¿Puede Azerbaiyán romper el equilibrio regional con su alianza con Israel?

Bajo la visión y perspectiva global del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien continúa forjando conexiones antes consideradas improbables, Azerbaiyán ha llegado nuevamente a una encrucijada pivotal. Si Bakú decidiera unirse a los Acuerdos de Abraham, que normalizan las relaciones entre naciones árabes y musulmanas, Azerbaiyán obtendría un nuevo nivel de poder geopolítico que podría transformar drásticamente su posición diplomática actual.

La cuestión de la posible adhesión de Azerbaiyán a los Acuerdos de Abraham está generando un intenso debate dentro de la nación caucásica, involucrando a políticos, analistas y diplomáticos por igual. Tal decisión podría alterar el equilibrio de poder en Asia, Oriente Medio e incluso Europa.

Según el enviado de Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, Estados Unidos está actualmente en conversaciones con seis países musulmanes y árabes respecto a la normalización con Israel, entre ellos Azerbaiyán.

Sorprendentemente, estas conversaciones también incluyen a dos naciones con identidades árabes e islámicas profundamente arraigadas: Siria y Líbano. Esta información es asombrosa, especialmente considerando que hace apenas seis meses, fuerzas israelíes ingresaron en territorio libanés, y dada la larga y a menudo hostil historia entre Israel, Siria y Líbano (incluyendo la presencia israelí de 18 años en el sur del Líbano, el bombardeo del reactor nuclear de Siria, la captura de los Altos del Golán durante la Guerra de los Seis Días y numerosas guerras marcadas por animosidad mutua).

Este desarrollo sugiere que Estados Unidos, particularmente bajo el liderazgo de Trump, no tiene ni la paciencia ni el interés en seguir enredándose en conflictos religiosos y territoriales en los desiertos de Oriente Medio. En cambio, está buscando la paz a través de medios pragmáticos: dinero y un cuidadoso equilibrio de intereses. En otras palabras, Estados Unidos pretende inaugurar una nueva era de relaciones internacionales, especialmente en Oriente Medio.

Para Azerbaiyán, unirse a los Acuerdos de Abraham sería un movimiento altamente estratégico. Su relación con Jerusalén ya es cercana y cada vez más abierta, lo que genera hostilidad por parte de actores antisionistas y antisemitas, como la República Islámica de Irán. Esto significa que Azerbaiyán tiene poco que perder y mucho que ganar. Israel es el mejor amigo de Azerbaiyán después de Turquía, un hecho bien conocido en toda la región.

Azerbaiyán debería tomar como modelo la relación entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos. Incluso antes de los acuerdos, existían lazos, pero el acuerdo abrió la puerta para aprovechar plenamente el potencial de la relación. Tras la normalización, ambos países han fortalecido la cooperación en casi todos los sectores: inversiones, colaboración militar, turismo, tecnología, agricultura, energía verde e infraestructura.

Pero los beneficios de los Acuerdos de Abraham van más allá de lo económico. Reflejan una transformación más amplia en la política de Oriente Medio, en la que las ideologías nacionalistas y religiosas pueden ser gradualmente reemplazadas por intereses estratégicos, económicos y de seguridad. Estados Unidos está utilizando su poder e influencia para fomentar nuevas alianzas entre potencias regionales, asociaciones que, hasta hace poco, eran casi impensables. En este contexto, la economía tecnológica avanzada y las capacidades militares de Israel lo posicionan como un aliado valioso para aquellos que ahora lo ven como un socio estratégico potencial.

Muchos se preguntan qué puede ganar Azerbaiyán con los Acuerdos de Abraham. La respuesta: bastante. Desde una perspectiva energética, Azerbaiyán ya es un proveedor clave para Europa, habiendo exportado más de 12 mil millones de metros cúbicos de gas al continente en 2023. Esto lo convierte en una piedra angular de la seguridad energética europea. Al unirse a los Acuerdos, Azerbaiyán podría aumentar las ganancias de su sector energético y reforzar aún más su posición en Europa.

En términos de comercio, Azerbaiyán podría expandir su volumen con países de Oriente Medio, que totalizó 4.5 mil millones de dólares en 2023. Las relaciones normalizadas con los estados del Golfo podrían mejorar estas oportunidades y atraer nuevas inversiones económicas, como las del Fondo de Desarrollo de Oriente Medio.

En el ámbito de la innovación, Azerbaiyán podría acelerar significativamente su transformación digital en campos como la ciberseguridad, la inteligencia artificial, la tecnología agrícola y la tecnología sanitaria, especialmente a través de la cooperación con los dos actores más avanzados de la región en estas áreas: Israel y los Emiratos Árabes Unidos.

Geopolíticamente, Azerbaiyán fortalecería tanto su influencia en la región como el peso de sus decisiones estratégicas. El país está posicionado para convertirse en un actor clave en el Corredor Medio, una ruta comercial que se extiende desde Asia hasta Europa, evitando Rusia, Irán y el canal de Suez (y pasando por Kazajistán, el mar Caspio, Azerbaiyán, Georgia y Turquía), reduciendo la dependencia occidental de esas potencias.

Militarmente, expandir la cooperación con Israel proporcionaría beneficios tangibles. Israel ya es un proveedor significativo de armas para Azerbaiyán, ofreciendo armamento avanzado a precios amigables. A cambio, Israel gana un aliado bien armado ubicado directamente junto a su enemigo más formidable: Irán.

Si Azerbaiyán finalmente decide unirse a los Acuerdos de Abraham, sería uno de los movimientos más inteligentes que Bakú podría hacer, elevando a la nación al estatus de un actor geopolítico global. Más allá de su papel como mediador en diversos conflictos globales (Turquía-Siria-Israel, Rusia-Occidente), Azerbaiyán estaría posicionado para hacer negocios y construir asociaciones con numerosos actores internacionales influyentes.

Unirse a los Acuerdos reflejaría un cambio más amplio en la diplomacia global, uno en el que las potencias medianas y regionales están moldeando cada vez más su propio orden regional, en lugar de depender únicamente de dos o tres superpotencias globales para dictar la dirección del mundo.

La adhesión de Azerbaiyán a los Acuerdos de Abraham es mucho más que simbólica: no se trata solo de formalizar públicamente su relación con Israel. Para Estados Unidos e Israel, la participación de Azerbaiyán validaría la visión más amplia detrás de los Acuerdos de Abraham: un estado judío forjando lazos formales con las naciones árabes circundantes. Esto evoca la visión de David Ben-Gurión, el primer primer ministro de Israel, quien alguna vez imaginó trenes viajando desde Siria y Líbano a Egipto a través de Israel.

Para Azerbaiyán, unirse presenta una oportunidad única para acelerar el crecimiento económico, profundizar los lazos de seguridad y expandir su influencia diplomática. Y si firma, los Acuerdos de Abraham podrían evolucionar más allá de su alcance original, no solo como acuerdos entre estados árabes, sino como una base para una coalición pragmática de naciones que buscan prosperidad y paz.

Rachel Avraham es la directora ejecutiva del Centro de Diplomacia Dona Gracia y periodista con sede en Israel. Es autora de Mujeres y Yihad: Debatiendo los atentados suicidas palestinos femeninos en los medios estadounidenses, israelíes y árabes.

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