Matemático europeísta y abanderado de la lucha anticorrupción, Nicusor Dan ya es el nuevo presidente electo de Rumanía. Actual alcalde de Bucarest, su perfil ha sido calificado de atípico, una rareza en el panorama político rumano: académico, moderado, sin grandes alardes carismáticos, pero con un pasado de activista contra la corrupción, un mal que el país aqueja, y en defensa del Estado de derecho y la transparencia institucional. El edil, de 55 años, ha ganado las elecciones presidenciales tras imponerse al ultranacionalista George Simion en unos comicios que la sombra de la injerencia rusa hizo repetir.
Sin una gran maquinaria detrás ni un discurso populista, a sus 55 años ha logrado captar el voto de quienes pedían renovación en unas polémicas elecciones presidenciales. Su candidatura ha vencido a la del ultraderechista George Simion, aliado trumpista y vencedor de las elecciones de diciembre de 2024 que se repitieron por sospechas de injerencia extranjera.
Nacido en Făgăraș, una ciudad del centro del país, pronto despuntó en matemáticas, disciplina con la que ganó en dos ocasiones las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas para institutos de todo el mundo. A los 18 años se trasladó a Bucarest, donde inició sus estudios universitarios, y en mitad de la carrera consiguió el traslado de expediente en la prestigiosa Escuela Normal Superior de París y cursó un doctorado en la Universidad de la Sorbona.
En sus años en la capital francesa, organizó encuentros de estudiantes rumanos que debatían sobre la situación de su país, lo que terminó por ser el embrión de un proyecto más ambicioso. A su regreso a Rumanía, Dan cofundó la Escuela Normal de Bucarest, inspirada en el modelo francés de excelencia académica. Durante años combinó la docencia y la investigación en el Instituto de Matemáticas de Bucarest. Pero pronto quiso llevar ese afán divulgativo más allá del aula.
Activista contra la corrupción
Su salto a la esfera pública no se produjo desde un partido político, sino desde el activismo ciudadano. En 2008 creó la Asociación Salvar Bucarest, con el objetivo de frenar «la mafia inmobiliaria que asaltaba los espacios verdes y los edificios históricos de la capital bajo la mirada indiferente del Estado». Desde esa plataforma, denunció decenas de operaciones urbanísticas que consideraba abusivas. Su cruzada le valió enemigos poderosos, pero también el respaldo de una amplia base social.
En 2012 se presentó como independiente a la alcaldía de Bucarest, aunque solo obtuvo el 9% de los votos. Aprendida la lección, volvió más organizado: fundó la Unión Salvar Bucarest, que luego se transformaría en la Unión Salvar Rumanía (USR), con la que logró entrar en el Parlamento en 2016. Ese año se volvió a postular a la alcaldía, quedando en segunda posición.
No tardarían en surgir tensiones con el partido que él mismo había creado. En 2017 abandonó USR por desacuerdos sobre un referéndum que pretendía restringir el matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer, excluyendo a parejas homosexuales.
Ya desvinculado del partido, volvió a competir por la alcaldía en 2020 y, si bien contó con el apoyo de varias formaciones de centroderecha, se convirtió en el primer alcalde independiente de la capital rumana. En 2024, fue reelegido con un 47% de los votos, un espaldarazo a sus políticas municipales apostando por dotar a la ciudad de infraestructuras. «Logré movilizar a las fuerzas de la derecha bajo mi candidatura independiente y gané», rememora en su autobiografía. Se define como conservador en lo social y liberal en lo económico, defensor del libre mercado y cercano al empresariado.
Contra la injerencia rusa
Nicusor Dan ha sido uno de los políticos más contundentes al denunciar la influencia del Kremlin en la política rumana. «El régimen ruso y el señor Putin intentaron desestabilizar el sistema democrático en Rumanía», advirtió en una entrevista con ‘Politico’ en marzo. En su visión, se trata de una extensión de la guerra híbrida contra Europa. «En Rumanía tenemos muy presente lo que significa Rusia», añadió.
Su propuesta pasa por aumentar el gasto en defensa hasta el 3,5% del PIB y fortalecer el rearme europeo, alineándose con los postulados estratégicos de Bruselas.
Aunque ha construido una imagen de transparencia e integridad, Dan también ha tenido que responder a señalamientos incómodos. Según ha admitido él mismo, en 2016 recibió financiación electoral de Horia Manda, entonces miembro de la junta directiva de una gran empresa inmobiliaria. Dan alegó que Manda ya no trabajaba con esa compañía. Más recientemente, reconoció haber sido apoyado por Matei Paun, un empresario con vínculos en Rusia y Bielorrusia conocido por sus comentarios favorables al Kremlin durante la anexión de Crimea.
Pese a esos episodios, mantiene su bandera de independencia frente a las estructuras tradicionales y se ha llegado a definir como «un político antisistema». En un país en el que prevalece la desconfianza hacia las instituciones, su perfil sobrio y técnico es visto por muchos como el ansiado cambio.
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