Más allá de los títulos -tres de cuatro, solo se quedó sin la Champions- y de ese fútbol divertido y atrevido -es ya referencia mundial de nuevo- no existe mayor tesoro -es intangible, pero se toca a cada momento- que la estabilidad. Y en un club volcánico, autodestructivo, que devoró a dos leyendas (Koeman y Xavi) en un par de años, como el Barça es una bendición. Flick, el hombre “de los ojos cristalinos y azules como el maestro Johan”, según lo definió el presidente Joan Laporta, ha irradiado serenidad desde el primer día.
Si hace un tiempo llegó un apasionado y fanático cruyffista a la casa de Beckenbauer -era Pep Guardiola quien tomó el mando del arrogante Bayern Múnich-, ahora ha llegado un tranquilo y exitoso alemán al hogar de Johan.
Es Hansi Flick, autor de una silenciosa revolución que se ha llevado por delante a Ancelotti -este pasado lunes ejerció en Río de Janeiro en su primer día de seleccionador brasileño-, provocando que Florentino Pérez se entregue a Xabi Alonso para reconstruir el Madrid.
El jardín de la infancia de Lamine
Buscan en el extécnico del Bayer Leverkusen al antídoto perfecto para desconfigurar la obra ‘flickniana’, que ha rozado la perfección. Una obra levantada en tiempo récord y de una belleza adictiva porque nadie quiere perderse su función, despertando a un barcelonismo pasivo que había dimitido de sus funciones.
No quería ni subir a Monjuïc, antes una montaña inhóspita, ahora la montaña de los prodigios. El jardín de la infancia de Lamine Yamal y sus amigos de la pandilla de La Masia.
Ha subido muchísima más gente (de 983.616 a 1.291.771 personas) elevando, al mismo tiempo, el promedio por partido: de 40.984 a 46.135 espectadores. El ‘efecto Flick’ ha provocado que el Barça haya aumentado en un 57% sus ingresos de taquillaje.
Lamine Yamal, durante el Athletic-Barça en San Mamés. / FCBARCELONA
El Madrid, y con Mbappé, ha asistido como privilegiado espectador a ese alumbramiento de un Barça contracultural, que ha vivido con un vértigo desconocido, rompiendo todo tipo de prejuicios. Capaz como ha sido también de convertirse en el tercer equipo más goleador de la historia del club. El primero sin Messi.
Ahí radica la verdadera noticia. Los dos anteriores tenían a Leo. Tanto Guardiola, con 190 goles en la temporada 2011-12, como Luis Enrique, quien disfrutó del ’10’ y del tridente, irrepetible tridente con Luis Suárez y Neymar, que anotó 176 en el curso 2014-15. Y ahí asoma el de Flick, con 174 tantos, impulsado por un trío de delanteros tan lejanos incluso generacionalmente como cercanos.

Raphinha y Lamine Yamal felicitan a Lewandowski tras uno de sus dos goles al Athletic en San Mamés. / FCBARCELONA
Entre Lewandowski (42 goles), un polaco que estaba en el ocaso de su carrera, Raphinha (34), un brasileño anónimo al que nadie quería hace unos meses en Barcelona, y Lamine Yamal (18), el bebe a quien bañó y bendecido Messi, han sumado 94 goles. Y si se hace recuento de su impacto, añadiendo las asistencias, se alcanza una cifra descomunal. El ‘tridente’ de Hansi ha participado en el 84% de los tantos del Barça.
El Barça de Flick, con 174 goles, es el tercer equipo más goleador de la historia del club. El primero sin Messi. Los otros dos son el de Guardiola (190 en la 2011-12) y el de Luis Enrique con Leo y el tridente (2014-15)
La serenidad, junto al método y el trabajo diario, de Flick ha dado títulos, ha llevado más gente que nunca a Montjuïc (250.000 espectadores más que con Xavi) y ha instalado la calma en el club, espantando cualquier signo de oposición allanando el camino para la reelección de Laporta en el próximo verano cuando se convoque la cita con las urnas.
Y en 10 meses ha elevado el valor de La Masia -donde antes se buscaba un Zubimendi él halló a Marc Bernal y Casadó-, situada, de nuevo, en el centro del proyecto de un Barça que ha sido un auténtico ‘tsunami’. En Madrid, y con Xabi Alonso, empiezan de cero. En Barcelona, no.

Un sonriente Flick saluda a Gerard Martín tras acabar la Liga en San Mamés con el Athletic-Barça. / FCBARCELONA
Se buscan retoques estratégicos y quirúrgicos para impulsar a un equipo indomable, que anula a sus rivales (38 goles invalidados por fuera de juego) porque solo sabe defender hacia adelante. Y con esa osadía ha cambiado Flick, que ha usado a 30 jugadores este curso (16 de la cantera), las reglas del juego desalojando al Madrid del poder en España, arrebatándole tres títulos en su cara y hasta la épica. Un alemán, que vive feliz en la casa de Cruyff, siente que «el viaje acaba de empezar»
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