Hay quien dice que todo tiempo pasado fue mejor y aunque no sea una afirmación que valga, ni mucho menos, para todos los ámbitos de la vida, en el Valencia CF parece una verdad prácticamente absoluta. Especialmente si hablamos del Siglo XXI, que el club lo arrancó haciéndose un nombre entre los gigantes del mundo del fútbol por su capacidad para tumbar hasta la más alta de las torres y sembrar el pánico en los estadios más difíciles de tomar del Viejo Continente. Aunque el conjunto de Mestalla no llegó a coronar en la máxima competición europea, en el inicio de este milenio acarició la gloria jugando en París la final de la Champions League contra el Real Madrid y disfrutó en lo años posteriores de un reconocimiento sin igual a lo largo de su historia que tuvo su apogeo con el doblete Liga-Copa de la UEFA de 2004.
Hoy se cumplen 25 años de aquella triste noche contra el Real Madrid en Saint-Denis que destrozó el corazón de los valencianistas, pero que reforzó como nunca la inquebrantable voluntad del Valencia de romper todas las barreras… Una situación que contrasta y mucho con la actualidad de la entidad blanquinegra, más lejos que nunca de Europa. La salida de Rafa Benítez fue una primera revisión a la baja de las miras del club, que encontró en la llegada de Juan Soler su primer gran escollo para recuperar la grandeza. El club seguía entre los mejores de España y clasificando para competiciones europeas de forma habitual, pero la nefasta gestión económica fue una losa muy grande y la principal causa de que a día de hoy no quede ni rastro de aquella ambición y tardes de gloria.
El club, que bajó un escalón en los años a causa de la ‘era Soler’, supo reconstruirse temporada tras temporada a pesar de tener que vender a estrellas como Villa, Mata, Silva o Albiol. Con el buen hacer de la dirección deportiva, con fichajes como Roberto Soldado o Jonas Gonçalves, siguió clasificando para la Champions de forma habitual y aunque lejos de las cotas alcanzadas a principios de siglo -y con una afición que anhelaba volver a conquistarlas- continuó figurando en el mapa continental… de hecho siguió clasificando por sistema hasta 2014.
Aquel año el Valencia alcanzó las semifinales de la Europa League y Mestalla soñó hasta el final con una nueva final europea diez años más tarde, pero el gol de Mbia lo evitó de forma traumática. Lo que vino inmediatamente después fue un proceso de venta en la que Amadeo Salvo, que gozaba del favor del público, enarboló la bandera de Peter Lim, consiguiendo que el singapurense entrase en el club… para convertirlo en algo que no se parece en nada al Valencia.
La década en la que Lim ha estado al frente de la entidad ha tenido dos pequeñas etapas (con Nuno y con Marcelino) en las que el equipo ha jugado Champions, pero desde la destitución del asturiano el Valencia ha ido cuesta abajo y sin frenos. A pesar de que Albert Celades logró meterlo en cuartos de final de la Champions en plena pandemia, aquella eliminatoria fue la última aparición del club en Europa, que la próxima temporada tampoco estará por sexta vez, igualando la mayor racha sin clasificarse de la historia del club.
25 años después de rozar la cima, la gestión de Lim y sus ayudantes en Valencia ha alejado al conjunto blanquinegro más que nunca de ella. Europa se ha convertido prácticamente en una palabra tabú y la permanencia es el objetivo con el que se arrancan las temporadas. ¿Los próximos 25 años depararán el resurgir del murciélago o Lim se empeñará en demostrar que siempre se puede caer más bajo?