Los traidores han vivido una nueva jornada de éxito en el Monasterio de Piedra en Traitors. Tras el asesinato de Blanca, han sabido sortear las sospechas y que los fieles se sigan apuntando entre sí en la mesa redonda. Sieira se ha convertido en el nuevo desterrado, despidiéndose entre lágrimas de impotencia y tristeza.
Sin embargo, Carlos ha recibido una carta dirigida a los traidores para complicar su tarea de asesinar. Esta vez no tienen que hacerlo en el cónclave. Las instrucciones rompen su tranquilidad: “Antes de que acabe la noche, deberéis consensuar qué fiel asesinar, tendréis que coger una de las servilletas del bar e impregnarla con un veneno, y dársela a vuestra víctima a la vista de todos”.
De forma quizá imprudente y fruto de los nervios, Carlos decide reunir de forma rápida a Vicky y a Popeye. Ambos estaban charlando con otros jugadores y esa forma de interrumpirles ha podido levantar suspicacias. De hecho, se han sentido observados cuando Vergara y Eva les han visto juntos en el jardín delante de la hoguera. Podrían no ser los únicos que han notado algo extraño.