Estaba fuera del Barça. Fuera es fuera. No es ninguna exageración. Se sentía una pieza prescindible, desprovisto de la confianza, sin entender los cambios de Xavi. Le había arrebatado la autoestima de tal manera que se planteaba hacer las maletas, coger el dinero de Arabia Saudí y desaparecer de la elite europea.
«Hablé con Flick y me cambió el pensamiento, ha cambiado mi vida». Más rotundo no pudo ser Raphinha, quien ha firmado una metamorfosis impresionante. Era un jugador desahuciado, que no tenía futuro alguno como azulgrana. Ahora, en cambio, es capitán, pilar del proyecto -acaba de renovar su contrato por un año más, de 2027 a 2028-, y no se entiende al Barça de Flick sin su generosidad, dinamismo y eficacia.
Ha jugado más que nunca (56 partidos), ha marcado más goles que nunca (25 en un curso, mientras anotó 20 en las dos temporadas anteriores) y ha regalado más asistencias que en toda su carrera deportiva: 34. El delantero inconstante y furioso que se veía cada vez que Xavi lo sustituía ha dado paso a un candidato al Balón de Oro, reconocido incluso en su país después de transitar por las carreteras secundarias del fútbol europeo, sin la pompa y la propaganda que suele acompañar a cualquier estrella brasileña. Él no lo era. Raphinha se ha hecho estrella, y de calado mundial, en apenas un año. El año que ha vivido con Hansi.
«Me ha cambiado prácticamente todo. Yo, antes de empezar esta temporada, me iba del club», ha dicho en varias ocasiones el capitán que hizo hasta campaña en el vestuario para recolectar apoyos. Y los logró. Capitán con brazalete, capaz de susurrarle al oído detalles de la vida a Lamine Yamal para orientarle tal si fuera un padre deportivo. No lo es.
Pero a Raphinha, con 28 años -«está en una edad perfecta, de madurez, nunca se ha rendido«, comentó Deco, que fue su agente y ya no lo es al asumir el rol de director deportivo azulgrana- le ha costado todo muchísimo más, desconocido y anónimo como fue en Brasil.
Llegó a Europa por la puerta de atrás, procedente del Avai donde se inició en las categorías inferiores debutando luego en el primer equipo. Se marchó al filial del Vitoria de Guimaraes (Portugal), que pagó 600.000 euros por su fichaje, quedándose con el 45% de su propiedad.
Luego se marchó Raphinha al Sporting de Lisboa (paso fugaz y sin éxito), previo a su viaje a Francia (Stade de Rennes) donde brilló para llamar la atención del Leeds en la Premier. Apenas dos temporadas y un traspaso de 58 millones, más nueve en variables, muy discutidos en su momento, le traían a Barcelona.
Hizo un buen primer año, pero todo se torció en el segundo, enojado como estaba porque Xavi, llegada la hora de partido, lo sacaba del campo. Y al brasileño no le importaba mostrar su enfado pegando puñetazos al aire, desconcertado por esas decisiones que le privaron, en su opinión, de la continuidad necesaria.

Raphinha abraza al técnico del Barcelona, Hansi Flick. / Jordi Cotrina
Hace una temporada, y cuando meditaba muy seriamente su marcha a Arabia, su valor de mercado, según Transfermarkt, la web de referencia, era de 50 millones. Ahora, sin embargo, es de 80. Y el Barça no quiere que el ‘tesoro Raphinha’ se le escape de las manos.
Lo renueva hasta el 2028, eleva su salario -no comparable en ningún caso al que podría recibir desde el fútbol árabe-, le mantiene la condición de intocable que se ha ganado en el campo porque considera que es parte imprescindible del nuevo proyecto. Sin Flick, que acaba de renovar hasta 2027, ni rastro quedaría de él en Barcelona.

Raphinha festeja su gol junto a Hansi Flick, en Montjuïc. / Jordi Cotrina
«Me pasó toda la confianza y eso me ha permitido hacer todo lo que he hecho y me ha cambiado mi carrera. Estoy haciendo mi mejor carrera desde que soy futbolista«, confiesa el brasileño agradecido al día en que conoció a Flick. Aquel día, verano de 2024, nació un nuevo Raphinha.
Un nuevo y esplendoroso jugador, capaz de firmar una Champions impecable: 13 goles en 14 partidos y, además, ha regalado nueve asistencias. O sea, ha participado en 23 de los 43 tantos que ha conseguido el Barça. Un 53%. Una verdadera locura ofensiva.
«Se lo debo todo a él». Con Marcelo Bielsa, el primer Flick de su vida, cruzó Elland Road de rodillas cumpliendo la promesa que hizo si el Leeds se salvaba. Y se salvó. Con Hansi cruzó también Montjuïc de rodillas, junto a su hijo Gael y Natalia, su mujer. «Raphinha debería ser un candidato serio al Balón de Oro», afirmó Marquinhos, el capitán del Paris SG, que se medirá el próximo 31 de mayo en la final de la Champions al Inter.
«He llorado mucho. Si no te cuidas, el fútbol te destruye. Es muy fácil entrar en una depresión y dejarlo todo»
«Tiene todas las opciones para ganar el Balón de Oro«, proclamó también Henry ante las cámaras de CBS, asombrado al enorme rendimiento que ha proporcionado el brasileño. Y todo ese reconocimiento le llega después de meses duros y oscuros. Muy oscuros.
«La porción de furia que le faltaba al Barça»
«He tenido muchos motivos para rendirme, dejar el fútbol a un lado y seguir con mi vida. Es una profesión que te destruye», confesó a RAC-1 a inicios de temporada cuando entonces no imaginaba que lo mejor estaba por llegar.

Raphinha, en el calentamiento del Barça-Villarreal en Montjuïc. / Jordi Cotrina
«He tenido momentos en que llegaba a casa y no sabía si me levantaría por la mañana para venir a entrenar otra vez. He llorado mucho, también aquí. Hago trabajo psicológico porque he visto que es muy importante. Todo el mundo tendría que hacer porque ayuda mucho», ha asegurado el delantero.
«Si no te cuidas, el fútbol te destruye. Es muy fácil entrar en una depresión y dejarlo todo», reconoció Raphinha, el brasileño que más goles ha marcado en una Champions superando a estrellas antiguas como Rivaldo y modernas como Neymar.
Raphinha es, como escribió Leonardo Miranda en el diario ‘O Globo’ de Brasil, «la porción de furia que le faltaba al Barça».