El tesoro es el tesoro

Un niño sostiene una fiambrera. / Shutterstock

Escribe el poeta brasileño Lêdo Ivo: “En su fiambrera / no lleva el obrero / ninguna metafísica. / Lleva pescado frito / arroz y alubias”. Mientras leo estos versos, la fiambrera se convierte de súbito en la metáfora de la caja craneal. ¿Qué lleva el obrero en esa caja? ¿Qué llevamos usted o yo? Obsesiones. Yo, en la fiambrera craneal, llevo obsesiones. La de llegar a fin de mes, por ejemplo. “Llegar a fin de mes”. Escuché tanto y tanto de pequeño ese sintagma que llegar a la Luna, comparado con llegar a fin de mes, me parecía una gilipollez. Recuerdo perfectamente el día que lo logré y no sé si me pareció un salto de gigante para la humanidad, pero sí para mi familia. Hay quien se jacta de haber sido el primero de los suyos en ir a la universidad. Yo me jacto de haber sido el primero en llegar a fin de mes. Ahí está, en mi fiambrera (en mi cabeza, quiero decir), la obsesión de llegar a fin de mes. Nada de metafísica: un puro puñado de alubias y pescado frito.

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