Susana Solís, eurodiputada del Partido Popular (PP) y experta en política industrial, ha destacado este martes en Zaragoza la «oportunidad» que supone la gigafactoría de baterías para vehículos eléctricos que el gigante chino CATL y Stellantis instalarán en Figueruelas (Zaragoza), pero ha defendido también la necesidad de «asegurar» que las inversiones que vienen del gigante asiático «dejan valor añadido en la región».
Así lo ha asegurado en declaraciones a este diario con motivo de su particiacón en la jornada “La Autonomía Estratégica Abierta: Un reto y una oportunidad para España”, organizada en el Mobility City por la Asociación Madrileña de Mujeres Directivas y Empresarias (AMMDE) y la Fundación Ibercaja. Solís ha pronunciado la conferencia inaugural, titulada Europa frente al desafío de transformar su automoción, donde ha destacado la necesidad de equilibrar competitividad, inversión y transición ecológica en el sector automovilístico, una industria clave para España y la UE.
Sí a la electrificación, pero con flexibilidad
«Tenemos que asegurarnos que los componentes de esas baterías se fabrican en Europa o en España, que no todo viene de China», ha reiterado, al tiempo que ha reconocido el valor de la inversión de CATL y Stallantis, un proyecto de más de 4.000 millones de euros «que generará miles de empleos». En este sentido, ha recordado que la Unión Europea exige que, para 2030, al menos la mitad de los componentes de los vehículos eléctricos se fabriquen en suelo comunitario.
También ha abogado por la transferencia de conocimiento y tecnológica real por parte de los inversores chinos. «Ellos han sido muy rápidos en esa tecnología (baterías) y tenemos que compartir el know-how»
Solís, que forma parte de varias comisiones estratégicas del Europarlamento (Industria, Medioambiente y Mercado Interior), ha subrayado que el sector afronta una transformación histórica hacia la electrificación, una estrategia que apoya, pero ha advertido sobre riesgos como la deslocalización si no esa transición no se hace de un modo ordenado y defendiendo el valor industrial. «Europa debe acompañar al sector con incentivos, no con más normativas. Se trata de facilitar la transición, no de cambiar los objetivos», ha afirmado.
A su juicio, hay un «desacople» entre la industria, «que ha hecho lo que le ha pedido Europa» para llegar a las cero emisiones en 2035, y los ciudadanos, cuya demanda «va por detrás por varios motivos». Por ello, ha considerado que ha que ayudar a los fabricantes con sus inversiones, como con la colaboración público-privada que se ha dado con CATL y Stellantis, pero «también tenemos que dar flexibilidad al sector cuando sea necesario».
«No debemos cambiar los plazos, sino primero evaluar si en Europa se dan las condiciones para cumplirlos», ha afirmado, abogando por «seguridad jurídica, normas claras y simplificación» de trámites burocráticos y apoyar a la industria para que toda la cadena de valor se quede en Europa.
La respuesta a la guerra comercial de Trump
Solís cree que la Comisión Europea se ha dado cuenta de ello y aprecia que se ha producido «un cambio grande» en este sentido. Prueba de ello es el Plan de la Automoción Europea presentado hace unas pocas semanas, que recoge «decisiones importantes», como que se flexibilizan los reglamentos para que los fabricantes no tengan que pagar multas millonarias por no conseguir los objetivos de emisiones en 2035. «Todos los fabricantes saben hacia dónde tienen que ir, han hecho las inversiones para la electrificación; ahora necesitamos que también los ciudadanos acompañen», ha señalado.
Sobre la tensión comercial desatada por Estados, con aranceles que llegan al 20% para el automóvil europeo, Solís ha defendido que la UE «debe negociar y buscar alianzas en lugar de entrar en una guerra arancelaria que acaba perjudicando a todos».