Tras regar la campaña presidencial de Donald Trump de dinero, Elon Musk planea ahora reducir su gasto político. «Voy a hacer mucho menos en el futuro», ha explicado en una vídeoentrevista en el Foro Económico de Qatar. «Creo que ya he hecho suficiente».
El hombre más rico del mundo invirtió al menos 260 millones de dólares en impulsar la reelección de Trump, según los datos presentados ante la Comisión Federal Electoral de Estados Unidos. Musk destinó hasta 238 millones a un comité de acción política que trabajó por captar a votantes en estados clave, pero tambén donó a otros grupos que, por ejemplo, se dedicaron a emitir propaganda defendiendo el historial de Trump sobre el aborto.
Esas donaciones permitieron a Musk ganar una influencia sin precedentes en la Casa Blanca. Convertido en mano derecha del presidente de EEUU, el magnate tecnológico ha encabezado el mal llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), una comisión que está recortando las regulaciones federales, despidiendo a miles de funcionarios y desarticulando el gobierno estadounidense.
Golpe a Tesla
Su rol como sierra mecánica de la administración pública ha disparado su impopularidad entre los ciudadanos y ha causado un importante daño reputacional a Tesla, empresa que dirige. Por eso anunció a finales de abril que reduciría «significativamente» su implicación en DOGE. Hoy ha añadido que sigue comprometido con la compañía de vehículos eléctricos y ha prometido que seguirá siendo su director ejecutivo dentro de cinco años.
Sin embargo, las promesas de Musk suelen diluirse como un azucarillo. Es por eso el milmillonario ha dejado la puerta abierta a cambiar de opinión si las condiciones cambian. «Si veo una razón para hacer gasto político en el futuro, lo haré», ha explicado. «Actualmente no veo ninguna razón».