El Pentágono debate si el radar SAR en satélites puede reemplazar al E-7A Wedgetail, mientras la Fuerza Aérea defiende su flota de 26 aviones.
Debate en el Pentágono sobre el futuro del E-7A Wedgetail
El programa de la Fuerza Aérea de EE. UU. para adquirir 26 aviones Boeing E-7A Wedgetail, destinados a reemplazar la envejecida flota de E-3 Sentry, enfrenta una amenaza de cancelación mientras el Pentágono finaliza el presupuesto para el año fiscal 2026. Fuentes cercanas a las discusiones internas revelan que el núcleo del debate radica en la viabilidad de trasladar la función de indicador de objetivo móvil aerotransportado (AMTI) a plataformas espaciales equipadas con radar de apertura sintética (SAR), una tecnología que promete revolucionar la vigilancia aérea desde órbita. El 13 de mayo, el general Gregory Guillot, comandante del Comando Norte de EE. UU. y del Comando de Defensa, Aeroespacial de América del Norte, confirmó ante el Subcomité de Servicios Armados del Senado que satélites prototipo ya rastrean objetivos aéreos en movimiento, lo que intensifica la presión sobre el programa E-7A.
El E-7A Wedgetail, basado en el Boeing 737-700, es un avión de alerta temprana y control aerotransportado (AEW&C) que integra el radar Multi-Role Electronically Scanned Array (MESA) de Northrop Grumman. Este sistema permite la detección simultánea de objetivos aéreos y marítimos, con un alcance superior a 600 km en modo de búsqueda ascendente, y ofrece capacidades de comando y control de gestión de batalla (BMC2) operadas por una tripulación de 10 personas. La Fuerza Aérea firmó un contrato de 2.560 millones de dólares en agosto de 2024 con Boeing para desarrollar dos prototipos, con entregas previstas para 2028. Sin embargo, las propuestas del Pentágono para cancelar el presupuesto del E-7A y depender de satélites han generado preocupación entre los líderes de la Fuerza Aérea, quienes argumentan que las capacidades del Wedgetail son insustituibles en el corto y mediano plazo.
El general David Allvin, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, defendió la necesidad del E-7A el 6 de mayo ante el Subcomité de Asignaciones de Defensa de la Cámara de Representantes. Respondiendo al representante Tom Cole, Allvin destacó que el Wedgetail no solo detecta objetivos, sino que también procesa datos y coordina acciones tácticas, funciones que los sistemas espaciales aún no pueden replicar completamente. “Tenemos que hacer algo más que sensar; tenemos que sentir, dar sentido y actuar”, afirmó Allvin, destacando que el E-7A supera las capacidades del E-3 con mayor fiabilidad y tecnología avanzada. El distrito de Cole incluye la Base Aérea Tinker en Oklahoma, donde se basa la flota de E-3 y se espera que opere el E-7A, lo que añade peso político a la defensa del programa.
El interés en sistemas espaciales surge de avances en la tecnología SAR, que permite a los satélites generar imágenes de alta resolución y rastrear objetivos en movimiento. La Fuerza Espacial de EE. UU. ha realizado estudios para explorar constelaciones de satélites AMTI que ofrezcan cobertura global, con un enfoque inicial en el seguimiento de objetivos subsónicos, como los misiles de crucero Kh-102 de Rusia. Sin embargo, los desafíos técnicos son significativos. Los radares espaciales requieren una enorme generación de energía y aperturas de gran tamaño para igualar la relación señal-ruido de los radares AMTI montados en aviones como el E-7A, que operan a altitudes mucho más bajas. Además, el seguimiento de objetos supersónicos e hipersónicos sigue siendo un obstáculo tecnológico, lo que limita las capacidades actuales de los prototipos orbitales.
Datos clave sobre el E-7A Wedgetail y la tecnología espacial
- Contrato E-7A: La Fuerza Aérea firmó un acuerdo de 2.560 millones de dólares con Boeing en 2024 para dos prototipos, con un primer vuelo previsto en los próximos meses y entregas en 2028.
- Capacidad del MESA: El radar MESA permite vigilancia de 360 grados, con un alcance de más de 600 km y la capacidad de redirigir energía para mejorar la detección en sectores específicos.
- Flota planeada: La Fuerza Aérea busca adquirir 26 E-7A para 2032, frente a los 31 E-3 Sentry actuales, lo que implica una reducción en el tamaño de la flota.
- Prototipos espaciales: Satélites con SAR están demostrando capacidades AMTI, pero no pueden rastrear objetivos hipersónicos ni reemplazar las funciones BMC2 del E-7A.
- Presupuesto 2026: Las deliberaciones del Pentágono determinarán si se financia completamente el programa E-7A o se priorizan los sistemas espaciales.
Avances y limitaciones de la vigilancia espacial
Desde finales de la década de 1990, agencias del Pentágono han trabajado para migrar las funciones AMTI a órbita, buscando una vigilancia global persistente que reduzca la dependencia de aviones tripulados. Los comentarios del general Guillot durante la audiencia del Senado revelaron que “varios prototipos de sistemas” están en órbita, realizando demostraciones de rastreo de objetivos aéreos. Estas pruebas forman parte de los esfuerzos para integrar sensores AMTI en una futura arquitectura de Defensa, antimisiles, conocida como Golden Dome, aunque Guillot no detalló las especificaciones de los sensores ni los resultados específicos. La Fuerza Espacial confirmó su participación en estudios conceptuales para constelaciones proliferadas, diseñadas para detectar y rastrear objetivos subsónicos, pero reconoció que las capacidades actuales no cubren el espectro completo de las funciones del E-7A, especialmente en entornos de combate de alta intensidad.
El E-7A Wedgetail no solo proporciona detección de objetivos, sino también una suite BMC2 que permite a la tripulación procesar datos en tiempo real, desarrollar pistas de amenazas y coordinar intercepciones. Esta capacidad es crítica en escenarios de “lucha de alto nivel”, como lo definió el secretario de la Marina, John Phelan en su testimonio de febrero de 2025 ante el Senado. Phelan señaló que una revisión del Pentágono el invierno pasado evaluó la cartera de gestión conjunta de batallas aéreas, considerando alternativas como el Northrop Grumman E-2D Advanced Hawkeye, un avión turbohélice usado por la Armada de EE. UU. para misiones AEW&C desde portaaviones. Sin embargo, la Fuerza Aérea ha descartado al E-2D por su menor velocidad y altitud operativa, que no cumplen con los requisitos para reemplazar al E-3 o al E-7A.
La producción del E-7A ya está en marcha. En enero de 2025, el fuselaje del primer prototipo llegó a la planta de Boeing en Renton, Washington, donde se ensamblará antes de recibir modificaciones militares, incluyendo la instalación del radar MESA y sistemas de protección como dispensadores de bengalas y contramedidas electrónicas. Boeing planea producir al menos cuatro E-7A por año una vez que el programa alcance su capacidad total, aunque la fabricación del radar MESA, limitada a dos unidades anuales por Northrop Grumman, representa un cuello de botella. La Fuerza Aérea está invirtiendo en componentes de largo plazo para acelerar la producción y evitar demoras.
Paralelamente, la Fuerza Aérea explora mejoras para el E-7A, incluyendo un posible reemplazo del radar MESA por sensores avanzados como el Electronically-Scanned Multifunction Reconfigurable Integrated Sensor (EMRIS) de Northrop Grumman, que combina radar, guerra electrónica y comunicaciones. Una solicitud de información emitida el 15 de abril de 2025 busca tecnologías emergentes para un programa de desarrollo de ingeniería y manufactura (EMD) que comenzará en 2027, con el objetivo de integrar estas capacidades en los E-7A existentes o en nuevas plataformas AMTI/BMC2.
Contexto estratégico y programas alternativos
El debate sobre el E-7A se enmarca en una revisión estratégica del Pentágono para definir los requisitos de gestión de batallas aéreas en conflictos futuros, particularmente contra adversarios como China y Rusia. La Fuerza Aérea considera al E-7A una solución transitoria hasta que los sistemas espaciales alcancen madurez en la década de 2030, cuando se espera que constelaciones de satélites AMTI y indicadores de objetivos móviles en tierra (GMTI) asuman roles de vigilancia global. La Fuerza Espacial ya planea desplegar sistemas GMTI en la próxima década, pero la integración de AMTI en órbita enfrenta mayores obstáculos técnicos y financieros.
El E-3 Sentry, basado en el obsoleto Boeing 707, enfrenta crecientes problemas de mantenimiento y tasas de disponibilidad inferiores al 60%. Su radar rotativo APY, que tarda 10 segundos en completar una rotación, es significativamente menos avanzado que el MESA del E-7A, que ofrece escaneo electrónico instantáneo y vigilancia multidireccional. La transición al E-7A es urgente para evitar brechas en las capacidades de vigilancia y control, especialmente en regiones como el Indo-Pacífico, donde el general Kenneth S. Wilsbach ha abogado por una adquisición rápida.
Otros países, como Australia, Turquía, Corea del Sur y el Reino Unido, ya operan el E-7A con éxito. La Real Fuerza Aérea Australiana destacó el rendimiento del Wedgetail durante una misión de seis meses en 2024 en Alemania, apoyando a la OTAN en la vigilancia de amenazas rusas. NATO planea adquirir seis E-7A para reemplazar sus E-3 a partir de 2031, mientras que Arabia Saudita y Canadá han mostrado interés en el avión. Estas adopciones internacionales refuerzan la relevancia del E-7A, pero no garantizan su continuidad en el presupuesto de EE. UU.
El futuro del E-7A dependerá de las negociaciones entre la Fuerza Aérea, la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca y el Pentágono. Mientras los legisladores como Tom Cole insisten en mantener la capacidad aérea tripulada, la presión para priorizar soluciones espaciales crece, impulsada por los avances en SAR y la visión de una vigilancia global sin dependencia de aviones. La decisión final en el presupuesto de 2026 será crucial para determinar si el E-7A seguirá siendo el ojo en el cielo de la Fuerza Aérea o si los satélites asumirán un papel dominante antes de lo previsto.