María José Catalá vive un convulso ecuador de mandato, en el plano político e institucional. El conflicto interno surgido en el grupo municipal de Vox, los socios de los populares en la corporación, ha obligado a la alcaldesa a efectuar hasta 3 crisis de gobierno, con sus correspondientes remodelaciones y reasignaciones de concejalías y delegaciones. Por si fuera poco, los agentes de la UCO de la Guardia Civil entraron hace pocos días en el Ayuntamiento de València para llevarse documentación y contratos adjudicados de forma presuntamente irregular por los concejales Juan Manuel Badenas y Cecilia Herrero cuando ambos dirigían la fundación Valencia Activa y el OAM de Parques Jardines. La foto de los guardiaciviles en la sede consistorial del Cap-i-Casal es horrible para la imagen reputacional de la tercera ciudad de España.
Además, las investigaciones preliminares abiertas por Anticorrupción proporcionan artillería pesada cada semana a Compromís y PSOE para bombardear con acusaciones de presunta corrupción a un ejecutivo local que no puede presumir de pétreo. A falta de ver en qué quedan estas pesquisas judiciales de Anticorrupción, el actual responsable de Valencia Activa y portavoz de Vox, José Gosálbez anunció el viernes la liquidación de la fundación. Por sorpresa y suscitando el miedo de la oposición de que se estén tratando de destruir pruebas de posibles contratas irregulares.
El desmantelamiento de Valencia Activa confirma que la crisis de gobernabilidad se ha cerrado en falso. Juan Manuel Badenas y Cecilia Herrero fueron readmitidos en el gobierno municipal -con un peso irrelevante-, y en el partido, pero siguen enfrentados con Gosálbez y la otra concejala, Mónica Gil. La tensión entre ambas facciones es insoportable desde que llegó a oídos de Badenas que en Bambú, la sede nacional de Vox en Madrid,se había acordado un pacto entre PP y Vox que acabaría descabalgando a Carlos Mazón; entronizando a Catalá en el Palau de la Generalitat, y situando al exvicepresidente del Consell Vicente Barrera en la alcaldía de València. Tampoco ayuda que Herrero haya acusado de acoso laboral a sus compañeros del grupo municipal.
Con este panorama, después de perder un par de votaciones en el pleno por la abstención de los ediles díscolos, Catalá no tuvo más remedio que aceptarlos de vuelta. Debe tenerlos contentos porque sus votos son indispensables para garantizarse la mayoría absoluta. La alcaldesa es especialista en poner buena cara al mal tiempo. Pero le esperan dos años de sobresaltos con Badenas y Herrero queriendo dirigir el gobierno de València y fuera de la disciplina de voto de Vox.
También, con el «¡¡¡ay!!!» en el cuerpo por si Anticorrupción acaba imputando a estos concejales por algún delito concreto. Así están las cosas, mientras Catalá sigue negando que quiera ser presidenta del Consell. En julio hay Congreso nacional del PP y a partir de ahí se debe decidir quién sustituirá a un Mazón amortizado. A medio plazo no hay que descartar a la alcaldesa para la carrera a la Generalitat. Pero esto es una cuestión que ya se verá.