El Rayo Vallecano logró una histórica clasificación europea a la Conference League al empatar con el Mallorca, en un partido en el que tuvo las mejores ocasiones, sobre todo en la segunda parte, y además se vio beneficiado por el empate de Osasuna en Mendizorroza con el Alavés.
«Uno de los partidos más importantes de la historia del club». Así calificaron todos los estamentos del Rayo este encuentro, desde la directiva hasta el vestuario pasando por la afición. Y así, envuelto de un ambiente especial, con aficionados que hicieron incluso cola de noche para adquirir una entrada, lució el estadio. Lleno a reventar.
El Mallorca, sin jugarse nada, tuvo que hacer frente desde el inicio a un rival que saltó al césped como un toro desbocado. Los jugadores rayistas salieron a morder y a tratar de ser protagonistas con el balón siempre, algo que, sobre todo debido a la precipitación, les impidió trenzar jugadas de peligro en los metros decisivos.
Muchos nervios
El gol de Borja Mayoral para el Getafe frente al Celta de Vigo a los once minutos se celebró en Vallecas como uno propio, con bufandas al viento y aplausos. Sobre el césped, el Rayo siguió a lo suyo, aunque muy impreciso con el balón en los pies. Eso lo notó su técnico, Iñigo Pérez, que desde la zona técnica no paró de dar órdenes a sus jugadores para que mantuvieran la calma sin precipitarse.
La primera ocasión clara del partido llegó a los 30 minutos tras un error en la salida del balón del Mallorca que aprovechó el Rayo para hacer una buena jugada rápida de ataque que culminó con un disparo cruzado de Álvaro García que despejó bien con las manos Greif.
El portero eslovaco fue protagonista poco después también cuando volvió a salvar al Mallorca tras una buena acción individual de Unai López, con caño incluido a Mateu Morey, que terminó con un disparo con la puntera que sacó por bajo.
Reacción bermellona
Tras el descanso el Mallorca salió con una marcha más y, en solo tres minutos, contabilizó dos acciones de mucho peligro, ambas por medio del kosovar Vedat Muriqi.
Esas dos jugadas llevaron los nervios a la afición del Rayo pero no a su equipo, que siguió a lo suyo y, a los 51 minutos, pudo abrir el marcador con una doble ocasión. Primero con un disparo cruzado de Álvaro García que despejó Greif y después con otro remate de Isi, al rechace, que también sacó el portero bermellón.
En ese instante comenzó el dominio absoluto del Rayo, al que le sentaron bien los cambios con la entrada de Gerard Gumbau y Pedro Díaz con el correspondiente ajuste táctico de Iñigo Pérez, que pidió a sus jugadores marcharse al ataque con decisión.
Invasión de campo
Jorge De Frutos, a los 62 minutos, tuvo una ocasión muy clara al recibir en profundidad, superar en carrera a David López y rematar por encima del larguero tras pisar el área. Esa fue toda la tónica de la segunda parte, con un Rayo volcado y un Mallorca a la defensiva buscando jugadas a la contra, aunque con poca capacidad ofensiva debido a la diferente energía que mostraron ambos equipos.
Con el pitido final, tras siete minutos de añadido, el suspense se adueñó de la grada. La afición no se movió de sus asientos pendientes de la radio, igual que los jugadores sobre el césped. Tras el final en Mendizorroza, con el empate de Osasuna y Alavés, la hinchada rayista invadió el terreno de juego.