investigaciones que perjudican al partido en el que milita.
¿Se arriesgaba así por cuenta propia? ¿Es una ‘pequeña Nicolasa’? ¿Seguía el ‘modelo Villarejo’ intentando recopilar información para después ponerla en valor ante quien le interesaba? ¿O trabajaba oficialmente y sin muchos escrúpulos para el partido? Ella niega ser «fontanera’ del secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, con quien se la relaciona, y se excusa señalando que todo esto sucedió porque estaba realizando un trabajo periodístico… como supongo que si les ha interesado este artículo como para leer hasta aquí han escuchado los audios de su polémica conversación, no necesito comentar nada más sobre este supuesto ejercicio de periodismo. No es necesario.
El Gobierno y el PSOE rechazan tener vínculos con Díez o haberla mandatado a actuar para beneficiarles. El problema es que han tardado mucho en hacerlo; le han puesto poca energía y gesticulación al desmarque y no han pasado de abrirle un expediente como militante. Y eso, después de mucha presión interna y externa.
El asunto Leire Díez le va a hacer más daño a Sánchez que los whatsapp filtrados de sus conversaciones con Ábalos, con permiso de este último. La simple difusión de la conversación en la que ella participa desactiva sin remedio cualquier crítica pasada, presente o futura que los socialistas puedan hacer a las actuaciones de la UCO, por ejemplo, con independencia de lo que cuestionen. La gestión para desacreditar a un jefe policial transmite desesperación. Los pasos que además se dieron para ayudar a desinflar a un fiscal anticorrupción al que personajes como Pérez Dolset quieren ver fuera de juego abre interrogantes muy oscuros. Periodistas de este grupo editorial se han puesto en contacto con Díez para preguntarle si cobró de este empresario por sus… ¿trabajos periodísticos?. Dice que prefiere no contestar, “por protección de datos”. Pues eso.