El lavado de pollo con soluciones
cloradas, práctica habitual en Estados Unidos pero prohibida en la
UE desde 1997, ha vuelto al centro de la guerra comercial entre ambos
bloques. Con Donald Trump amenazando con aranceles del 50% a
productos europeos, el economista Emilio González, profesor de la
Universidad Nebrija, alerta en La Linterna de COPE sobre la
estrategia estadounidense: «Trump usa estos conflictos para
debilitar al adversario y obtener concesiones, pero detrás hay un
choque de filosofías: ellos priorizan la desinfección final;
Europa, la prevención desde la granja».
Mientras la Unión Europea defiende su
veto por riesgos sanitarios y ambientales, Washington insiste en que
es una medida «proteccionista». La polémica, sin embargo,
va más allá: afecta a la salud pública, el medio ambiente y los
estándares de bienestar animal.
Qué es ‘clorar el pollo’
El proceso, denominado Tratamiento
de Reducción de Patógenos, implica sumergir las canales de pollo en
agua con compuestos clorados (hipoclorito de sodio, dióxido de
cloro) tras el sacrificio. Su objetivo declarado es eliminar
bacterias como Salmonella o E. coli. Según el Consejo
Nacional del Pollo de EE.UU., «es seguro, no altera el
sabor y reduce enfermedades».
Granja de pollos
Pero la Agencia Europea de
Seguridad Alimentaria (EFSA) lo rechaza: «El cloro
enmascara la suciedad acumulada en granjas industriales, donde los
pollos viven hacinados entre heces y amoníaco» 7. Un
informe de 2008 añade que puede generar subproductos
cancerígenos como cloratos, persistentes en el organismo.
Qué dice la ciencia sobre el pollo clorado
Así, mientras la FDA y USDA (Estados
Unidos) aprobán concentraciones de hasta 60 ppm de cloro,
considerándolo inocuo, la Comisión Europea establece un límite
de 0.01 mg/kg de clorato en alimentos, alertando de daños
en la tiroides infantil.
Por su parte, algunos estudios
independientes pone en duda el empleo de cloro. Consumer Reports
(2014) detectó bacterias en el 97% de muestras de pollo
estadounidense, pese al cloro. El 50% contenía materia fecal,
mientras que la Universidad de Southampton reflejó en 2018 que el
cloro pone bacterias en «modo hibernación»,
haciéndolas indetectables en laboratorio pero activas al consumirse.
Emilio González lo resume: «Es un parche químico para un
sistema productivo insalubre. Europa exige vacunación y espacios
limpios; EE.UU. prefiere soluciones baratas al final».

Supermercado en Estados Unidos
El papel en la negociación de los aranceles
El conflicto ya escaló con las
negociaciones del TTIP (Tratado Transatlántico) y resurge ahora por
dos motivos. El primero es que Estados Unidos exportó el 16.5% de su
producción avícola en 2016, principalmente a México, Canadá y
Cuba, y Trump busca romper el veto europeo para ampliar mercados. Y
el segundo podría ser la presión política. Como señala Emilio
González en COPE, «Trump necesita éxitos comerciales para
compensar su caída en las encuestas”. “Venderá cualquier
acuerdo con Europa como una victoria», concluye.
Como resume Monique Goyens, de la
Organización Europea de Consumidores: «No tememos al
cloro, sino a que sea un pretexto para ocultar prácticas
inhumanas» 4. Con Trump en campaña y Europa en guardia, el
plato de fondo seguirá servido en la mesa de la geopolítica.