Los dos grandes focos de tensión que enfrenta actualmente el mercado tienen nombres propios: aranceles y bonos. Por ahora, las bolsas resisten, pero reaccionan de forma inmediata a cualquier noticia que afecte a uno u otro.
En el frente arancelario, lo último es la decisión del Tribunal de Comercio Internacional de Estados Unidos, que bloqueó ayer miércoles los aranceles recíprocos impuestos unilateralmente por el presidente Donald Trump a decenas de países en abril. La Casa Blanca ha recurrido y parece que la última palabra la tendrá la Corte Suprema. Varios aranceles existentes sobre productos específicos, como el aluminio y el acero, no se ven afectados por la decisión de este miércoles, porque el presidente no invocó la IEEPA (Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional) para justificar su necesidad.
En cuanto a los bonos, la inquietud crece por la subida de las rentabilidades, tanto en Estados Unidos como, más recientemente, en Japón, alimentada por las crecientes dudas entre los inversores sobre la sostenibilidad de las elevadas deudas soberanas.
Fue la subida de las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense lo que acrecentó, en última instancia, las caídas en las bolsas tras el ‘Día de la Liberación’ a principios de abril, y provocó la decisión de Trump de pausar los aranceles recíprocos. Desde entonces, el mercado de deuda americano se vigila de cerca, especialmente tras la subasta de bonos del Tesoro a 20 años de hace unas jornadas al otro lado del Atlántico, que tuvo un mal resultado, y en medio del proceso de aprobación del plan fiscal de Trump (que supone incrementar aún más la deuda de EEUU, que se calcula actualmente en 37 billones de dólares).
Ahora, Japón se suma a la ‘fiesta’, con tensión también en sus bonos a largo plazo después de que ‘Reuters’ publicara hace varios días que el Ministerio de Finanzas ha distribuido una encuesta entre los participantes del mercado de bonos japoneses (JGB) sobre las cantidades de emisión, lo cual ha sido interpretado como un indicio de que podría ajustar a la baja la oferta de bonos para evitar más tensiones en el mercado. A esto se suma una subasta de bonos a 40 años cuya demanda cayó a su nivel más bajo desde noviembre.
Rabobank relativiza la situación y cree que lo que está ocurriendo en el mercado japonés de bonos no tiene que ver con una pérdida de confianza, sino con una combinación de varios factores. Aun así, reconoce que sigue de cerca los acontecimientos. Stephen Innes, socio gerente de SPI Asset Management, asume que la demanda de la subasta de bonos japoneses a 40 años fue débil, pero «no hizo sonar las alarmas». Los expertos de mercado, por ahora, prefieren ‘quitar hierro’ a los acontecimientos y no ser alarmistas, y las bolsas ‘compran’ sus argumentos.
El ministro de Finanzas de Japón, Shunichi Kato, ha declarado que la situación está siendo «monitoreada de cerca». Por su parte, el gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, ha afirmado que el BoJ “observará cuidadosamente los movimientos del mercado y su impacto económico”, y ha reconocido que “las fluctuaciones significativas” en los rendimientos de vencimientos súper largos pueden afectar a toda la curva de rendimientos.
«Aunque los comentarios del gobernador Ueda ayudaron a contener el aumento de los rendimientos de los JGB, sospechamos que el BoJ se mostrará muy reacio a modificar sus planes actuales, ya que esto se interpretaría como un cambio rápido en su política en respuesta a aumentos inevitables en los rendimientos», afirman los estrategas de MUFG.
«El BoJ está decidido a normalizar el marco de política monetaria, y no reaccionar sería la mejor señal de que las décadas de deflación moderada han llegado a su fin. Por lo tanto, la responsabilidad probablemente recaerá nuevamente en el Gobierno para abordar las preocupaciones sobre el déficit fiscal».
AMBOS ASUNTOS ESTÁN ÍNTIMAMENTE RELACIONADOS
Para Kathleen Brooks, analista jefe de XTB, los aranceles siguen siendo actualmente el principal catalizador del mercado.
Las noticias relacionados con estos son las que provocan movimientos más intensos en la renta variable, como las fuertes caídas del viernes pasado en Europa y EEUU tras el anuncio de Trump de aranceles del 50% a la Unión Europea (UE), y la reacción positiva en ambos mercados tras decir el domingo que pausaba la decisión hasta el 9 de julio.
Mientras el proyecto fiscal de Trump agrava el déficit presupuestario de EEUU, los ingresos por aranceles podrían ofrecer cierto alivio
El momento actual es de calma tensa con cierto sesgo optimista tras este ‘acercamiento’ entre EEUU y la UE, y también ante unas conversaciones comerciales con China que parecen continuar.
Con todo, aranceles y deuda están íntimamente relacionados. Samy Chaar y Filippo Pallotti, de Lombard Odier, escriben que, mientras el plan fiscal de Trump agrava el déficit presupuestario de EEUU, los ingresos por aranceles podrían ofrecer cierto alivio.
«Estimamos que un déficit del 6,3% del PIB en 2024 mejorará brevemente en 2025, antes de alcanzar el 7% en 2026 y seguir aumentando en 2027. En términos de deuda pública en relación con el PIB, y sin reformas fiscales adicionales, el proyecto (fiscal de Trump), junto con los ingresos por aranceles y tendencias a largo plazo como el envejecimiento poblacional, incrementarían esta ratio desde algo menos del 100% a finales de 2024 hasta un 120% dentro de una década»
Lombard Odier añade que no existe riesgo de impago por parte de EEUU y mantiene sus previsiones de crecimiento e inflación sin cambios dado que el proyecto fiscal de Trump se mantiene en consonancia con su escenario macro base.
«El proyecto ejercerá presión al alza sobre los costes de financiación estadounidenses, especialmente a largo plazo. En enero, ya incorporamos rendimientos estadounidenses más altos durante más tiempo a corto plazo, teniendo en cuenta las incertidumbres fiscales. Sin embargo, en este momento creemos que los rendimientos de EEUU incluyen una prima por plazo significativa; es decir, los rendimientos compensan a los inversores por el riesgo de mantener bonos con vencimientos más largos«.
«Consideramos que los bonos del Tesoro estadounidense ofrecen valoraciones atractivas, aunque reconocemos que cierta volatilidad a corto plazo es inevitable durante la tramitación del proyecto en el Senado. Nuestros vencimientos preferidos de bonos del Tesoro son los de alrededor de 5 años, que esperamos se beneficien más de la desaceleración del crecimiento y de los recortes de tipos por parte de la Reserva Federal en 2025″.