Los investigadores registraron cómo los halcones adaptados al entorno urbano en New Jersey utilizan la señal de los semáforos, el cruce de peatones y la línea de vehículos para cazar con más eficacia. Se trata de uno de los comportamientos más avanzados identificados hasta ahora en aves rapaces.
El Dr. Vladimir Dinets, investigador de la Universidad de Tennessee, en Estados Unidos, ha documentado un sorprendente comportamiento en un halcón que vive durante el invierno en un entorno urbano: el ave aprendió a utilizar las señales sonoras de un semáforo peatonal para «generar» una fila de automóviles que le sirva de cobertura y, de ese modo, cazar con mayor éxito a sus presas.
El hallazgo, publicado en un nuevo estudio en la revista Frontiers in Ethology, demuestra la capacidad de este halcón para asociar estímulos humanos (el sonido del semáforo) con un efecto en el tráfico y, en consecuencia, aprovechar ese conocimiento para acechar a pequeños pájaros que se alimentan en los alrededores.
Según relata Dinets en una publicación de EurekAlert!, el investigador observó al activarse la señal del semáforo cómo se formaba una fila de vehículos que, en determinadas ocasiones, llegaba hasta un árbol pequeño cuyos alrededores servían de refugio para un halcón. En ese momento vio al ave emerger de la copa del árbol, volar rasante sobre la acera y, aprovechando la cobertura que brindaban los coches detenidos, lanzarse en picada sobre un grupo de gorriones y otras aves que se encontraban en el patio de una casa vecina.
Comprensión aguda de señales y distancias
Dinets explica que el halcón mostraba una comprensión clara de la relación entre la señal sonora y el tamaño de la fila de vehículos: el ave esperaba pacientemente en el árbol hasta que la fila alcanzaba la distancia necesaria para ocultarse y, recién en ese momento, se desplazaba a pie entre los coches para llegar al lugar donde sus presas se concentraban.
“Tenía que tener un mapa mental muy preciso del entorno, porque cuando la hilera de autos llegaba al árbol, el halcón ya no veía la vivienda donde cazaba: por eso necesitaba recordar exactamente dónde debía dirigirse”, aclaró el investigador. Como se trataba de un individuo joven, esto sugiere que el ave había arribado a la ciudad apenas unas semanas antes y, sin embargo, había logrado descifrar rápidamente el funcionamiento del semáforo peatonal y las pautas de desplazamiento de los vehículos.
Al año siguiente, Dinets observó a un ejemplar adulto llevar a cabo la misma táctica. Sin embargo, cuando la señal acústica dejó de funcionar y los residentes de la vivienda se mudaron, los halcones desaparecieron de la zona. Este comportamiento se suma a otros casos en los que diversas especies han aprendido a aprovechar la presencia de vehículos: los cuervos, por ejemplo, depositan nueces en carreteras concurridas para que sean trituradas por los neumáticos, según informa The Guardián.
Adaptación al entorno urbano
El halcón de Cooper (Accipiter cooperii) es una de las pocas aves rapaces que ha logrado adaptarse a la vida urbana con relativa soltura. Aunque habitualmente prefiere zonas boscosas, durante el invierno muchos ejemplares migran a ciudades, donde se enfrentan a múltiples peligros: edificios, cables, tráfico y la escasez de presas.
Referencia
Street smarts: a remarkable adaptation in a city-wintering raptor. Vladimir Dinets. Frontiers in Ethology (2025). DOI:https://doi.org/10.3389/fetho.2025.1539103
Sin embargo, esta capacidad de “leer” señales humanas y explotar patrones de tráfico para optimizar su caza ejemplifica la inteligencia y flexibilidad conductual de la especie, cualidades que podrían ser decisivas para su supervivencia en un mundo cada vez más urbanizado.
El estudio plantea interrogantes sobre el grado en que otros depredadores silvestres se están adaptando a entornos urbanos y cómo la presencia humana moldea sus estrategias de caza, además de evidenciar nuevos conocimientos sobre la cognición animal.