-En los últimos meses, da la impresión de que hemos asistido a un nuevo paso adelante de la Unión Europea para avanzar. ¿Cómo lo valora?
-Soy un gran defensor de los Estados Unidos de Europa; pero, si no acabamos con la burocracia cuanto antes, mataremos Europa. Tenemos que cambiar profundamente. Crear nuevos niveles de relación con el norte de África y Oriente Próximo. Tenemos un liderazgo de burócratas, no de soñadores. ¿Cuál debe ser la luna -por citar la mención de John F. Kennedy cuando era presidente de EEUU- que debe conquistar Europa en los próximos cien años?
-La nueva Comisión Europea, de nuevo liderada por Ursula von der Leyen, lleva cerca de cinco meses funcionando. ¿Cómo valora su liderazgo?
-No estoy feliz. Ha cometido demasiados errores. El primero fue el Pacto Verde, originado en la última Comisión Europea que presidió. Y, recientemente, ha demostrado que está demasiado focalizada en la comunicación constante, día a día, pero sin estrategia. Como todo lo comunicado sobre inversión en defensa. Hay que recordar los compromisos de 2014 en la reunión de la OTAN para que los países llegaran a un mínimo del 2% de inversiones en defensa respecto al PIB. Ahora se usa la expresión rearmar Europa solo para lograr portadas de periódicos, sin desarrollar un mensaje claro. Por ejemplo, lo importante es lograr la cooperación entre Alemania, Francia, Italia, España y otros países. No hay sustancia. Necesitaremos más Europa, pero no burocrática, sino política.
-No le veo optimista. Aunque, sí da la impresión de que, gracias a Donald Trump, Europa empieza a despertar.
-Bromeo con mis amigos al decir que Trump es la gran esperanza de Europa. Pero la verdad es que no podemos continuar con estas aproximaciones tan tecnocráticas. Von der Leyen necesita más alma política, no solo una lista de cosas que hacer. No soy un fan de esta Comisión Europea, pero al mismo tiempo sí soy muy optimista porque la presencia de Trump en la arena es una oportunidad para desarrollar un cambio increíble a todos los niveles. Por ejemplo, vea lo que ha ocurrido en Canadá, con la victoria de un liberal como Mark Carney en las últimas elecciones. Lo mismo ocurre en Australia, con el laborista Anthony Albanese, reelegido como primer ministro. No se creía en su victoria. El mundo reacciona a Trump. Habrá que ver qué ocurrirá en Polonia en las próximas elecciones y si Donald Tusk, actual primer ministro, refuerza su poder. Europa solo cambia cuando hay grandes crisis.
-¿Cómo cambiamos esta burocracia donde se necesitan 19 meses para sacar adelante leyes si no hay vetos?
-El politólogo Francis Fukuyama usa la expresión vetocracia para referirse al sistema europeo. Hay una diferencia entre votos y vetos. Quizá nos equivocamos en el pasado, porque cuando ampliamos la UE, especialmente hacia el Este, no cambiamos el poder de vetar. No podemos tener una asociación de 27 países donde cualquiera tiene poder de veto. El sueño europeo empezó con seis países. Tenemos que crear un primer bloque en Europa, un primer nivel de países que busquen una Europa más fuerte y unida. Una Europa con dos velocidades.
-El centro de gravedad del mundo ha virado hacia el sureste asiático. ¿Europa va camino de ser menos relevante en el escenario internacional?
-Europa no es tan poderosa como en el pasado y el mundo se ha dirigido hacia el Este. Basta con pensar en la crisis demográfica como primer síntoma. En Italia, cuando nací, había un millón de bebés. En Italia, en 2024, nacieron solo 370.000. Al mismo tiempo, en África y Latinoamérica, las cifras siguen creciendo. Ya no somos el centro del mundo. Dentro de 30 años, en la UE habrá menos población que en Nigeria. Debemos organizar una nueva relación. Si no estamos en la mesa, expresión que se usa mucho en Italia, estaremos en el menú. ¿Quiere estar la UE en la mesa con el resto de las grandes potencias? Si quiere estar, debe estar unida, junta.
-¿Quién debe representar a Europa en esta mesa para hablar con Trump, Xi Jinping, etcétera?
-Carecemos de los líderes del pasado. A ver qué ocurre en Alemania, porque sus cancilleres son los que han sobresalido en los últimos 20 años. En el caso de Angela Merkel, cuando ella se fue, Alemania perdió su liderazgo. En parte por Merkel y en parte porque el modelo de negocios de Alemania estaba centrado en tres grandes relaciones: China, en economía; Rusia, en energía, y EEUU, en defensa. Con China, el cambio en el vehículo eléctrico transformó las relaciones. En energía, Alemania bloqueó la nuclear y estableció una relación por el gas con Moscú con las consecuencias conocidas. Y en defensa, al llegar Trump, este ha dejado claro que no puede seguir defendiendo como antes a Europa. Merkel tiene mucho que ver, al igual que su sucesor, Olaf Scholz. Hay que ver si Friedrich Merz, el nuevo canciller, será capaz de adaptar un renovado liderazgo. Por su parte, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tiene problemas interiores, aunque ha jugado un gran papel exterior. Mucho mejor fuera que en casa. También habrá que observar la evolución de Keir Starmer, primer ministro del Reino Unido. Pero está claro que hay un problema de liderazgo, porque en la Comisión Europea hay más seguidores que líderes. Ahora bien, puede cambiar si somos capaces de crear una plataforma común con un primer bloque de países: de España a Polonia, de Alemania a Italia, de Francia a, incluso, Grecia, que nos ha deparado muy buenas sensaciones estos últimos años.
-Hay mucha capacidad más allá de la política.
-Europa no es fuerte en liderazgo, pero mantenemos grandes activos, empezando por los jóvenes que acaban las carreras en nuestras universidades, aunque muchos deciden irse. Necesitaremos inteligencia humana, no solo artificial. No podemos pensar en declive. Tenemos que dar razones para entrar en una nueva era de esperanza. Hay que despertarse. Llevamos demasiado tiempo en manos de tecnócratas.
-¿Qué podemos hacer desde Italia y España? ¿Trabajar más juntos?
-Hoy hay un problema con la relación entre nuestros primeros ministros por razones políticas. Para la primera ministra italiana, Georgia Meloni, el auténtico líder en España es su amigo Santiago Abascal, con quien mantiene una relación histórica. Las relaciones entre los dos gobiernos deberían ser mucho mejores. La buena relación entre nuestros países ha de ser una obligación, un gran activo para Europa. Estoy muy agradecido por la buena relación que sí mantienen el rey Felipe VI y el presidente de la República, Sergio Mattarella. España e Italia no son solo países amigos, son hermanos. Por la historia, por la defensa de unos valores, por el estilo de vida… [sonríe] a pesar de las rivalidades futbolísticas. [Aquí, Renzi menciona los «extraordinarios partidos» de semifinal de la Champions entre Inter y el FC Barcelona].
-En este repaso, hay que mencionar Rusia y qué puede -y debe- ocurrir para acabar con la invasión de Ucrania.
-Perdimos una gran oportunidad en 2014 y 2015 para bloquear a Rusia. Hubo una cumbre en octubre de 2014, en Milán, entre Petro Poroshenko, entonces presidente de Ucrania; Vladímir Putin; Angela Merkel; François Hollande [presidente de Francia] y David Cameron [primer ministro de Reino Unido], entre otros. Ofrecí una solución. Ucrania rechazó algunos puntos del acuerdo que proponía para las regiones del Este [estas habían sido atacadas por tropas separatistas apoyadas por Rusia]. Que quede claro que el único responsable sigue siendo hoy Putin, al invadir Ucrania. Con Trump hay una fuente de inestabilidad e inseguridad. No sabemos qué puede ocurrir. De acabar con la guerra en 24 horas a pensar que la paz es imposible. Necesitamos una respuesta diplomática. No puede seguir la guerra mucho más tiempo.
-¿Diplomacia con Putin? ¿Es posible? Cuando fue primer ministro lo debió conocer bien.
-En 2022 sugerí enviar un enviado especial diplomático a Moscú para evitar la guerra. Puse sobre la mesa dos nombres: Angela Merkel y Tony Blair [ex primer ministro del Reino Unido]. Sé que mucha gente criticó a Merkel en Alemania. Pero son dos nombres que Putin habría considerado buenas contrapartes. Putin solo entiende el mensaje de la presencia sólida. Pero Europa no la tiene. Ahora confío en que todos los participantes en la guerra puedan lograr un acuerdo. Necesitamos siempre a alguien que pueda crear oportunidades de diálogo. Ocurrió con el funeral del papa Francisco en el Vaticano, que se logró el diálogo entre Trump y Volodímir Zelenski. Probablemente habrá una próxima cumbre entre Trump y Putin en Arabia Saudí. Rusia es responsable, pero es necesario ofrecer un lugar de diálogo para obtener un acuerdo diplomático. Conozco a Putin, sé cómo es: cordial en el uno a uno. Es el momento de la diplomacia. Cuando todo va bien, es muy fácil; pero ¿quién es capaz de facilitar la discusión, ya no solo en Rusia, también Israel, Sudán, la India y Pakistán?
-Como alcalde Florencia que fue, sabe cómo gestionar el turismo en una época de creciente turismofobia en ciertos núcleos de residentes.
-No hay respuestas sencillas. Hay que encontrar un buen equilibrio entre residentes y turistas. Es una necesidad. No creo en ideología. La solución no pasa por parar la construcción de nuevos hoteles o apartamentos turísticos. Hay que ver ciudad a ciudad. Las soluciones pueden ser distintas. El problema real es de educación. Tenemos que empezar a explicar a nuestros ciudadanos que somos afortunados de formar parte de una gran historia y esta herencia de valores, desde obras de arte hasta gastronomía, son parte de nuestra identidad como residentes. Nuestra identidad es parte de esta historia. Cuando era alcalde de Florencia, mi prioridad no fue atacar el turismo, sino trabajar con los ciudadanos para intentar reconocer el orgullo de ser florentinos. Reducimos los prejuicios. El debate sobre el turismo en Florencia viene de muy lejos. Forma parte de nuestra historia. Si decimos que la ciudad es solo para los residentes, acabaremos perdiendo ambos: turistas y residentes. Sé que no es una exposición muy aceptada por otros alcaldes.
-Otro punto de conflicto, desde otro extremo: los inmigrantes que llegan al sur de Europa.
-Las migraciones continuarán. Nadie puede bloquear los movimientos de personas. La generación de mi bisabuelo se fue de Italia a EEUU. Veneto, que ahora es una de las zonas más ricas de Italia, era una de las más pobres hace cien años y mucha gente se marchó de Padua, Treviso o Venecia para acabar en EEUU y Sudamérica en busca de la felicidad. El problema es la seguridad. Si alguien que llega de fuera rompe la ley, no es un problema de inmigración, es un problema de criminalidad. En Italia hay un caso de siete mujeres asaltadas sexualmente. Esto ocurre en las estaciones de tren, donde hay mucho inmigrante en situación irregular que… Tengo una hija de 19 años y nunca irá a una estación de tren sola por la noche. Mi hijo puede ir; mi hija, no. Tenemos que luchar contra la ideología de la extrema derecha contra los inmigrantes, pero también contra la ideología de la izquierda radical de defender a todo hombre y mujer. Si alguien es responsable de asalto sexual u otro crimen, quiero garantizar que acabará en la cárcel o regresará a su país. Continuaremos con las migraciones porque tenemos más gente que se va que gente que llega a Italia. Esta es la realidad. El problema no es el pasaporte, sino la capacidad de las autoridades de poder bloquear a quien comete un crimen. Hay que respetar la ley.
-Desde la UE, urge buscar fórmulas para ayudar el norte de África con más inversiones.
-Sí. Hay que invertir y estrechar relaciones con Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, que lleva 10 años bajo el poder de Abdelfatah al Sisi . Hay un país muy especial, Libia. La responsabilidad del Reino Unido, Francia y EEUU de remover a Muamar el Gadafi fue un error. Parte de los problemas de lo que ocurre hoy proceden de Libia. Tenemos que incluir en este proceso a los países de Oriente Próximo. Crear una zona especial que puede ayudar a convertir el Mediterráneo en el corazón del mundo. Europa, durante mucho tiempo, miró más al norte que al sur.