una huella para la eternidad

Rafa Nadal se despidió de Roland Garros en el homenaje que el torneo, la Federación Francesa de Tenis (FFT), preparó a su catorce veces campeón en la primera jornada de la edición de 2025. El rey de la tierra batida se había ido sin saber si volvería, una vez perdió hace doce meses ante el alemán Alexander Zverev. Hubiera querido seguir, pero la cadera derecha lo impidió definitivamente.

Esperaba mucha emoción el manacorí, de 38 años, rodeado de su larga y unida familia, su fiel equipo técnico y muchos compañeros de fatigas durante su longeva y exitosa carrera profesional. La tuvo. Pudo leer un discurso en tres lenguas, francés, inglés y español, bañado por sus lágrimas. Se confirmó la presencia de sus compañeros de ‘Big 4’, el suizo Roger Federer, el serbio Novak Djokovic y el británico Andy Murray. 


El Big Four, reunido para el homenaje de Rafa Nadal

Thibault Camus / Ap-LaPresse

Aunque nunca se pudo imaginar Rafa Nadal un detalle final que provocó su llanto desconsolado, superado por la muestra de amor infinito de Roland Garros. Había recibido ya un trofeo de ‘leyenda’ con su firma y la fecha de sus catorce Copas de los Mosqueteros.

El remate superó todas las previsiones. Roland Garros halló el modo de representar la gesta inmortal de Rafa Nadal. Un pistero trajo un cepillo, que tomó el presidente de la Federación Francesa, Gilles Moretton, para que fuera sacando tierra en un lateral de la central Philippe Chatrier. 

Descubrió que Rafa Nadal será eterno, en sentido figurado pero también práctico. Estampada en la arcilla, la huella de la zapatilla de Rafa Nadal, su nombre y apellido y el 14. Insuperable, como lo demostró el propio protagonista derritiéndose de emoción.

Una última vuelta de honor y otra imagen inolvidable: fue al fondo para tomar de su esposa, Mery Perelló, a su  hijo Rafael, con quien se despidió de todo el público, que hizo un mural vivo con la camiseta de color tierra batida con el lema ‘Merci Rafa’. Gracias Rafa. Por y para siempre. 

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Rafael Nadal, padre e hijo, en el último adiós a Roland Garros

Clive Brunskill / Getty

Emotivo, Nadal dijo adiós como deseaba. A una hora normal, en un acto programado y organizado. Con la gente que quería a su lado. También con un recuerdo a los ausentes. Uno de los instantes más fuertes emocionalmente para él fue cuando se acordó de sus dos abuelos, ambos fallecidos, tras haber destacado tener en la grada a sus dos abuelas nonagenarias.

Muchas palabras de agradecimiento, en especial para Mery Perelló, su esposa, así como a sus padres Sebastià y Anna Maria y su hermana Maribel. Y un apartado muy especial a su tío y muchos años entrenador, Toni Nadal. «Ni tú ni yo somos de expresar sentimientos, pero mi gratitud por haber sacrificado todo para mí es infinita. Has sido el mejor entrenador que nunca haya podido tener», señaó Rafa.

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Sebastià Nadal, Anna Maria Parera, Rafael Nadal, Mery Perelló y Maribel Nadal, en primera fila del palco

Clive Brunskill / Getty

Desde Roland Garros 2004, cuando visitó por vez primera el estadio apoyándose en unas muletas por la lesión en el pie izquierdo. Una dolencia crónica que no impidió que ganase 22 torneos de Grand Slam. Cierra un ciclo en 2025. De los 18 a los 38 años. 

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«Gracias, Francia; Gracias París», señalaba en francés. «Me habéis ofrecido momentos y emociones que nunca hubiera podido imaginar», en los que incluyó haber portado la antorcha olímpica en la ceremonia de apertura de París 2024, tomando el relevo de Zizou, Zinedine Zidane.



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