Los científicos han revelado una comunidad microbiana inesperadamente abundante y diversa en la Antártida, incluso en los suelos más secos, fríos y pobres en nutrientes, sugiriendo que las estimaciones de biodiversidad en los suelos antárticos pueden haber sido muy subestimadas hasta hoy.
Un equipo de investigadores ha descubierto que la biodiversidad en los suelos antárticos podría estar siendo enormemente subestimada: empleando nuevas técnicas de secuenciación de ADN, los científicos han identificado una sorprendente variedad de microorganismos, tanto bacterias como eucariotas, en la zona de avance de un glaciar en Larsemann Hills, en la costa sur de la bahía Prydz.
El nuevo estudio, publicado en la revista Frontiers in Microbiology, sugiere que la dinámica de colonización y sucesión ecológica en el continente blanco es más compleja de lo que se creía hasta ahora. La expedición, parte de la campaña “ANT-XXIII/9” a bordo del buque de investigación alemán Polarstern, recolectó 26 muestras de suelo a cinco distancias (entre 0 y 80 metros del frente glaciar) y tres profundidades (desde la superficie hasta 30 centímetros).
Un área repleta de vida
“Queríamos entender cómo evoluciona la vida en los suelos nuevos expuestos por el retroceso del glaciar”, explicó en una nota de prensa uno de los autores de la investigación, el profesor Dirk Wagner, del Centro Helmholtz GFZ para Ciencias de la Tierra y de la Universidad de Potsdam, en Alemania.
Los científicos diferenciaron tres tipos de ADN: iDNA (intracelular), correspondiente a organismos vivos; eDNA (extracelular), procedente de organismos muertos que aún dejan rastro en el sustrato; y el ADN total obtenido de cada muestra. Gracias a técnicas genéticas de alto rendimiento, detectaron 2.829 especies genéticamente diferentes.
Del total identificado, el 40% se mostró únicamente en forma de eDNA, un dato que indica que muchas especies colonizadoras pueden haber desaparecido tras dejar huella en el suelo. Además, la riqueza de especies bacterianas resultó ser 10,3 veces superior a la de los eucariotas. Cada distancia al glaciar presentó un conjunto de especies propio, reflejo de distintas etapas de sucesión ecológica.
El secreto es la colaboración
“En la proximidad inmediata del glaciar encontramos hongos criófilos, capaces de crecer a temperaturas extremadamente bajas. Estos hongos pioneros inician la formación del suelo, degradando muy lentamente la materia orgánica y generando condiciones que permiten la llegada de otras especies”, detalló Wagner. A medida que el suelo se aleja del glaciar, aumenta la diversidad de organismos vivos (iDNA), especialmente en los primeros centímetros por encima de la superficie.
Referencia
From single pioneers to complex pro- and eukaryotic microbial networks in soils along a glacier forefield chronosequence in continental Antarctica. Rahma Amen et al. Frontiers in Microbiology (2025). DOI:https://doi.org/10.3389/fmicb.2025.1576898
Con el propósito de comprender las interacciones entre microorganismos, los autores emplearon análisis de redes que muestran patrones de co-presencia entre especies en distintas muestras. “Detectamos asociaciones inéditas entre algas verdes y bacterias, que podrían facilitar el intercambio de nutrientes”, agregó Wagner en el comunicado. También hallaron coexistencia constante entre ciertos hongos y actinobacterias: esto indica que los primeros descomponen materia orgánica, liberando compuestos de carbono que alimentan a las bacterias.
Los descubrimientos respaldan la hipótesis de que la supervivencia microbiana en ambientes tan extremos como los antárticos depende de colaboraciones estrechas entre las especies. “Todo indica que la clave está en la cooperación: hongos que proveen carbono, bacterias que reciclan nutrientes y algas que captan la luz solar. Todos juntos optimizan el aprovechamiento de recursos muy escasos”, concluyó Wagner.