«Él me empujó dos veces porque según me dijo yo le había tocado la copa y le advertí para que no lo volviera a hacer, luego le pegué un puñetazo y cayó hacia atrás golpeándose la cabeza contra el suelo». Esta es parte de la declaración de un hombre que está acusado de un delito de homicidio imprudente, ocurrido en julio de 2024 en un bar del barrio del Toscal, en Santa Cruz.
La Fiscalía sostiene que debe imponerse una pena de seis años de prisión y lesiones agravadas concurriendo también antecedentes por delitos de lesiones. La acusación particular pide una condena de 8 años de prisión a tenor de la gravedad de los hechos y los antecedentes penales del acusado. Tanto Fiscalía como acusación particular también solicitan una indemnización de 140.000 euros a la viuda y 32.000 a la hija de la víctima. La defensa, en cambio, solicita que se imponga una pena de cárcel de dos años al estar ante un delito de lesiones con resultado de muerte involuntaria, y se tenga en cuenta el atenuante de intoxicación etílica y consumo de drogas.
Al principio de la vista se reprodujo un vídeo de las cámaras instaladas en el bar, situado en la calle de La Rosa donde se pudo observar lo que había ocurrido aquella noche. A pesar de ello, el acusado en la sala negó algunas de las evidencias que se habían mostrado en el vídeo a pesar de las preguntas realizadas por la fiscal.
El acusado aseguró que se preocupó por el estado en el que quedó la víctima, que se había llamado a la Policía y una ambulancia y que estaba en el lugar cuando los sanitarios y policías llegaron, pero se asustó y abandonó el lugar quedándose enfrente del local. Sin embargo, fue localizado en otra zona, cercana, pero escondido.
El acusado, al que le consta otra condena en 2010 por un intento de homicidio, dijo que aquel día celebraba su cumpleaños y llevaba bebiendo y consumiendo de cocaína desde las cuatro de la tarde hasta las 21:30 cuando se produjo el suceso.
Una de las cuestiones más extrañas que relató el acusado es que aseguró que la víctima, de 60 años, tenía los dientes postizos por lo que no se los pudo romper, lo que negaron los forenses quienes añadieron que la causa de la muerte no fue tanto el puñetazo «propio de un boxeador», sino más bien el golpe que la víctima se dio contra el suelo, antes de perder la conciencia.
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