La primera palabra que puede venir a la mente al referirse a ‘Sirat’, la película con la que Oliver Laxe se alzó el pasado sábado con el Premio del Jurado en el festival de Cannes, es la de ‘potente’. En todos los sentidos, principalmente en el visual. La concepción del espacio y del encuadre, de todo aquello que recoge una cámara cinematográfica y se ve en una pantalla de cine –no es ‘Sirat’ un filme para consumir en el ordenador o la televisión; vale la pena pagar el precio de una entrada para verlo en una sala–, es formidable en esta cinta que hace avanzar considerablemente la trayectoria del director de origen gallego nacido en Francia en 1982.
El apostillado de ‘Trance en el desierto’ le viene bien, pero no era necesario. Laxe une en su relato conceptos éticos y culturales distintos, desde el retrato de aquellos que se mueven al margen del sistema por convicción, con la ‘rave’ en el desierto como espacio liberador, hasta el significado de la palabra que da título al filme. ‘Sirat’ quiere decir sendero, camino o la vía del héroe, pero según la religión islámica hace referencia al puente que cruzan todos los humanos el día del juicio final para entrar o no en el paraíso.
Moviéndose hasta la fecha en un cine de producción más escueta, Laxe ha dado un salto importante. ‘Sirat’ cuenta con producción de Movistar Plus+ y los hermanos Almodóvar, un respaldo importante para que la película haya llegado a buen puerto y en unas condiciones impecables para competir de tú a tu con todo lo que este año ofrecía Cannes en su sección oficial a concurso.
Luz y color
No es la primera vez que el director acudía al festival de la Riviera francesa. Su anterior largometraje, el inquietante a la vez que fascinante ‘O que arde (Lo que arde)’ (2019), participó en la sección ‘Un certain regard’ y ganó también el Premio del Jurado, así como los galardones a mejor película y guion en el festival de Mar del Plata, el Goya a la mejor fotografía y actriz revelación y el Gaudí al mejor filme europeo y fotografía.
Oliver Laxe, tras recibir el Premio del Jurado en Cannes el pasado sábado. / CLEMENS BILAN / EFE
Precisamente, el tratamiento de la luz y el color es esencial para entender en toda su magnitud la obra de Laxe. De la fotografía de casi todos sus largometraje se ha encargado el también director Mauro Herce, y su forma de filmar el fuego en aquel filme, como la de fotografiar el desierto en ‘Sirat’, forman parte de una idea muy cinética. Con la excepción de su primer largo, ‘Todos vosotros sois capitanes’ (2010), una mezcla de ficción y documental en la que el propio Laxe encarna a un profesor de cine que rueda película con unos niños de Tánger –y que obtuvo el premio FIPRESCI en Cannes–, el resto de los largometrajes del director cuenta con fotografía de Herce y la colaboración en el guion de Santiago Fillol, profesor de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y director asimismo de ‘Ich bin Enric Marco’ (2019) y ‘Matadero’ (2022).
La fe como telón de fondo
Laxe había debutado con varios cortometrajes de corte experimental. Su segunda película, ‘Mimosas’ (2016), también obtuvo reconocimiento en Cannes con el premio de la Semana de la Crítica. Esta historia que mezcla algo de fantástico, aventuras, ‘road movie’ y exploración cultural conecta en cierto modo con ‘Sirat’; es un relato ambientado en el Atlas marroquí y con la espiritualidad y la transformación a través de la fe como telón de fondo.
La historia del regreso a casa de un pirómano en ‘Lo que arde’, otra exploración de la relación entre los humanos y la naturaleza agitada o calmada, ha dado paso en ‘Sirat’ a un filme repleto de convulsiones y replanteamientos en el que pueden reconocerse elementos de títulos como ‘El salario del miedo’, de Henri-Georges Clouzot, y otras películas en las que las mujeres y los hombres están en el centro de la pantalla, pero lo que les rodea, el hábitat inclemente de una montaña, una selva o un desierto, es tan protagonista como ellos.