La empanada es una institución culinaria. Esa masa de pan rellena de carne, verdura o jamón y queso que se cocina en el horno o frita atraviesa las mesas de las clases sociales. Cada provincia de Argentina tiene su variante. Difieren por el tipo de ingredientes. Pueden incluir papa, huevo, aceituna y pasas de uva. Pueden ser también más picantes o jugosas. Y además pueden constituir un asunto político para la ultraderecha. Argentina no solo tiene su ‘criptogate’, en alusión a la estafa con activos digitales que señala a Javier Milei , sino su ‘empanadagate’. El presidente y su ministro de Economía, Luis Caputo, han montado en cólera después de que Ricardo Darín haya cuestionado el precio de una docena de esos productos.
Alrededor del anarcocapitalista había crecido cierta animosidad hacia el actor por el efecto que tuvo la versión en Netflix de ‘El Eternauta’. Darín encarna a Juan Salvo, el personaje principal del comic de Héctor G. Oesterheld, un guionista que desapareció junto con sus cuatro hijas al comenzar la última dictadura militar (1976-83). El lema de la serie, «nadie se salva solo», ha funcionado como un llamamiento fuera de las pantallas a superar la era del individualismo que comenzó en diciembre de 2023. Darín, sin embargo, ha hecho algo que ha provocado más fastidio: un comentario en un ciclo televisivo donde los famosos cenan con la nonagenaria diva del cine Mirtha Legrand. Cuando ella, la anfitriona, le pregunta a «Ricardito», a quien conoce desde sus días de galán, 45 años atrás, «cómo ve» el país, Darín opta por la ironía: «fantástico, fantástico». Se mofa de las medidas adoptadas por el Gobierno para que los ciudadanos saquen los dólares «debajo de los colchones» y los ingreses en el circuito legal sin ser penalizados. «La verdad no entiendo nada», dice, y entre las cosas que asegura comprender menos se encuentra el precio de 12 empanadas: «48.000 pesos (unos 42 dólares) y hay gente que la está pasando muy mal. No comprendo de lo que están hablando».
Hay empanadas que no tienen casi nada en su interior y las hay gourmet, que combinan sabores y placeres. Los precios varían y es posible que Darín, un exitoso actor y productor, consuma las más elaboradas. Pero también podría optar por un menú tradicional, más apropiado para su paladar. En una Argentina que es más cara que buena parte de las ciudades europeas y que tiene el segundo McDonald’s más costoso del planeta como consecuencia de un abaratamiento del dólar que es la matriz de la especulación financiera, hasta el precio de una comida popular puede ser sorprendente y menos accesible de las que ofrece en Barcelona Empanada simpática (unos 32 euros por docena).
Reacción del Gobierno
«Las empanadas no valen eso, Ricardito. Se quiso hacer el nacional y popular. Terrible lo de Darín. Una sorpresa. Me dio vergüencita ajena«, dijo Caputo. «Quédate tranquilo que la gente come empanadas ricas por 16.000 pesos (14 dólares)». Milei, en cambio, publicó en su cuenta de Instagram una imagen del actor realizada con inteligencia artificial en la que sostiene una empanada de oro. La ultraderecha, acto seguido, comenzó a descargar epítetos y difamaciones contra el protagonista de El Eternauta.
Darín suele ser esquivo a los comentarios de actualidad. Esta vez reaccionó, con su acostumbrada sobriedad. «Los precios están elevados, la gente lo sabe. Esto no tiene nada que ver con hablar mal del Gobierno y del señor Caputo, que me trató de Ricardito. Fue bastante despectivo para un funcionario público votado en democracia. Debería ser un poco más educado. No entiendo por qué me trata mal, con lo cual me estaría tratando de estúpido». Lo sucedido alrededor de un tema menor le permitió «comprobar cuánta gente hay cargada y que vuelca todo su odio». Y añadió: «Si empiezas a tener miedo a decir lo que piensas, empiezas a quedarte callado y eso no está bien porque estamos en democracia. Yo respeto al Gobierno, no le falto el respeto, hay que cuidar las formas. Si desde arriba no te tratan bien, es difícil sostenerlo abajo, nosotros estamos abajo, somos ciudadanos».
El peso del verbo odiar
Milei ha dicho que los argentinos «no odian lo suficiente» a los periodistas que lo critican. También ha convertido en blanco de sus berrinches a la cantante Lali Espósito, quien le dedicó una canción, ‘Fanático’, y en un reciente concierto en el que interpretó ese éxito imitó al presidente en su tradicional gesto con los dos pulgares hacia arriba. Ahora es Darín el que entra en la categoría de persona aborrecible por parte de la ultraderecha. Más allá de los enojos oficiales, el ‘empanadagate’ ha puesto en el centro de la escena una discusión que es cotidiana y se relaciona con el impacto de la inflación en los alimentos.
De acuerdo con el índice de precios al consumo de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA), en abril de 2025 el precio promedio de 12 empanadas fue 22.000 (19,24 dólares). En el local Mi Gusto se acercan a los valores señalados por Darín. Y hay incluso mucho más caras. En la actualidad, la media es de 26.000 pesos (23 dólares). Desde el inicio de la era Milei, consignó el diario ‘Ámbito Financiero’, los alimentos acumulan un incremento del 218%, mientras que el precio promedio de las empanadas subió más de un 240%.
El reciente debate refleja una paradoja: más allá de sus precios variados y de las posibilidades de encontrar productos huecos o sofisticados, por lo general, la empanada ya es para muchos argentinos la primera opción junto con la pizza y las pastas. Son aquellos que ya no pueden comprar carne como antes (salvo cuando la encuentran adentro de una empanada). En un país donde el churrasco o la tira de asado a la parrilla solían ser parte de un ritual de domingo, cada habitante mastica 48 kilogramos de carne anuales, muy lejos de los picos históricos que superaban los 100 kilogramos per cápita en décadas pasadas. Para encontrar una situación similar hay que remontarse a comienzos del siglo XX.
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