Marcos Chicot (Madrid, 1971) vive anclado en el pasado de forma “obsesiva”, según él mismo reconoce. Lleva más de veinte años sin antena de televisión, apenas escucha la radio y se informa “muy poco”, lo mínimo. Sus grandes referentes son los filósofos clásicos, a los que ha tenido que asesinar —literariamente— para revivirlos en el presente. El primero fue Pitágoras, al que seguirían Sócrates y Platón. Ahora llega el turno de ‘El asesinato de Aristóteles’ (Planeta), en las librerías a partir de este miércoles.
Con esta novela, Chicot culmina una trilogía histórica dedicada a los grandes pensadores de la Grecia clásica (Pitágoras es anterior) que, aunque son novelas completamente independientes y con final autoconclusivo, le dejaban la sensación de estar ante una obra incompleta. Los tres pensadores, cuya influencia trasciende al presente, fueron víctimas de lo mismo: el intento de silenciar sus ideas. “Sus ideas eran revolucionarias como lo siguen siendo hoy, y generaban muchos enemigos, sobre todo entre los poderosos”, apunta. Su verdadera intención no ha sido enterrarlos, sino todo lo contrario: “Lo que pretendo, esta es la paradoja, es resucitarlos.”
¿A quién mataría hoy Marcos Chicot?
El autor insiste en que el mundo contemporáneo le interesa lo justo y necesario. “No mataría a ningún líder actual. Porque matar a una persona concreta no cambia nada. Pero si pudiéramos erradicar conceptos como la corrupción o la demagogia, entonces sí estaríamos hablando de una revolución.” Y añade: “Yo escribiría ‘El asesinato de la corrupción’, o ‘El asesinato de la demagogia’. Son los grandes enemigos de la democracia, como lo fueron entonces.”
Como en tiempos de los clásicos, el pensamiento sigue siendo incómodo. “Surgen los primeros grandes problemas que son los mismos que tenemos hoy: la corrupción, la injusticia, la demagogia.”
Alejandro Magno y Aristóteles
‘El asesinato de Aristóteles’ nos lleva a los años finales del imperio de Alejandro Magno, cuando Aristóteles regresa a una Atenas cada vez más hostil. “La mitad de los atenienses lo admiraban; la otra mitad quería matarlo.” Estos últimos lo culpaban de la ambición desmedida del mítico conquistador, dado que había sido su maestro
Sin embargo, según explica Chicot, ha tratado de dar la vertiente humana y psicológica de ambos personajes, como siempre hace en sus novelas. Como psicólogo clínico que es, asegura que sienta a sus protagonistas en el diván y les hace los mismos test de personalidad que aplicaba a sus pacientes. ¿Qué ha descubierto de Alejandro Magno y de Sócrates? Del primero dice que posiblemente tendría un trastorno límite de personalidad, y del segundo, que es una de las personas más equilibradas que ha conocido en su vida.
“No me gusta nada que un personaje se comporte de forma inconsistente o contradictoria a lo largo de la historia”, asegura. Por ello aplica estos test cuando surgen dudas. “Tenemos mucha información personal, aunque a veces esté entre líneas”, argumenta para justificar que, detrás de los hechos, siempre hay una personalidad que impulsa a actuar.
Rigor, emoción y divulgación
El autor madrileño busca sobre todo entretener sin renunciar al conocimiento. “Mi objetivo es que el lector aprenda, pero aprenda sin esfuerzo, incluso sin darse cuenta”, explica. La clave, dice, está en el equilibrio entre fidelidad histórica y narración: “Estudio toda la documentación histórica y con eso creo los mimbres de la trama real. Después, sobre eso, voy creando un hilo de ficción que la envuelve, pero siempre respetando la realidad histórica. Jamás modifico un dato histórico. La clave es convertir el conocimiento en trama».
“Hay dos premisas que tengo con las novelas: una es ser absolutamente riguroso, y otra es ser completo. Todo lo relevante del personaje y de la época está contenido en la novela».
Cambio de clclo y de vida
Marcos Chicot lleva trabajando en ‘El asesinato de Aristóteles’ cinco años con una entrega absoluta. “Desde el verano hasta marzo he trabajado de lunes a domingo, 16 horas diarias”, admite. De hecho, bromea con que en su casa sigue puesto el árbol de Navidad “porque no he vivido la Navidad, no he vivido nada desde el verano».
Lo siguiente que haga será más compatible con vivir
Ahora no tiene aún definido su próximo proyecto, pero sí sabe lo que no quiere repetir: “No quiero volver a llevar esta vida. Es una promesa que he hecho a mi familia. Lo siguiente que haga será más compatible con vivir”.
Eso sí, hay algo que no abandonará. “Lo que sí va a tener es una parte divulgativa, una parte de intentar hacer algo. Decía Voltaire que la literatura debe cumplir un fin social, y yo creo firmemente en eso.” Para Chicot, cada novela es también un gesto hacia los demás: “Para mí, toda la novela es como una carta a mis lectores. Yo escribo para compartir.”
Ese compromiso social se extiende también a su vida personal. Padre de una niña con síndrome de Down, Lucía, el autor es una persona implicada en la visibilización de la realidad de estas personas. Asegura que el mayor obstáculo para su hija no es que tenga una alteración cormosómica, sino los prejuicios, «mucho más negativos que la realidad». En sus libros siempre incluye una referencia a esta circunstancia para ayudar a us hija y a las personas como ella. Además, destina el 10% de los beneficios de sus libros a fundaciones que trabajan con personas con discapacidad.
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