Entre la imprecisión y una amnesia preocupante para la magnitud del procedimiento que esta semana se ventila en la Audiencia Provincial de Zaragoza se ha desarrollado la primera sesión del juicio por la muerte de Adil. No es para menos después de escuchar los cinco interrogatorios en los que sendos testigos, cinco funcionarios del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), han respondido con muchas dudas y pocas certezas sobre su intervención con los dos hermanos de este bebé de cinco meses. Del «no me acuerdo» que se ha repetido hasta la saciedad se han desmarcado en momentos muy puntuales estos mismos testigos para exceptuar dos situaciones: que los hermanos de Adil anhelaban volver con su madre (detenida por el fallecimiento del bebé) al mismo tiempo que relataban algún episodio de malos tratos.
Y no es una cuestión menor las precisiones que estos funcionarios podrían haber apuntado hoy, pues en el banquillo de los acusados se sienta la madre del pequeño (Amna A., de nacionalidad pakistaní) a quien la Fiscalía solicita la imposición de la prisión permanente revisable, es decir, el máximo castigo que contempla el Código Penal. Por eso su actitud ha sorprendido al propio presidente del tribunal del jurado, el magistrado Alfonso Tello; a la fiscal; al abogado defensor, el letrado Enrique Esteban Pendás, y a los asistentes del juicio por lo inédito de lo visto. Y es que han aducido todos ellos que han transcurrido «mucho tiempo» desde que, entre el 10 y el 16 de noviembre, acogieran a los dos menores al encontrarse «en desamparo» cuando la acusada ingresó de forma provisional en la cárcel de Zuera y su marido no podía acercarse a los pequeños.
Ese «mucho tiempo» es la misma respuesta que podrían alegar los policías o los guardias civiles que a diario responden en los juzgados por su participación en episodios de robos, hurtos, tráfico de drogas e incluso asesinatos que se también se remontan a varios años atrás. En los pasillos de la Audiencia, de hecho, a ninguno de estos cinco funcionarios se les ha podido ver con la documentación que acostumbran a revisar otros profesionales que llevan a cabo actuaciones similares en procedimientos judiciales diferentes. Y, al final, se le ha agotado la paciencia a la fiscal. «¿No ha tenido interés en refrescar la memoria?», le ha preguntado a un educador social. «Tenemos un problema», han recalcado sus compañeros de estrado.
Las declaraciones
En cualquier caso, entre muchos «me supongo», las apreciaciones de estos funcionarios se han limitado a parafrasear algunas de las expresiones que les transmitieron los menores hasta que la abuela materna llegó desde Italia hasta Zaragoza para hacerse cargo de sus nietos. A ella, precisamente, se ha referido una educadora del IASS para reseñar la «instrumentalización» de los menores a la hora de que repitieran que solo querían ver a su madre. Y en los malos tratos han coincidido varios de ellos al recordar sus conversaciones con los pequeños. «Verbalizaron que su madre no les trataba bien en algunas ocasiones, que mamá les pegaba cuando se portaban mal», ha declarado una psicóloga.
Mucho más ha abundado quien fuera la tutora del hermano mayor de Adil en el curso de 2021-2022 al hablar de él como un alumno «muy querido en el colegio» de quien ha recordado un episodio concreto. «Estaba contando un cuento de un oso gruñón y me dijo que su madre le pegaba con un zapato. El niño lloró y luego los compañeros le abrazaron», ha recordado la profesora en alusión a una actividad de la que también refirieron malos tratos otros dos menores.
La vista se reanuda este martes a las 09.30 horas con el interrogatorio a los médicos del hospital Materno Infantil que aclararán las circunstancia de la muerte de Adil desde que ingresara en la uci el 24 de octubre de 2021. A partir de su ingreso por un aumento del perímetro cefálico sufrió varios cuadros médicos en los que difieren la Fiscalía (defiende que la acusada asfixió a su hijo) y el abogado defensor, quienes a buen seguro esperan que los doctores hayan refrescado la memoria para aclarar lo sucedido.