Un guardia civil salvó la vida a un turista ebrio y drogado, que se encontraba nadando en la playa de Magaluf y se mostraba incapaz de alcanzar la costa por sus propios medios. El agente tuvo que nadar unos 500 metros, con la ayuda de un flotador, hasta alcanzarlo y luego lo remolcó hasta dejarlo sano y salvo en la arena de la playa.
Los hechos ocurrieron la noche del lunes en la playa de Magaluf. Agentes de la Guardia Civil del Puesto de Calvià recibieron un aviso de que un bañista se encontraba en apuros cuando se bañaba en la playa de Magaluf. Al parecer el joven había ingerido alcohol y drogas, se había lanzado al mar y luego era completamente incapaz de regresar a la costa.
Cuando los agentes de la Guardia Civil llegaron a la playa, una patrulla de la Policía Local se encontraba en el lugar. Los agentes comprobaron que el joven se había refugiado en la isla de sa Borrassà y solicitaba auxilio desde allí. En un momento dado se lanzó de nuevo al mar, pero sus fuerzas flaquearon. Cuando nadaba, era apenas incapaz de avanzar. Los efectivos del instituto armado constataron entonces que su vida corría un serio peligro.
De inmediato, un agente de la patrulla de la Guardia Civil se dirigió a un hotel cercano en busca de un flotador. Mientras tanto, su compañero alumbraba con su linterna la posición del bañista.
A continuación el guardia civil se quitó el uniforme, se metió en el mar y se dirigió al lugar donde se encontraba el turista. El rescatador se guiaba por los gritos de auxilio de la víctima mientras su compañero permanecía enfocando y señalando su posición.
Euforia y llanto
A los cinco minutos de zambullirse, el guardia civil llegó a la altura del turista. Este se encontraba en un estado de gran alteración. Había entrado en pánico y presentaba signos de hipotermia. Después de varios intentos, el agente le colocó el flotador alrededor del cuello y logró remolcarlo hasta la orilla.
Cuando ambos se encontraban por fin en la arena, el guardia civil colocó al turista en una hamaca de la playa para que esperara allí la llegada de las asistencias sanitarias. Su comportamiento era completamente errático. Alternaba estados de euforia con episodios de llanto y tenía la mirada ausente. Después de una primera valoración, los agentes comprobaron que el bañista desprendía un fuerte olor a alcohol. Además, tenía signos de encontrarse bajo los efectos de una sustancia estupefaciente.
Posteriormente, el turista comenzó a gritar a los agentes de la Guardia Civil que le habían rescatado y a otras personas allí presentes y mantenía una actitud muy agresiva. Finalmente, fue reducido y detenido por los agentes de la Policía Local de Calvià.
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