-Acaba de estrenar en MAX ‘Cuando nadie nos ve’. Iba a decir que es un thriller pero creo que a usted no le gusta demasiado el término.
-Sí, es un término que le vale a mucha gente para meter cualquier cosa. Como ahora además está especialmente de moda en la televisión, pues todo es thriller… A mí me gustaba mucho para ‘Cuando nadie nos ve’ el término de ‘serie misterio’, que te induce a un ritmo menos violento, menos necesitado de trepidancias y de giros. Un no tener prisa y un estar atento a la vida cotidiana de la gente en un entorno.
-¿La moda del ‘thriller’ lo matará de éxito?
-Tengo 62 años y las series del misterio han tenido éxito desde mi tierna infancia. Pero al final todo es un monocultivo, porque están los algoritmos y los ejecutivos y los despachos y lo que funciona se repite ad infinitum y luego hay un gran superávit de oferta y en los despachos todos tienen prisa por sacar adelante cosas y tal. Algún día todo esto petará porque la mitad de cosas que se están haciendo no tienen pies ni cabeza.
-¿Qué le viene a la cabeza si digo la palabra algoritmo?
-A nada nuevo bajo el sol. El marketing del cerebro y el anhelo del capital por controlar la mente del consumidor viene desde hace mucho tiempo, desde antes de los 50. La historia nos ha demostrado que intentar prever qué fórmulas gustan y demás es algo que está abocado al fracaso absoluto y a que al final sea igual lo que se cuenta aquí y lo que se cuenta en Boston.
-¿Sigue habiendo una frontera entre el cine y la televisión?
-Puedes hacer cine que sea televisión ramplona y puedes hacer productos televisivos de gran calidad cinematográfica, así que depende. Por definición no tiene por qué ser una cosa peor que otra. Yo al menos mi trabajo en cine lo tomo igual que en la televisión. Para mí es hacer ficción, contar cosas de la vida de la gente.
Valencia. I Entrevista al director de cine Enrique Urbizu Museo Centre cultural del Carme .. VLC / JM López
-Por cierto, lleva bastante tiempo sin hacer cine.
-Sí, 15 años, desde “No habrá paz para los malvados”. No es porque no quiera, sino porque no he encontrado financiación. Así de claro. A veces los periodistas pensáis que hacemos lo que nos da la gana. La mayoría hacemos lo que podemos para sobrevivir.
-¿Y por qué un director premiado como usted no se encuentra financiación para sus proyectos?
-Esa pregunta se la tienes que hacer a otras personas, las que están en los despachos, en las plataformas. Normalmente mis proyectos son tildados de arriesgados, de violentos, de radicales… Tonterías. Porque tanto “La caja 507” como “No habrá paz”, que fueron tildados de todas esas cosas, fueron dos buenos éxitos. En cambio, otros productos diseñados por ellos en los despachos no se han comido nada.
-¿Echa de menos hacer cine?
-Claro, echo mucho de menos hacer cosas que duran 80 o 90 minutos. Estoy hasta el puto horror de películas de tres horas, como “El brutalista”. La televisión está muy bien y me gustan mucho los formatos menores de una hora, porque va en directo el relato, porque te ahorras el preclímax y todo eso. Y hay algo de frescura y de inmediatez que mola en ese tipo de duración televisiva. Pero es que tengo ganas de pantalla grande y de un relato que sea ancho y profundo y que dure 90 minutos. No más.
-¿Qué parte del cineasta que es usted es producto de su infancia?
-Todo, porque la infancia es formativa y seminal. Yo leía mucho de pequeño, no había casi cine, y la tele tardó en llegar. Así que más que el cine o la televisión, para mí lo fundamental fue leer libros y cómics.
-¿Y qué hizo, entonces, que se decantara por el cine y no por la literatura?
-¿Cómo te voy a contar eso con 62 años cuando lo decidí con 15? Ves algo en la tele o en una película y empiezas a preguntarte por qué lo hacían de esa manera y no de la otra hasta que de una manera instintiva sabes que es eso lo que te interesa. Nunca has querido ser actor, ni novelista, tú lo que has querido es organizar esas imágenes y esa escenografía, sabes que es lo tuyo y yo no he vuelto a dudar.
-¿Qué le ofrece el cine clásico que no encuentre en el contemporáneo?
-Formativamente, todo. Tengo una formación muy clásica. Cuando nos llega la adolescencia, llega la apertura, se muere Franco, y se empieza a reestrenar todo. Y podías ir a ver una etapa de “La caída de los dioses”, “Grupo Salvaje”, podías ir a ver “La Matanza de Texas”, se estrenaba «Tiburón», reponían “Aguirre y la cólera de Dios”… Fue una etapa maravillosa. Y luego la televisión ofrecía grandes ciclos. Eso te forma, te confirma la vocación y te da unas bases muy sólidas y te haces un montón de preguntas que siguen siendo válidas hoy.

Valencia. I Entrevista al director de cine Enrique Urbizu Museo Centre cultural del Carme .. VLC / JM López
-La violencia es una parte importante de su cine. ¿Cómo se lleva con ella?
-Estéticamente, con Peckinpah y algunos otros, siempre la he disfrutado mucho como espectador. Pero hoy en día, con la saturación de violencia que exhibe el mundo y las toneladas de crueldad que exhiben las televisiones, estoy un poco harto. Lo que no me ha gustado nunca es la espectacularización de la violencia, el chiste de la violencia. Ahí tengo una distancia bastante grande con gente como Tarantino que frivolizan con el tema. Me he quedado anticuado, soy moralista. Puedo entender la poética de una muerte violenta, pero no reírme de ello. Tenemos una responsabilidad moral: cuando cuentas una historia para la gente, tienes que saber lo que cuentas, por qué lo cuentas y estar seguro de lo que dices. En el cine mucho pijo riéndose de cosas que no tienen ninguna gracia.
-La política también forma parte importante de su cine.
-Claro, porque en el cine todo es política. El cine negro, el cine de delito, tiene la obligación de atender a lo contemporáneo, está comprometido a que sus historias sean de alguna manera reflejo en el mundo en el que vivimos. El cine negro está relacionado con el poder, con el dinero y, por lo tanto, con la política.
-¿Con qué historia le gustaría volver al cine?
-Hay varias ahí, pero ya aspiro a que alguna se ponga de cara. Cuando estás sin hacer, tienes que estar pensando lo que te gustaría hacer para mantener la fe, por lo menos. Pero da igual lo que yo prefiera, ya te digo.

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-¿Se considera un cineasta difícil para el empresario?
-Con los empresarios con los que he trabajado, ninguno. Y te voy a decir una cosa: con todas las productoras que he trabajado, he repetido. Pero eso se lo has de preguntar también a los productores. A mí el trabajo me gusta, estoy abierto a lo positivo y tengo un equipo habitual con el que trabajamos todos bien. Mis rodajes son un territorio para la felicidad y el trabajo bien hecho.
-¿Pesan mucho los guiones que se quedan en el cajón?
-Algunos más que otros, sí. Pero bueno, ya lo vas asumiendo. Y luego, esto tiene un fácil consuelo: el cineasta clásico más grande que cojas, Ford, Lang, Kubrick, Welles, tienen varias páginas de sus biografías llenas de proyectos no realizados. Menos Ridley Scott, a veces por desgracia.
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