Novak Djokovic superó con mucha facilidad la primera gran prueba en su camino en Roland Garros. El serbio superó a Corentin Moutet (6-3, 6-2 y 7-6) en 3:10 horas de partido impidiendo que ni el jugador ni el público francés pudieran llegar a meterse en partido en ningún momento, evitando una situación que podría haber sido más que complicada.
El ambiente de la Suzanne Lenglen y el siempre peligroso Moutet ponían a prueba la resistencia de un Djokovic al que su victoria en Ginebra le ha venido como agua de mayo para crecer en confianza en el momento importante de la gira de tierra batida.
Y eso que el partido empezó de la peor manera posible, con rotura a favor del tenista francés que encendió al público, pese a que rápidamente se dieron cuenta de que no era el día para meterle mano al serbio.
Sólido como sus mejores versiones, Djokovic fue trabajando poco a poco el partido dejando sin efecto alguno el juego de un Moutet que insistió una y otra vez con las dejadas para tratar de fundir al serbio.
Sin capacidad de respuesta a los contraataques de ‘Nole‘, el francés se fue desesperando poco a poco hasta ver imposible conseguir la machada, que ni con la incomodidad del serbio con las ampollas en el pie que le molestaron durante el tercer set, fue posible conseguir.
El serbio se las verá en busca de los octavos ante Shapovalov o Misolic.