El director gallego nacido en París, Oliver Laxe, ha entrado este sábado con Sirat en la historia del cine español al alcanzar el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, compartido ex aequo con la película alemana Sound of Falling, de la debutante Mascha Schilinski. Con este reconocimiento, Laxe se convierte en el primer cineasta gallego y el quinto español en conseguir un galardón en la sección oficial del festival más prestigioso del mundo, junto a nombres míticos como Luis Buñuel, Carlos Saura, Víctor Erice y Pedro Almodóvar. Solo este último había logrado tal honra en el siglo XXI.
La distinción, concedida por un jurado presidido por la actriz Juliette Binoche, confirma la posición de Laxe como uno de los autores más destacados del cine internacional actual. Su propuesta, Sirat, que se estrena el próximo 6 de junio en cines, ha sido descrita por la crítica como un viaje espiritual y estremecedor que ahonda en el sufrimiento, la piedad y la posibilidad de la redención.
‘Sirat’: una rave en el desierto marroquí
La película arranca con la desaparición de una chica durante una rave en las montañas del desierto marroquí. Su padre (interpretado por Sergi López) y su hermano (Bruno Núñez Arjona) se lanzan en su búsqueda en una odisea que los lleva hasta Mauritania, en un contexto marcado por el rumor de un conflicto armado y el eco de una crisis global que nunca llega a explicarse del todo. Esa ambigüedad sostenida, que transita entre lo real y el simbólico, sitúa a Sirat en un territorio nuevo dentro del cine de supervivencia, con una estética que bebe del western espiritual y de la poesía visual más depurada.
Oliver Laxe y Sergi López durante el rodaje de ‘Sirat’. / QUIM VIVES
El título del film, Sirat, alude al puente que en el islam separa el cielo del infierno, y funciona como metáfora central de un relato donde el dolor se convierte en motor de búsqueda interior. La narración, coescrita por Santiago Fillol, compañero habitual de Laxe, está cargada de escenas impactantes: un tren en medio del desierto, las miradas perdidas de los protagonistas o la excavación de fosas en la arena.
La acogida de la película ha sido apoteósica desde su estreno el pasado 15 de mayo en la sala Lumière. Aquella primera proyección provocó lo que algunos críticos calificaron de “estado de shock emocional”, un impacto que no se diluyó con el paso de los días, como tantas veces acontece en Cannes. Por el contrario, la emoción que generó Sirat resistió la presión de la competencia internacional y se mantuvo como una de las obras más comentadas y celebradas del certamen.
“Dios hizo a los humanos diferentes para que se conozcan entre ellos”
En su discurso al recoger el premio, Laxe compartió una reflexión inspirada en un taxista palestino con el que había conversado recientemente: “Dios hizo a los humanos diferentes para que se conozcan entre ellos”. Un mensaje de encuentro y esperanza que resume el espíritu de una obra llamada a permanecer.

Oliver Laxe durante su discurso en la clausura del Festival de Cannes / Clemens Vilans
Con Sirat, Laxe culmina un recorrido que comenzó en Cannes hace quince años con Todos vós sodes capitáns, y que lo llevó también a triunfar con Mimosas (Premio de la Semana de la Crítica en 2016) y O que arde (Premio del Jurado Un Certain Regard en 2019). Su cine, profundamente ligado a la Galicia rural y a los paisajes con alma, sigue creciendo en ambición formal y resonancia emocional que ahora se consagra definitivamente en el corazón de la Croisette.